Poco a poco un sonido intermitente fue invadiendo mis oídos, era constante y a primera impresión, indescifrable, pronto, ese sonido fue no solo más constante sino mucho más amplio. Logrando hacer que frunciera el entrecejo, aferrándome más fuertemente a la cobija que me arropaba. Pestañee extrañada, estirando mis piernas, escuchando varios de mis huesos crujir. Pase mis manos por mis ojos, estrujandolos suavemente. Al abrir los ojos y deslizar mi vista por toda la habitación, el ventanal captó mi atención, ahí estaban los responsables del ruido que logró despertarme.
Eran dos pajaritos pequeños, uno anaranjado y otro negrito que trinaban con entusiasmo, eran adorables, sonriendo me gire sobre la cama, haciendola sonar, espantandolos. Me calze como pude unas chanclas, sintiendo arder mis pantorrillas. Lentamente fui hasta el baño donde me cepillé los dientes y enjuague mi rostro.
Baje por las escaleras con hambre, prepare un café con leche que devore con un pedazo de pan de maíz y lo que restó de una bolsa de galletas de mantequilla. Eran poco más de las seis y veinte de la mañana, enjuague y guarde la taza, no iba a comer más aquí. La gran mayoría de la comida que compre ayer, fue solo para una ración de comida, es decir, para un solo plato. El resto de las cosas, se dividían entre golosinas y enlatados que quería llevar a Marruecos.
Guarde en unos cajones uno que otro desinfectante que se había quedado afuera, al alzar la mirada, me acerque a la ventana de la cocina trasera queriendo cerrarla. Al ver a traves de ella, pegue un chillido al ver un gran cuervo negro como el carbon, con el pecho inflado como una paloma viendo con sus oscuros ojos a mi casa, al notarme salió volando del muro donde estaba. Juraría que me miraba fijamente a mi, como si me conociera.
Esa imagen me dejó el estómago revuelto.
Sacudí la cabeza, intentando no pensar en esa imagen, sin mucho éxito, pero sabiendo que en unas horas me marcharía de aquí, me entregué a la tarea de terminar todo aquello que tuviera pendiente. Vi las dos grandes bolsas de basura en la puerta, me dispuse a sacarlas, no tuve ímpetu para cambiarme, asi que sali en camisón cuando una rafaga de viento frio me acalambro las pantorrillas, cuando me giré, dispuesta ir hasta el basurero. Vi a la Señora Emerida, la misma mujer con la que ayer me encontré y quien me ayudó con el cadáver de mi madre, caminando a grandes zancadas para abrir la puerta. Curiosa me quede estática, viendo las puertas conjuntas abrirse de par en par.
-¡Buenos días! ¡Buenos días, Jade! ¡¿Cómo amaneciste?!-preguntó con alegría, a pesar de estar arrugada como una pasa, esta mujer parecía ser una fuente inagotable de energía-.
¿Quién destila tanta energía a las seis de la mañana?-pensé-.
-¡Buenos días! Yo muy bien y usted ¿Cómo amaneció?-pregunte con genuino interés-.
-Muy bien gracias a mi Dios. Aprovechando que la veo, quería comentarle algo-dijo-.
-¿Qué cosa?-pregunté, pensando que quizás me comentaria algo sobre mi viaje, el cual no recuerdo si le comente o no, o en su defecto algo relacionado a la muerte de mi madre-.
-¡Vea! Ayer el vecino Afonso, usted sabe el señor mayor, moreno que vive como a tres manzanas, vino por la noche a saludarme y a traerme unos buñuelos que preparó su hermana Tatiana. Comiendo ese postre a eso de las 10 de la noche o un poco más, me comentó que un hombre estaba preguntando por usted-dijo con preocupación-.
-¿Quien?-pregunte confundida, intentando recordar si había dejado algún amigo en la preparatoria, en ironicamente, mi vida pasada-.
-Un tal Lucas-contestó con simpleza-.
-¡¿QUÉ?!-grité asustandola no solo a ella sino a unas guacamayas que se posaban en el ventanal de aquella casa-.
-Si, por lo visto no le alegra lo que le cuente, pero, fue así-contesto con miedo-.
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La Escritura De Allah-(Jade y Said)
Fanfic-"Allah escribe con su preciada mano la vida y destino de los humanos, somo nosotros quiénes nos obsesionamos en modificarlo"-dijo el Tío Ali hace muchos años atrás.