viii. ojitos

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Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, ni mucho menos mi cuerpo. Era como si de pronto me hubieran arrebatado todo el sueño que tenía y ya no me fuera posible conciliarlo.

Lo intenté todo. Conté de tres en tres, saqué una pierna fuera de la cama y me mantuve volteando el lado de la almohada apenas sentía una pizca de calidez viniendo de ella, pero nada parecía funcionar. La vida me quería despierta, y yo no encontré nada mejor que hacer que levantarme de la cama y ponerme a husmear por el cuarto de Nick.

Eché un vistazo a su armario, y confirmé que en cuanto a moda, mal gusto no tiene. Aunque por un segundo consideré revisar a través de su cajonera, terminé descartando esa idea por lo personal que sonaba. Además, siendo honesta, me aterraba un poco con lo que pudiera encontrarme allí. No hay que saberlo todo para ser felices.

Levanté mi mirada del mueble para contemplar por un momento la parte superior de la pared, que estaba repleta de fotografías sostenidas por pequeñas pinzas de ropa. Analicé cada una de ellas, y lucían geniales. Había una infinidad de recuerdos plasmados sobre papel, desde paisajes hasta toda una vida. Vi a los trillizos en uniforme escolar, sin los dientes de enfrente, espiando los presentes durante Nochebuena e incluso soplando las velas de su décimo cumpleaños en compañía de una pareja que de seguro son sus padres.

En el medio, estaba el retrato de un chico rapado frente al espejo con el rostro mayormente tapado por lente de una cámara, de la cual colgaba una cinta con el nombre de Nick bordada en ella. Nick nunca me había mencionado antes de su pasión por la fotografía, ni que tenía una cámara, y asumiendo que las imágenes son obra suya, está ocultando mucho talento.

Me acerqué hacia ella y le quité la pinza para sostenerla entre mis dedos, cuando una foto que parecía estar por ahí escondida se deslizó cayendo al suelo. Teniendo cuidado de no marcar mis huellas digitales, la levanté delicadamente y comencé a analizarla detalladamente.

Había un chico. Su cabello era muy largo y despeinado como para tratarse de Nick, y tenía esa cosa en la cara que lo hacía verse insoportable de la cual Matt carecía. Además, quién más que Chris llevaría un colgante de una lata de pepsi en miniatura.

Era una linda imagen, y la chica a la cual Chris abrazaba también lo era. La toma dejaba en primer plano los brazos del chico rodeándole el cuello a la morena, cuya amplia sonrisa estaba iluminada por los rayos de sol impactando directamente en ella. Chris también sonreía, parecía genuinamente feliz.

Quién sabe por qué una foto así estaría escondida. No puedo evitar preguntarme quién será ella y qué habrá pasado entre los dos.

Acomodé tanto el retrato de Nick como el de la posible pareja en sus respectivos lugares, procurando dejarlos donde mismo estaban, y volví a mí. El cantar de los pájaros me dejaba saber que cada minuto que seguía despierta era uno menos de sueño, pero aún me sentía incapaz de pegar un solo ojo.

Puede que todo lo que necesite sea solamente despejarme. Manteniendo el mayor silencio posible, me dirigí hasta la cocina y me esforcé por hallar la nevera en la oscuridad de la noche, cuando de pronto sentí un golpe detrás de mis rodillas que hizo que me desplomara directo en el suelo.

—¡Auch! ¿Qué te pasa? —gruñí.

—¿Cass?

—Sí, quién más iba a ser, ¿el payaso de It?

—Pues podrías haberlo sido —sin ver nada, el chico me sostuvo del brazo para ayudarme a parar antes de ir a encender la luz, y su siguiente declaración me dejó saber que no se trataba de nada más ni nada menos que de Matt—. ¿Qué haces aún aquí? ¿Necesitas que te lleven a casa?

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⏰ Última actualización: Feb 08 ⏰

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