MARTIN
Me despierto sintiendo como me retumba la cabeza y el cuerpo me pesa tanto que ni siquiera soy capaz de moverme o de abrir los ojos. Frunzo el ceño y me muevo.
Esta cama tan cómoda no es la mía.
Abro los ojos para inspeccionar el lugar, porque no tengo ni idea de dónde estoy.
Una manta suave y un edredón blanco me cubren la mitad del cuerpo. La habitación está completamente a oscuras salvo por la luz tenue que se cuela por la persiana, pero aún así puedo ver una mesita de noche a mi derecha, donde hay una pastilla y un vaso de agua, sin embargo, no tengo fuerzas suficientes para moverme. Al lado de la ventana hay un escritorio bastante grande con un montón de papeles y la funda de una guitarra descansa contra la pared, justo al lado.
En cambio, me olvido de ello cuando veo un marco con una foto encima de la mesa. Álvaro, Bea, Chiara y Juanjo están abrazándose en ella.
Un momento.
Una. Puta. Polla.
Cuando giro la cabeza casi doy un grito, pero me contengo. El corazón me late a toda prisa y tengo miedo de que pueda oírlo. Ni en mis mayores pesadillas me imaginé despertando en la habitación de Juanjo Bona.
Ni en su cama.
Trago saliva y lo observo mientras duerme a mi lado. Con los ojos cerrados y la respiración pausada parece otra persona completamente diferente. Tiene el pelo alborotado y algunos mechones le tapan la frente, y al estar girado hacia mí puedo mirarlo sin mucho esfuerzo. Le recorro las pestañas, la nariz, las mejillas y los labios con los ojos, intentando no perder detalle porque es bastante probable que nunca vuelva a tenerlo tan cerca.
Tardo en preguntarme qué hago aquí y cómo he acabado en su cama, con él, porque no me viene ningún recuerdo de ayer pasada la medianoche. Solo espero no haber cometido ninguna estupidez.
Me levanto como puedo, intentando moverme lo mínimo, paulatinamente, para no despertarle. Y gracias a dios lo consigo. Me tomo la pastilla que dejó en la mesita de noche haciendo una mueca y echo un vistazo alrededor. Encuentro mi sudadera encima de la silla que está delante de su escritorio y una vez me he puesto las zapatillas, salgo de la habitación en absoluto silencio, cerrándola detrás de mí despacio.
Escucho risas en cuanto cruzo el pasillo y me encuentro a todos desayunando en la mesa del comedor.
Y cuando digo todos es todos.
Rus y Chiara están prácticamente pegadas, hablando y riendo entre ellas, mientras que, al contrario, Paul y Álvaro están mucho más distantes que ayer, incluso me atrevería a decir que siento un atisbo de incomodidad entre ellos. Paul está comiendo en silencio y Álvaro escucha a Bea, aunque no parece muy concentrado en lo que le dice. Entro en el salón y automáticamente todas las miradas se centran en mí, así que intento ignorarlas mientras cojo una taza para hacerme un colacao.
—Buenos días, bello durmiente —me sonríe Rus, ampliamente—. ¿Has dormido bien?
Enarco una ceja mirándola fijamente, captando la intención de su tono enseguida.
—Perfectamente.
—¿No tienes resaca? —me pregunta Bea, claramente sorprendida.
¿Es que ella sí se acuerda de lo que pasó anoche?
Dios mío, tengo la cabeza hecha un lío.
—Un poco solo. Juanjo me dejó una pastilla para el dolor de cabeza —murmuro evitando mirarles, pero no sirve de mucho porque noto sus sonrisas de lejos.
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𝐭𝐡𝐢𝐬 𝐢𝐬 𝐰𝐡𝐚𝐭 𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐫𝐮𝐠𝐬 𝐚𝐫𝐞 𝐟𝐨𝐫 - 𝚖𝚊𝚓𝚘𝚜
Fiksi Penggemar»i'm still waiting by the phone you painted my life indigo kind of blue i hate to know everything turns kinda cold«