—Bien, ve al punto y dime qué es lo que quieres. Sin más rodeos.
Coloqué ambas manos sobre la fría madera de la mesa y di un rápido vistazo hacia el par de latas de gaseosas que estaban sobre esta antes de sentarme. Hacía tiempo que no pisaba la biblioteca de la ciudad, pero estoy casi segura de que beber aquí dentro sigue estando prohibido.
—¡Oh, hola! Yo también estoy bien, muchas gracias por preguntar —espetó Chris con ironía, a lo que yo solo gruñí. Honestamente, no sé qué reacción esperaba de mi parte. Considerando lo que hizo, debería estar agradecido del hecho de que haya aceptado encontrarnos en persona en lugar de ponerle una denuncia—. ¡Bien! No sabes tomar una broma.
El ojiazul levantó la mochila tirada en el piso y comenzó a buscar frenéticamente algo que estaba dentro de ella. Segundos más tarde, consiguió sacar un papel roñoso que, por más que intentó alisar, no lo consiguió, por lo cual solo se limitó a ponérmelo sobre toda la cara, tal como estaba.
—¿Y esto qué? —me saqué la hoja de encima y comencé a leerla—. Función cuadrática... David tenía 2x²-4x-1 caramelos... Chris, ¿qué traes?
—Me he inscrito para dar el SAT.
—¿Y qué tengo que ver yo con eso?
—Quiero que tú me ayudes a prepararme.
Y a este qué bicho le picó.
—¿Eso es todo? ¿Quieres que te ayude a estudiar para aprobar el SAT? —pregunté sumamente extrañada, a lo que el chico solamente asintió orgulloso—. Chris, tú que ya lo descubriste todo, ¿estás consciente de que soy una desertora universitaria, verdad? ¿Acaso no preferirías que te enseñara alguien que sepa más?
—Hasta donde tengo entendido, el secreto es tuyo, no de alguien que sepa más. Pero descuida, está bien si no aceptas —replicó acomodándose el cuello de la chaqueta antes de ponerse de pie—. Ahora, si me disculpas debo ir a contarles a tus papás que su hijita es una rebelde que se salió del sistema.
Sabía exactamente qué era lo que estaba haciendo, él y esa sonrisa macabra que pone cada vez que está apunto de conseguir lo que quiere. No quería hacerlo, de verdad que no, pero estaba claro que mi única opción era darle en el gusto con tan solo una palabra.
—¡Espera! —pronuncié colocando una mano sobre su hombro, forzándolo a tomar asiento nuevamente—. Como sea, supongo que es un trato justo. Pero desde ya, que conste que no me haré cargo de tu rendimiento.
—Entonces asumo que no será un problema cuando en siete meses más te corran de la casa.
En momentos como este es cuando me viene el impulso de querer pegarle cinta en la boca para que no vuelva a abrirla nunca más.
—Tú debes ser mi karma. La vida me está castigando contigo.
Estaba tan concentrado intentando levantar la anilla de una de las latas que creí que no me había oído, hasta que soltó una de sus pequeñas risas malvadas.
—Sí, lo que tú digas —dió un sorbo—. Cass, tienes que aprender que las cosas no son tan fáciles en esta vida, tienes que esforzarte para ganártelas. Se llama idiosincrasia.
—Es meritocracia, burro. Y quién eres tú para hablar de eso.
—No te eleves tanto, sabelotodo. Sigo siendo un mejor vendedor que tú, y eso que tú eres quien trabaja.
Luego de presenciar a Chris pronunciando aquellas palabras que probablemente no ha oído más de dos veces en toda su vida es que me di cuenta de que tener que enseñarle lenguaje no es algo que haría voluntariamente. Ni a él, ni quizás a nadie.
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Donde yace el corazón
Fiksi PenggemarPara todo adolescente, trabajar en una boutique mientras se acerca el verano representa un dolor de cabeza. Para Cassia, un sueño que perseguir a cualquier costo, incluso al de tener que ocultarle su pasión por la moda a sus convencionales padres, q...