VI

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Rosé guiada por Lisa, comienza a sumirse en las experiencias humanas, desde ruidosos y excitantes conciertos hasta la tranquilidad de las bibliotecas. Observa cómo la gente ríe, llora, ama y se apoya mutuamente en ciertos momentos de necesidad.

En un principio, la naturaleza caótica de la vida humana desconcierta a Rosé. Sin embargo, a medida que pasa tiempo entre ellos, comienza a captar la belleza de sus imperfecciones. Con cada encuentro, Rosé absorbe la diversidad de la humanidad. Varias veces se vio contagiada por la risa de los niños, comenzaba comprender de mejor maner la confidencialidad entre amigos y esa chispa romántica que nacía entre los humos y los convertía en parejas.

Aprendiendo a comer, dormir y soñar como los humanos, Rosé experimenta la gama completa de emociones humanas. Descubre que el amor no solo se encuentra en los grandes gestos, sino también en los pequeños momentos compartidos, como un abrazo reconfortante o una sonrisa cálida, ni que es exclusivo entre dos personas de manera romántica, hay distintos tipos de amor que se dan entre amigos y familiares.

Amor era lo único que a Rosé le faltaba experimentar de propio, aunque ya se había hecho la idea de que jamás llegaría a sentirlo. Tenía a Lisa, amor de amistad, especialmente el de ella era más que suficiente.

Un día, mientras las dos ángeles compartían un atardecer en un parque, Lisa se percata de la luminosidad de la emoción en los ojos de Rosé ante la vista. Puede ver la fascinación y la alegría en cada expresión, pero también percibe algo más profundo, estas tres semanas pudo evidenciar la evolución de su amiga. Su curiosidad se transformó en comprensión y su asombro se convirtió en empatía.

La manera en que Rosé absorbe cada detalle del mundo humano, cómo sonríe con complicidad ante las pequeñas alegrías y cómo se conmueve frente a tragedias humanas, todo esto le indica a Lisa que ha llegado el momento de acompañarla en su travesía hacia lo más desconocido en busca de respuestas.

—¿Te sientes preparada? — preguntó Lisa

— Eso creo — contestó Rosé

— Ganarse la confianza de alguien, te advierto, es mucho más díficil que solo observar y estudiar a las personas como lo hemos estado haciendo — reparó Lisa.

— Lo tengo presente — dijo Rosé sin dejar de mirar el atardecer

— En un momento pensé en volver — volvió a hablar la rubia — creí que estaba haciendo esto sin propósito alguno, que era una tontería. Pero cuando comencé a ver a las personas de otra manera entendí que no. No son solo almas a juzgar en el momento de su muerte, hay historias detrás, de amor y pérdida, de triunfo y tragedia, de sueños cumplidos y esperanzas rotas. Tienen sus propias luchas internas. Son seres increíblemente complejos y creo que los ángeles deberíamos aprender más de ellos.

— Te volviste todo una experta en humanos — bromeó Lisa y Rosé quien ya entendía un poco mejor el humor, sonrió.

— Dime ¿crees en el destino? — preguntó la mayor.

— No lo sé, al menos para nosotros es que fuimos creados con un único propósito — replicó Lisa

— Me fascinan cada una de las historias de las personas y quiero conocerlas en profundidad, pero — Rosé se detuvo

—Jennie Kim — pronunció la menor y la contraria asintió

— Es la historia de ella la que más me interesa saber por sobre todas las demás. Me absorbe. — explicó Rosé — ¿Crees que tenga algo que ver con el destino?

— Averígualo tu misma— sugirió Lisa.

— Supongo que eso haré — suspiró la mayor.

— ¿La has visto últimamente? — preguntó Lisa

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⏰ Última actualización: Feb 11 ⏰

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Más Allá de lo Divino || CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora