"Sueños y Observaciones"

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CAPITULO 3:

CHIARA:

En medio del caos de risas y desorden del salón de clases, me encontraba sentada, esperando ansiosamente al profesor para comenzar mi examen. El aire estaba lleno de bolas de papel que volaban de un lado a otro, una guerra de papel improvisada que había estallado entre los estudiantes.

Justo cuando estaba revisando mis notas por última vez, una bola de papel me golpeó en la nuca. Sorprendida, me sobé la nuca y me giré, dispuesta a enfrentarme al responsable.

-¿Quién fue el idiota que...?- comencé a decir, pero me detuve al ver a Dylan agachado, recogiendo la bola de papel.

-Oh, perdóname, Chiara- dijo Dylan, levantándose y mirándome con una expresión de disculpa. -No fue intencional. Estaba apuntando a Jackson-

Lo miré, un poco sorprendida. -Está bien, Dylan-, respondí, tratando de ocultar mi nerviosismo. -Solo... intenta apuntar mejor la próxima vez- Dylan sonrió, asintiendo.

-Lo tendré en cuenta- dijo. Luego, su expresión se volvió más seria. -Oye, Chiara... quería decirte algo- dijo, acercándose lentamente a mí.

Justo cuando Dylan se acercaba, me puse cada vez más nerviosa. Pero antes de que pudiera decir algo, un grito estridente me sacó de mi ensoñación.

-¡Chiara, levántate ya!- La voz de mi madre resonó en mi habitación, sacándome de mi sueño.

Intenté ignorarla, queriendo volver a mi sueño, pero la puerta de mi habitación se abrió de golpe. La cobija fue arrancada de mí y las luces se encendieron. Entreabrí los ojos, parpadeando ante la luz brillante, y vi a mi madre parada en medio de la habitación, mirándome con desaprobación.

-Chiara, ¿cuántas veces tengo que llamarte? ¡Ya se te está haciendo tarde!- regañó mi madre. -No puedes seguir durmiendo todo el día, tienes responsabilidades.

Me levanté de mala gana y me preparé para el colegio. Al llegar, encontré a mis amigas sentadas en las bancas frente a las escaleras.

-Hola, chicas- saludé, tratando de ocultar mi cansancio.

Ya en clase de química, mientras resolvía los interminables ejercicios, la puerta se abrió y todos comenzaron a cantar cumpleaños. Confundida, me volví hacia mis amigas.

-¿Y eso?- pregunté. Mis amigas se encogieron de hombros.

-No tenemos idea, Chiara- respondieron. -También nos parece extraño.

En ese momento, dos de mis compañeros entraron con un enorme arreglo de dulces y se lo entregaron al profesor, deseándole un feliz cumpleaños.

-¿Es el cumpleaños del profesor?- me pregunté. Pero, sinceramente, no me importaba. Estaba feliz de que la tediosa clase de química se hubiera interrumpido.

...

Ya en las mesas del patio, todos se reunieron para cantar el cumpleaños al profesor y tomar fotos. Una vez terminada la canción, todos se sentaron, esperando su pedazo de torta. Mientras cortaban la torta, entré al salón para buscar agua.

Al entrar, vi a dos de mis compañeros parados en las sillas frente al aire acondicionado, con las camisas desabrochadas. Arrugando la cara con disgusto, murmuré para mí misma.

-¿Quiénes se creen? ¿Piensan que están en un centro nudista o qué? Seguro son gays- Intenté no demorarme para salir rápido de allí.

Ya afuera con mis amigas, comencé a contarles lo que había visto.

-Chicas, no van a creer lo que acabo de ver en el salón- comencé, mi voz llena de incredulidad.

-¿Qué pasó, Chiara?- preguntó Sasha, su interés despertado.

-Bueno, fui a buscar agua y vi a dos de nuestros compañeros parados en las sillas frente al aire acondicionado, con las camisas desabrochadas- expliqué, haciendo una mueca al recordar.

Mis amigas y yo nos reímos, disgustadas con la escena que acababa de describir.

-Eso es bastante terrible- dijo Isabella su rostro arrugándose en una mueca.

-Tienes razón, ese no es precisamente el tipo de comportamiento que esperarías ver en un aula- Sasha añadió

Después de nuestra breve charla, giramos colectivamente nuestras sonrisas de vuelta a nuestro semblante habitual, y nos dirigimos al baño. El retiro momentáneo fuera del bullicio habitual de la escuela nos brindaba un espacio para charlar un poco y hacer pequeños ajustes en nuestro uniforme.

Una vez que terminamos, salimos de los baños y volvimos al patio. Allí, en la mismísima mitad del patio, estaba Dylan, la persona que prácticamente dominaba la mayoría de mis pensamientos.

Dylan estaba exageradamente inclinado hacia un lado, como si intentara llegar a algo en el suelo sin doblar las rodillas. Tenía una expresión aburrida en su rostro.

Las chicas y yo nos quedamos atónitas ante la extraña postura de Dylan. Miré a  Isabella y a Sasha, esperando que tuvieran una explicación a esto. Ambas parecían tan perdidas como yo.

-¿Qué demonios está haciendo?- preguntó Sasha, su voz desprovista de su habitual ironía. Isabella simplemente encogió los hombros, igualmente desconcertada.

No podíamos entender lo que estaba sucediendo, pero no puedo negar que esa extraña postura, a pesar de todo, acentuaba los rasgos atleticos de Dylan. Agachada como estaba, resaltaba más la musculatura de sus brazos y de su espalda.

Sasha y Isabella continuaban murmurando entre ellas, tratando de suponer qué hacía Dylan. Sin embargo, para mí fue un momento de absoluta maravilla. Ver a Dylan, el chico que le gustaba, en una situación tan 'humana', tan fuera de su habitual pose de chico popular del instituto, me hizo verlo bajo una luz completamente nueva.

-Aunque se parezca a la Torre de Pisa, sigue siendo atractivo- dije, una pequeña risa escapando de mis labios. Mis amigas me miraron sorprendidas, luego se rieron también. En ese momento, sólo nos importaba disfrutar de la escena y divertirnos a costa de ella.

Después de ese incidente, las tres volvimos a nuestros asuntos. Pero yo me quedé un poco más, observando a Dylan mientras volvía lentamente a su postura normal. Me pregunté si alguna vez tendría el valor de hablarle. Pero por el momento, anhelar a Dylan desde lejos se sentía como el lugar más seguro para mí.

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CONTINUARÁ...

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