Capitulo 10

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Liah

5:30 pm

Siento como si me hubiera pasado un camión encima

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Siento como si me hubiera pasado un camión encima. Mis piernas me duelen, el cuello me duele e incluso mis deditos me duelen.

Estoy debajo de lo que parece ser una sabana blanca sobre una superficie mucho más cómoda y blanda que la del sofá. Me remuevo con dificultad hasta que consigo ver los rayos del sol a una intensidad muy baja. Estoy en una cama y en una recamara que no conozco. Me quede dormida y el profesor me trajo aquí.

Tallo mis ojitos intentando despertar por completo y cuando mi vista mejora localizo a Jin cruzado de brazos junto al ventanal con un cigarrillo humeante en la boca. Solo lleva los boxers puestos, su torso sigue desnudo igual que yo.

—¿Ya terminó la hora de la siesta, Liah? —Pregunta con sarcasmo.

—Yo... yo... lo siento profesor, no quería abusar de mi estancia en su cabaña...

Lo veo expulsar el humo del cigarro. —Levántate y cámbiate, ya es hora de irnos. Dejé tu ropa en el baño. —Con su mentón señala una puerta de madera que al parecer es la del sanitario.

Me encojo de hombros con timidez y a continuación me esfuerzo para llegar hasta el extremo de la cama y cuando consigo sentarme enredo la sabana blanca sobre mis pechos. Me levanto temblorosa y un intenso dolor en mi entrepierna me hace casi caer si no es porque me sostengo de la mesita de noche junto a la cama.

De pronto escucho la malvada risita de Jin. —No puede ser Liah, y eso que no hicimos prácticamente nada.

Muerdo mi labio inferior cuando las imágenes de cómo me tomó en aquel sofá se hacen presentes. Si eso es hacer nada, no me imagino cuando use sus dichosos "juguetitos"

—¿Tiene algo para el dolor muscular, profesor? —Me vuelvo a sentar sobre la cama dándome por vencida. —No puedo llegar así a... a mi casa.

Jin se acerca posándose frente a mí, apaga su cigarro en el cenicero de vidrio sobre la mesita de noche y se inclina a mi cara. —Si, si tengo, pero me encanta verte caminar de esa forma por mi culpa.

El aliento a cigarro mentolado envuelve mis fosas nasales mientras mis ojitos recorren su pecho, su abdomen y el bulto debajo de sus boxers provocándome una agitación. Diablos Liah, contrólate por una vez.

—Por favor... —Le suplico con mi delicada voz.

Jin ensombrece su rostro y sus ojos se transforman en fuego. —Mhh... de acuerdo. —Recorre con su nariz mi mejilla. —Pero creo que no es el único problema que tienes, Liah.

Entrecierro mis ojos cuando una de sus manos se encarga de retirarme la sabana que esta cubriendo mi desnudez y yo no hago nada para impedírselo. Ahora su dedo índice derecho señala un punto en mi cuello mientras sisea con sensualidad.

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