Capítulo 1: Promesas

670 85 42
                                    

Lectores bellos, ¡feliz día! Gracias por siempre estar, votar, comentar y dar sus impresiones, los autores siempre les vamos a amar mucho, ¡nunca cambien!

Espero les guste esta historia (si son gentecita que ya la estaba leyendo, los cambios que se encuentren, no serán drásticos, ojalá los amen como yo)

Los invito a unirse a mi canal de Whatsapp, donde comenzaré a pasar avances de mis próximos libros, anunciando actualizaciones y, si me animo, a mostrarles mi lado más pndejo, jsjsjs. Pueden ir a mi Instagram a pedirme el link (dennise_rodriguez22)

________________

PALOMA

La última vez que llegué tarde a un lugar, fue a casa, y por ello tuve que pagar una deuda que ni siquiera era mía. Un grupo de hombres me gritaron, me golpearon y me dieron una fecha límite de pago que, por fortuna, se cumplió hace casi dos años. Lo recuerdo bien. Ese día conocí a mi único y verdadero amor. Mi Mariano.

Por eso me prometí a mí misma jamás llegar tarde a ningún otro lado y ser el ser con la mejor puntualidad que conocieran.

No obstante, voy diez minutos tarde a mi primera entrevista de trabajo en meses, corriendo por las soleadas y calurosas calles de Hermosillo, visualizando el edificio que ya me queda a una cuadra. Estoy toda sudada y sucia; me tropecé con un vendedor ambulante hace dos cuadras y en ese preciso momento estaba entregándole a un cliente su vaso de agua de Jamaica. La blusa blanca de botones que Andrea me prestó para ir formal, está marmoleada de rojo y hasta traigo un par de flores de Jamaica pegadas en el lugar de mis costillas. El olor es fuerte pero trato de ignorarlo porque me interesa más llegar al edificio. Necesito mucho este trabajo, caray, no puedo dejarlo ir así nada más.

Estoy tan agitada que, cuando llego a la recepción, le digo mi nombre por partes a la chica que se encuentra ahí. Ella incluso me da agua, que seguramente le pido, porque escucho cómo me dice que me lo vaya tomando en el camino y que me apresure a tomar el ascensor, que debo ir al piso dos.

—¿Eres Paloma Lagos? —Escucho una voz femenina al salir del ascensor. Ya estoy más calmada. Parece que me estaba esperando porque, una vez que asiento, me pide acompañarla a un escritorio donde me hace sentarme en una silla, para luego recargarse en el pilo del escritorio—. ¿Tienes alguna experiencia como asistente? ¿Trabajaste antes en alguna empresa agrícola?

Se cruza de brazos, mirando mi ropa, seria, lo que me hace pensar que, por haber llegado tarde, está tratando de ser paciente con todas sus fuerzas a pesar de que, probablemente, ya la saqué de quicio. Yo estoy tan nerviosa porque, una parte de mí, sabe que, por llegar casi veinte minutos tarde, ya tengo perdido este trabajo. Ella debe ser la jefa, la he ofendido de algún modo por no ser responsable con el horario.

Resignada al rotundo no, digo la verdad.

—Honestamente, no, señorita. —Me aguanto las ganas de ponerme a llorar como una niña pequeña porque sería tan vergonzoso—. Pero soy organizada y puntual... vale, hoy no fue el caso, pero podría...

Ella asiente cuando nota que no me puedo ni defender, pero no llega a decirme nada, su teléfono entona una notificación y lo toma, parece que le llegó un mensaje.

Yo, ya dándome por vencida, me levanto para irme. Qué vergüenza, de verdad, soy un desastre andante. Por supuesto que la puntualidad es lo más importante para este tipo de trabajos, solo le hice perder el tiempo.

—Paloma, espera. —Me llama cuando estoy abriendo la puerta—. Estás contratada, inicias mañana, ¿estás de acuerdo? Solo sé puntual esta vez, ¿vale? Al jefe le gusta mucho la puntualidad.

Te debo mi odio©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora