Alastor estaba dudoso, era un buen trato, pero simplemente no confiaba en el rubio.
-¿Yy?- Pregunto cansado de tener el brazo extendido por tanto tiempo.
Con un movimiento rápido, ambas manos fueron estrechadas sellando el trato.
-Trato, su majestad- Al tener la mano del más bajo estrechada con la del, hizo un movimiento en cuestión de segundos para que ambos quedarán a centímetros de distancia.
Una mano del más alto viajo a la cintura del soberano sintiendo lo pequeña que era.
El rubio sin saber que estaba pasando simplemente estaba intentando procesar.
Alastor agacho su cabeza haciendo que choquen sus respiraciones entre sí.
Lucifer estaba cada vez más nervioso y un rubor se hizo presente en su rostro.
- Si me permite mi rey, como pondré mi vida para proteger este hotel y a su hija, voy a salir herido en muchas ocasiones, así que, me gustaría añadir una condición más- Susurro en el odio del rubio con su voz "natural".
- ¿Q-Qué co..condición? - La voz del Alfa sin la radio era más grave y eso lo ponía más nervioso sobretodo por que la mano del contrario estaba jugando con su cintura.
- Me entere que su sangre es curativa, así que me gustaría tomarla si me llego a herir- Bajo cuidadosamente al cuello del contrario.
La respiracion de Lucifer estaba sin control, sus manos simplemente viajaron al pecho del contrario en un intento de empujarlo, pero no lo consiguió, quizá al tener un Alfa como Alastor tan cerca de él y en ese contexto a su omega le gustaba...NO, no le puede gustar ese Alfa.
-¿Q-Qué carajos dices...uhm.?- Un leve quejido salio de los labios del rubio, el gerente sin un poco de vergüenza empezó a lamber un poco de su cuello tan blanquecino parecido al color de la nieve.
El plan era poner nervioso al soberano solo para obtener su sangre, pero por alguna razón no podía controlarse, su alfa pedía de ese lindo rubio, sin ningún tipo de control sobre su cuerpo la mano libre fue a parar a l cintura del contrario.
Sin tener consciencia de sus acciones pego el cuerpo del contrario al suyo, mientras que boca se encargaba de dejar leves marcas rojizas en el cuello del soberano.Unos quejidos bajos salían cada vez más de la boca del soberano.
Ninguno de los dos tenían el poder de su cuerpo, simplemente se dejaron llevar.
- ¡PAPÁ!- Se escucho la voz de Charlie desde afuera de la oficina la cual seguido toco la puerta.
En un movimiento rápido y regresando a sus casillas, el rey empujo al gerente lejos de el.