↷❝ (𝟎𝟒) ❞↶

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POV OMNISCIENTE

Roier llegó a casa luego de pocas horas, estaba con la mente revuelta por las tantas emociones que experimentaba en ese momento.

Estuvo todo lo que restaba se su jornada laboral pensando en Spreen, en como se veía o actuaba, ja, luego recordó la pelea que había tenido con su esposo, ahora seguramente le reclamaria por su jefe y...espera, ¿Ya le comento quién era su jefe?, mierda.

Dejó su mochila y se sentó en el sillón mirando la sala sin un punto fijo, era cierto, en ningún momento le había comentado quién era su jefe,  y no podía siquiera decirlo, no claro que no, en su mente pasaba la idea de que:

• Si Natalan le preguntará por quién le regaño y le dice que era su jefe y Natalan le preguntará quién era, y le decía a su esposo a lo resumido "ho si cariño perdoname pero no te mencioné que era Spreen, mi ex crush de la secundaria" era claro que acabaría todo mal.

Natalan era de ese tipo de personas que llegaban a ser resentidas por toda la vida (jaja yo, like si también son) y más con la gente que dañaba a los que quiere, y Spreen es de los que están en su "Lista negra", no quería provocar problemas tanto con su ahora jefe que con su esposo y su matrimonio.

–Mierda...– masajeó su rostro un poco empezando a estresarse, ahora otra preocupación se le había unido a su lista de preocupaciones.

Pronto escucho pasos cerca y cerró sus ojos cansado, escuchando pronto como alguien estaba acercándose a dónde estaba el.

Natalan había llegado con un montón de bolsas de compras, y se había sorprendido de que su esposo yacia en la casa, rápido bajo las bolsas y miro a su marido con nervios.

–Crei que ... tardarias más– murmuró a lo bajo Natalan, rascando un poco su cuello.

–Y yo creí que seguirías en el trabajo– rodo los ojos, estaba listo para escuchar las quejas de Natalan.

–ho ... de seguro tienes hambre, deja preparo la cena– hablo intentando animar el ambiente, Roier le miro con confusión y rareza, Natalan ladeó la cabeza mostrando una sonrisa dulce– ¿Qué?

–Natalan, ¿Estás bien?– pregunto con la misma expresión, el mencionado simplemente rio.

–Si lo estoy tonto, deja ya vuelvo, ni te asomes, es sorpresa– comento empezando a ir con las bolsas hacia la cocina.

Roier se quedó sentado en el sillón, procesando lo que acababa de pasar, ¿Natalan no le reclamo?, ¿Acaso Natalan, NO le reclamo?, eso estaba empezando a ser sospechoso, aunque pensándolo mejor, simplemente decidió dejarlo pasar.

...

Había pasado un buen rato y desde la cocina llegaba a sentirse el aroma de algo delicoso, llamando bastante la atención de Roier, ¿Que era lo que su esposo preparaba?, de alguna manera se le hacía bastante familiar, y la verdad es que ya tenía hambre, quería asomarse pero simplemente se quedaba mirando su teléfono para distraerse, aunque pensándolo bien, nunca había hecho caso a lo que su marido le decía, así que se levantó dispuesto a acercarse a la cocina, aunque la voz de Natalan le hizo sobresaltarse.

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