Una criada empobrecida

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Narrado por Jade

Hoy más que nunca me golpea la nostalgia de un pasado que no puedo recuperar. ¿Cómo recuperar lo que yo misma tiré al viento? Me encantaría poder decir que la situación en la que estoy es culpa de fulano o sótano de tal, pero no puedo hacerlo. Tengo que vivir. No, lo que tengo no es vida, vamos a decir "respirar" con el frustrante hecho de que fui única y exclusivamente yo, quien arruinó la preciosa vida que tenía.

Ese magnífico paraíso, que nunca aprecie.

Antes solía despertarme todos los días sobre una cama cubierta de sábanas de seda, en la que me quedaba durmiendo hasta tarde, las criadas hacían todo los deberes de la casa, mi marido me amaba, mi hija me adoraba. Deje todo por un hombre que no valía nada, por un hombre que ya está muerto, de eso han pasado seis tormentosos años.

Hoy es el cumpleaños de Khadija y es otra mujer la que ocupa mi lugar en la mesa, me preguntó si todavía en su corazón quedará un pequeño pedacito para mí. Un motivo para perdonarme, una razón lo suficientemente buena para volver a llamarme "Ommi" con su melodiosa voz.

Esa casa donde vivía como una reina le pertenece hoy a una familia iraní, son tres varones, un hombre y una mujer, yo hoy en día trabajo a quince cuadras de lo que algún día considere "mi hogar". En la parte más pobre del mercado de Fez, uso el burka por vergüenza, mis manos siempre arregladas se han llenado de callos y mis uñas se han roto, y a la fuerza he aprendido todo lo que nunca quise aprender.

Hace diez años fui a una lujosa reunión de negocios de Said, él para ese momento era el hombre más respetado de Fez, todos me conocían como la mujer del gran Rachid, mantuve frívolas conversaciones y cortas risas con las otras esposas que me halagaban con júbilo. La ex mujer del gran Rachid les lava la ropa y les confecciona los velos, ahora yo no soy más que una criada pobre, tan delgada que mis pechos se han caído junto con mis nalgas, ya no son tan firmes como antes y mi cuerpo se ha llenado de estrías por los constantes cambios de peso.

Soportó todas clase de insultos, sin quejas, sin palabras, solo sigo la tediosa rutina de lavar, tender, coser y fregar, sin parar, sin descansos, todo lo que me exigía Nazira que me parecía demasiado a comparación de lo que hago hoy en día, parecen tareas para un niño de primer grado. Hoy he terminado la jornada mucho más rápido de lo usual, es domingo, hay una fiesta nacional, entre vítores y velos como siempre vuelvo cabizbaja a mi habitación. Vivo en una especie de caserío, barrio o favela como se le suele decir en Latinoamérica, no recuerdo su nombre en árabe, en resumen, un lugar muy pobre.

La gran pregunta es ¿Cómo llegué aquí?

Es una triste historia, pero voy a contarla.

Luego de arrojarme al viento, rechazar a Zein y quedarme en las ruinas. Lucas me busco, por primera vez tuvo el valor de luchar contra todo lo que nos separaba, tuvo el coraje de ir por mi, de querer edificar ese destino conjunto del que fuimos privados por décadas. Indudablemente me entregue a él. A ese sueño que anhele toda mi vida, creyendo que finalmente me reconciliaria con mi vida, con mi destino.

El pecado tiene un gusto simplemente exquisito y aun cuando la desgracia siempre nace grande, no toda desgracia es identificable a primera vista. Los tiempos antes de mi auténtica caída, previos a mi desdicha, se sintieron como un sueño. Al regresar a Brasil, me casé con él por civil, compró una casa hermosa, era casi tan grande como la que yo tenía con Said, ubicada en un prestigioso suburbio de Río. De estética europea, muy alejada a la estética arabe a la que estaba acostumbrada. Sin todos esos inciensos y tapetes a los que sin darme cuenta, añoraba. Pero, todo eso eran detalles pequeños incapaces de perturbar esa vida juntos que parecía ser un cuento de hadas.

La Escritura De Allah-(Jade y Said)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora