or hide in the closet

Parte 3: Orejas de osito

—¿Por qué estás despierto tan temprano? —Harry se encoge de hombros, arrastrando las sábanas hasta llegar a la llave de agua e inclinarse para beber—. No deberías beber agua cruda, Harry...

—Es agua, Louis —responde simplemente.

—Usualmente, no estás despierto a esta hora. Apenas son las dos de la tarde... —Louis cambia de tema, mientras mira a Harry revisar el refrigerador.

—Aún tengo un poco de sueño —le comenta.

—¿Tienes frío? ¿Quieres que le suba a la calefacción?

Harry sale del interior del refrigerador para sonreírle a Louis y negarle. Tiene su gorro puesto otra vez, pero Louis decide fingir que no lo ha notado para no detenerlo de ir a descansar.

—No, así está bien. —Harry logra conseguir un pastelillo del refrigerador, el mismo que Louis dejó la noche anterior para él.

Para su sorpresa, Harry no regresa a la habitación, en cambio, llega hasta la sala y se sienta a lado de Louis; se envuelve en la sábana tan bien que Louis tiene que sonreír.

—¿Qué estás viendo?

—Nada, solo un poco de nieve. Se está derritiendo, así que seguro viene la verdadera pronto. —Harry asiente a lo que dice, llenándose de migajas. Quedan así mientras Harry termina de comer.

Como es de esperarse, Harry no tarda en caer dormido sobre el hombro de Louis, quien no tiene más remedio que cargarlo hasta la habitación. No quiere mentir, y es que Harry aumenta de peso cuando comienza a hibernar, así que le cuesta más de lo normal subirlo por las escaleras, pero es un triunfo cuando lo deja sobre la cama y lo envuelve con otra sábana más para que no esté incómodo. Lo que hace antes de irse es quitar el gorro que esconden las orejas de Harry; las acaricia, haciendo que el rizado se haga más pequeño entre las sábanas.

Justo en la oreja izquierda de oso, Louis ve la marca que tanto dolor le causa. Y es que todo fue complicado antes de que Harry le acompañara a escoger los edredones que usaría durante su hibernación, antes de que el asunto dejará de avergonzarlo. Muchas noches, Louis se sigue sintiendo culpable y odia pensar que regresaran a ese punto, porque una noche Louis despertó y Harry no estaba en la cocina devorando toda la comida.

Harry había estado en la habitación de invitados, dentro del baño y con unas tijeras. Cuando Louis se dio cuenta, Harry ya había hecho una gran cortada en su oreja izquierda mientras trataba de lastimarse la otra. Fue la primera hibernación de Harry que no tuvo que pasar en casa.

—Oye —Harry susurra adormilado—, te amo —termina de decir, sabiendo en qué Louis se ha perdido pensando.

—Lo siento, te desperté —le responde en susurros.

—Está bien, ¿puedo tener una sábana sobre mi cabeza, por favor? Me da escalofríos... —Louis le asiente y lo ayuda. Apenas quedan sus ojos entre tanta tela.

Louis lo entiende, que a Harry le costó aceptar ese proceso que le habían dicho que no era normal. Sabe que Harry solo está acostumbrado a usar la gorra, no porque quisiera ocultar sus orejas. Ya no más, ya no es así.