"𝙻𝙴𝙶𝙸𝚃𝙸𝙼𝙾 𝙾 𝙱𝙰𝚂𝚃𝙰𝚁𝙳𝙾." ᴾᵃʳᵗ.ᴵ

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ᴄᴀᴜꜱᴇ, ʙᴀʙʏ, ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ʙᴀᴅ ʙʟᴏᴏᴅ ʏᴏᴜ ᴋɴᴏᴡ, ɪᴛ ᴜꜱᴇᴅ ᴛᴏ ʙᴇ ᴍᴀᴅ ʟᴏᴠᴇ

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ᴄᴀᴜꜱᴇ, ʙᴀʙʏ, ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ʙᴀᴅ ʙʟᴏᴏᴅ ʏᴏᴜ ᴋɴᴏᴡ, ɪᴛ ꜱᴇᴅ ᴛᴏ ʙᴇ ᴍᴀᴅ ʟᴏᴠᴇ. ꜱᴏ ᴛᴀᴋᴇ ʟᴏᴏᴋ ᴡʜᴀᴛ ʏᴏᴜ'ᴠᴇ ᴅᴏɴᴇ ᴄᴀᴜꜱᴇ, ʙᴀʙʏ, ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ʙᴀᴅ ʙʟᴏᴏᴅ, ʜᴇʏ ɴᴏᴡ ᴡᴇ ɢᴏᴛ ᴘʀᴏʙʟᴇᴍ.
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Los muros de la fortaleza roja retumbaban, los sirvientes iban y venían sin parar mientras los quejidos de una futura madre desesperaban a las parteras. La reina Alicent se mantenía de pie en una de las esquinas del extenso camastro de madera y plumajes, la mujer sostenía con fuerza la mano de fiel amiga quien parecía partir con el desconocido en cualquier momento.

— Es momento princesa, debe pujar. — habló una de las parteras mientras ayudaba a colocar a la platinada en una posición más cómoda para el trabajo de parto.

Rhaenyra quien parecía no estar completamente lúcida simplemente hizo lo que se había dicho, la joven contuvo el aire, sujetó con fuerza la mano de su mejor amiga y pujó con toda la fuerza que su pequeño cuerpo podía encontrar. Una y otra vez, mientras el sudor recorría su cuerpo y sentía la sangre deslizarse por su entrepierna.

— ¡SÁQUENLO! — ordenó la princesa entre gritos dolorosos. — ¡Por favor! ¡ALICENT! — suplicó.

La reina observó el ambiente, tanto los maestres como las parteras parecían contener un inusual rostro de palidez y preocupación.

— ¿Qué sucede? — preguntó la reina.

El silencio era abismal.

— Les ordeno que me digan, ¿qué es lo que pasa? — hablo con molestia la reina.

— El cuerpo de la princesa no resistirá majestad, el niño viene en mala posición y tememos que tanto el infante como la madre sufran el mismo triste final que la fallecida reina Aemma y el pequeño príncipe Baelon. — habló con algo de vacile una de las comadronas.

— Es el niño o la madre majestad, deben decidir. — habló una de los maestres. — Ya se le ha comunicado a la lord mano sobre este asunto y viene en camino para tomar la decisión. — infiero el hombre.

Tal y como el maestre lo había dicho, las puertas de los aposentos fueron abiertas y lord mano hizo acto de presencia. Otto ni siquiera vaciló, el hombre se arrodilló al pie de la cama en donde su esposa se encontraba, tomó la mano de la joven quien desvanecía y la acarició con suavidad.

— Esposo. — lo llamó Rhaenyra entre sus desvaríos. — Salva a nuestro bebé, ¡por favor! — suplicó la princesa.

— Estarás bien querida, estarás bien. — trató de consolarla.

El maestre Mellos fue el primero en acercarse, el viejo tocó el hombro del Higthower indicándole que debía hablar en privado, lord mano se puso de pie caminado hasta una de las esquinas de la habitación para tomar palabra junto con el hombre, Alicent al notar aquella acción se unió a ellos sin pedir permiso alguno.

— Es preciso que se tome una decisión mi señor, el cuerpo de la princesa no resistirá mucho tiempo. — habló el maestre.

— ¿Qué es lo que sugiere Mellos? — preguntó el Higthower.

— Si me permite mi señor, es preciso que el infante nazca. — bufo entre miradas. — Si la princesa logra sobrevivir cosa que dudo, jamás podrá volver a gestar un infante en su vientre, este niño es la única salvación para mantener la sangre Higthower unida al trono. — dijo sin tapujos el hombre.

— Acaso, ¿me estás sugiriendo que elija entre mi esposa y mi hijo? — preguntó el Higthower tratando de contenerse.

Alicent vio la ira en los ojos de su padre.

— Mi señor, simplemente digo lo más obvio. La princesa no sobrevivirá, es preciso salvar al bebé. — insistió Mellos.

— Sal... Sal de aquí!!! — susurró el Higthower tratando de contenerse.

— Mi señor... es preciso que el infante... — trató de bostezar palabra el maestre.

Un golpe retumbó en la habitación, las parteras, los maestre y el resto de presentes en la habitación contuvieron su respiración ante la menuda escena.

— ¡Saquen a este imbécil de mi vista! — ordenó lord mano.

Ser Harwin fue el primer en acercarse para tomar por la fuerza a Mellos quien sangraba de la nariz y parecía tener un labio roto. Alicent quien había presenciado tal falta de decoro en el comportamiento de su padre sonrió satisfecha pues nunca lo había visto perder los estribos de tal forma.

— Si alguno de ustedes vuelve a sugerir sobreponer la vida de mi mujer por encima de algún infante haré que Ser Harwin pase su espada por sus cabezas. — aseguró lord mano. — Están ante su legítima heredera, y harán todo por salvarla tanto a ella como al príncipe que está en su vientre. — los miro. — Salvarán a mi esposa y a mi hijo, o si no la sangre que se derramará será la de ustedes. — terminó de decir el hombre antes de salir de la habitación.

"𝐄𝐋 𝐃𝐄𝐁𝐄𝐑 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐇𝐄𝐑𝐄𝐃𝐄𝐑𝐀"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora