(Quiero dedicarle este capitulo a mi betareader y bestie Maria. ella me aguanta demasiado y se lo debo <3)
Marie despertó con el mismo sentimiento de felicidad de cada primer día de clases en Hogwarts. Parecía mentira que hubieran pasado ya cinco años desde aquel primer año. Aquel último abrazo de sus padres adoptivos, Solomon y Niahm Barnes, antes de montarse al tren; el momento en el que conoció a las que son sus mejores amigas, Daphne Greengrass y Pansy Parkinson; cuando el sombrero seleccionador la escogió para la casa Slytherin; aquella primera clase de pociones donde tuvo su primer encuentro con su mejor amigo, Draco Malfoy; las diferentes situaciones en las que conoció a los que a día de hoy conforman su grupo de amigos. Su sonrisa le cubría el rostro al recordar todo aquello.
Se incorporó y recogió el pequeño cuaderno de tapas rojas que descansaba en su mesita de noche. Ya había convertido en tradición ojearlo cada mañana, para comprobar si su otro portador decidía usarlo. Así que, como cada mañana, lo abrió y comprobó que se estaba escribiendo un nuevo mensaje.
Nunca se había atrevido a contestar a aquellos mensajes que aparecían día tras día en aquel cuaderno, pero había llegado a conocer muy bien al dueño de su gemelo en otra parte, y por lo que había averiguado, en otro tiempo, Ominis Gaunt. Busco, durante días y días su nombre, en diferentes registros de su casa, de la escuela, en la biblioteca, hasta que ojeando un antiguo libro en una estantería de la sala común, lo encontró. Allí estaba, en una lista de alumnos de la promoción de 1886 a 1892. Hacía cien años que había pasado por la escuela, ¿Cómo era posible que pudiera leer lo que él escribía en el diario? Pero lo que más la asustaba no era esa pequeña intrusión diaria a los secretos de Ominis, sino que ya había podido ver su rostro en persona.
La noche de la ceremonia de selección, mientras Marie caminaba por el pasillo, una escena de un Hogwarts más antiguo superpuso a la de su época. Ahí, pudo escuchar como era nombrado por una profesora con cara afable, como Ominis recorrió el tramo de pasillo, ayudado por un joven de cabello oscuro, para sentarse en el pequeño taburete. El sombrero seleccionador lo adjudicó a la casa Slytherin, y Ominis, con gesto pesaroso volvió a levantarse para ser guiado por un profesor a la mesa correspondiente con su casa.
No vio nada más, pero en esos años no había podido sacar a ese chico de su cabeza. Aquel chico rubio con la mirada perdida. Poco a poco, espiándolo a través del cuaderno, había ido conociéndolo más. Sabía que era ciego y que escribía a vuelapluma en su cuarto cuando no había nadie. Que su familia, orgullosos herederos de Salazar Slytherin, lo odia por su condición. Conocía a sus dos mejores amigos, Sebastian y Anne, como si fueran los de ella misma. Sabía que su tía Noctua, había sido la única que lo cuidaba y apoyaba, igual, que había sido ella quien le había entregado, en su tiempo, aquel diario.
Durante cinco años, había ido empapándose de todo lo que Ominis escribía, como aquel que lee a trozos su novela favorita, y disfrutaba aquellos momentos. No había vuelto a tener una visión como el día de la ceremonia, pero el pensar que en algún momento pudiera pasar, la ponía nerviosa a la par que anhelosa.
Y con la imagen del rostro de Ominis en su mente, Marie se levantó de la cama. Tenía que comenzar su primer día de clases en quinto año, y no quería llegar tarde.
Sala comun de Slytherin Año 1890
—¿Ominis? ¡Ominis!
Ominis dejó su vuelapluma en la pequeña mesa del cuarto que compartía con Sebastian, su amigo. Hace unos días había recibido una lechuza de Anne animándole por el inicio de su quinto año, Anne estaba tranquila dentro de lo que ella ya traía en Feldcroft viviendo con Solomon, el tío de los dos hermanos Sallow.
—Ominis ¡Abre!
—Está abierto Sebastian—dijo el desde dentro—Pasa.
Ominis sabía de sobra que era su amigo desde hace cinco años, Sebastián Sallow: Algo chulo, muy bueno en las clases de la profesora Hecat y sobre todo un muy ávido lector, aunque fuese solo por un tema en concreto: Buscar una cura para su hermana Anne.
—¡Deja ya ese cuaderno Ominis! no paras de escribir con la Vuelapluma que te regalo tu tia Agatha, vamos fuera a ver si vemos a la nueva alumna.
Ominis recordó la noche anterior la curiosa ceremonia de selección a aquella chica que entraba directamente en quinto año, algo muy poco común pero aquello haría que fuera mucho más interesante a los ojos de los demás.
—Ya voy, dame un minuto
Ominis guardó su diario entre sus libros y pensó por un momento en algo que le dijo su tía Agatha cuando Noctua y ella le regalaron el diario y la vuelapluma:
—Querido Sobrino, esperamos que te gusten nuestros regalos—Dijo Noctua—
—Son muy útiles pero no se que voy a poder escribir aquí
—Sobrino mío—dijo Agatha poniendo la mano en su hombro cariñosamente—Puede que ahora no lo entiendas, pero cuando mas lo necesites...este diario te guiara en el camino de tu vida, recuerda nuestras palabras.
—Eso Ominis recuérdalo querido.
La tía Agatha no era su tía de sangre, él la llamaba tía pero la madre de Ominis no veía con buenos ojos que ambos hablasen...ambas eran dos amigas que vivían juntas y alguna noche había oído a sus padres hablar de que Noctua era una mujer que ''Promovió el pecado y la abominación'' él era muy pequeño para entenderlo pero no se iba a imaginar que ambas tendrían toda la razón.
ESTÁS LEYENDO
Las Hijas de Avalon [Una historia del universo Hogwarts]
FanfictionMorgana le Fay era la reina de la isla de Avalon. Muchos la conocen como una gran maga oscura de la edad media que podía convertirse a voluntad en pájaro, una de las primeras animagas. Pero no se sabe mucho más de esa historia. De su historia. La ve...