Introducción

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Crystal estaba devastada debido a la reciente pelea con su padre, ella tocaba su mejilla, que dolía y estaba roja debido a la bofetada que le dio, y se resaltaba más debido a su suave y lechosa piel

-Crys, levántate, vas a conocer a tu nuevo guardaespaldas- Dice Jack Esmeralda, su padre

-¡¡¿Qué!!? Pero yo no quiero un guardaespaldas- Crystal se levanta y lo mira con el ceño fruncido, sus ojos azul cielo estaban llenos de lágrimas pero se las limpia rápidamente debido a que no quería mostraste débil

-No me interesa, eres necia, rebelde y terca así que no me queda de otra, no me sorprendería que intentes escapar- Dice Jack en tono venenoso y enojado, sintiendo que perdía la paciencia

-Ahora cállate, ponte presentable y sígueme, vas a conocerlo ahora mismo- Dice Jack antes de cerrar la puerta de un portazo

Crystal rueda los ojos y se arregla su vestido color rojo, no podía creerlo, ¡¡ya no era una niña!! ¡¡Tenía 21 años!! Ella sale y se aferra del brazo de su padre para caminar por los largos y lujosos pasillos del castillo

-¡¡Díaz!!- llama Jack mientras que soltaba el brazo de su hija y da unos pasos hacia atrás

-Esta es mi hija, Crystal, la vigilarás todo el tiempo, todos los días, ¿entendido?- Dice el mayor, no dándose cuenta de que el pelinegro estaba casi babeando por la joven, sus pupilas estaban dilatadas pero no se notaban debido a sus ojos negros, que estos estaban ligeramente abiertos debido al shock, su corazón latía rápido y sentía que iba a salir de su pecho y aterrizar en su delicada y suave mano, ya que sentía que ya le pertenecía a ella ¡¡y eso que se acaban de conocer!!

-¿Díaz?- Dice Jack confundido debido a que el contrario no decía ni una palabra desde que entró la dama

-Ah...si mi rey- Sebastian logra hablar y Crystal se estremece debido a su voz profunda

-los dejaré solos para que se conozcan- Jack sale de la sala del castillo, dejando a la pareja sola

-Hola...- Dice Crystal un poco incómoda -me llamo Crystal Esmeralda, la princesa a la que debes...cuidar- ella dice esto último en un tono de molestia

Pero ese sentimiento se esfumó cuando Sebastian toma su mano delicadamente y le planta un dulce beso en el dorso de este, Crystal se sonroja levemente al sentir sus labios y su barba

-Me llamo Sebastian Díaz- Él se arrodilla y desde abajo la mira en una mezcla de admiración y amor, estaba claro que está embobado por la joven -encantado, dígame, que puedo hacer por usted...¿muñeca?-

Gusto CulposoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora