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- ¿Lo tienes?-

-No. Sé dónde está, pero no tengo un disparo limpio-

Leopold se pasó la mano por la frente, aquel maldito kislevita los tenía acorralados, ya había acabado con Henry y casi le vuela la tapa de los sesos a él. Sabían que el tirador estaba en una de las casas de enfrente. Habría bastado con dar un rodeo y cogerlo por sorpresa, pero las dos únicas salidas de la casa medio derruida donde se atrincheraban los dejaban expuestos a recibir un balazo.

-Es un Streltsi- Dijo Felix sin dejar de apuntar su arcabuz por un pequeño agujero, esperando la más mínima señal que delatara al kislevita.

-Supongo que es como dicen en Kislev "Tirador de puta madre", ¿No? - Replicó Leopold de mala gana. Cada minuto que pasaba, estaban en peor situación. Podrían llegar más compañeros de aquel tipo y asaltarlos, y por si fuera poco, no sabían nada del resto de la banda. Lo veía todo cada vez más negro.

Una hora después, seguía todo igual, todo envuelto en un incómodo silencio. Leopold había revisado la pistola una docena de veces ante la atenta mirada del cadáver de Henry que permanecía a varios metros fuera del edifico, envuelto por una nube de moscas, mirando con los ojos muertos al interior de las ruinas. A Leopold se le pasó por la cabeza la imagen de Henry levantándose y atacándolos. No era probable, pero era posible. Después de todo estaban en Mordheim, la ciudad de los condenados, donde cualquier cosa podía pasar. Sacudió la cabeza. Pensar de aquella forma era producto de la impaciencia y el nerviosismo. Sabía que no era bueno, y menos en la situación en la que se encontraban. Félix, sin embargo, permanecía tranquilo e imperturbable. No había cambiado de postura ni dejado de apuntar con el arma, esperando la más mínima oportunidad de tener a tiro al Kislevita.

Una detonación seguida de sonido de lucha rompió el silencio. Los dos hombres se miraron un segundo, y como si se leyeran la mente, salieron corriendo en dirección al edificio donde sabían que estaba el kislevita. Félix fue directo a la ventana que había estado vigilando, mientras Leopold entro por la puerta y giró a la derecha buscando la habitación donde debería de estar el tirador.El Streltsi estaba tirado en el suelo, junto a su arcabuz y la albarda que los suyos suelen utilizar como apoyo. Sobre el cuerpo había una mujer con el pelo rizado, de color castaño oscuro, vestida con un corsé de tela marrón y un vestido azul oscuro y raído por la parte baja.

- ¡Joder! - Gritó la mujer, poniéndose de pie de un salto al ver a Félix apuntándole por la ventada y al entrar Leopold, pistola y espada en mano, en la habitación –Me habéis asustado cabrones- Dijo bajando los martillos que empuñaba al reconocerlos –Siegfried y yo os estábamos buscando ¿Dónde Cojones estabais? - Les espetó.

-Acorralados por ese- Contestó Félix mientras entraba por la ventana -¿Está muerto?- Preguntó sin mucho interés mientras recogía el arcabuz kislevita y lo revisaba con interés.

-No lo sé- Dijo la mujer encogiéndose de hombros –Le he vaciado los bolsillos y no se ha movido-

-Es mejor que nos vayamos ya. ¿Dónde está Siegfried y los demás? - Preguntó Leopold, mirando por las ventanas para asegurarse de que el ruido no había atraído a visitas inesperadas.

-Siegfried está en la otra calle esperándome. De Dieter y Heinz nos separamos para buscaros. John y Viktor estan muertos. Nos cruzamos con un par de kislevianos de esos y pelearon duro. No tanto como nosotros, pero lo suficiente para llevarse por delante a esos dos-

Una mezcla de desaprobación y pena se apoderaron de Leopold. Henry, John y Viktor habían caído. Mo es que la muerte fuera algo extraño en las ruinas de la ciudad, ni siquiera en los campamentos, pero esos tres, junto con Dieter y Heinz, habían sido reclutados hacía apenas unos días y esta era la primera vez que exploraban juntos las ruinas. La primera y la última, al menos para tres de ellos.

-Bien, es suficiente por hoy, vayamos con Siegfried y larguémonos de aquí-

-Espera, creo este tipo sigue vivo- Dijo Gretchen después de registrar a fondo al kislevita - ¿Le rompo una rodilla, o lo mato? -

Leopold miró al hombre inconsciente en el suelo y lo pensó un segundo –No, no, déjalo, no es una amenaza. Que tenga una oportunidad de salir de aquí. Vamos- 

Crónicas de MordheimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora