02. To love and to cherish, until parted by death.

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https://youtu.be/3joV0nUpKhY?si=B-T_an0KmIfV3wfX
(Recomiendo leerlo con la música de arriba)

-¿Entonces usted quiere un perro?

Vaya que la edad si le estaba afectando. Se sentía demasiado avergonzado de sí mismo como para mirar a los ojos a la joven peliroja, sentía que si cruzaban miradas esta iba a poder ver exactamente la razón por la que se encontraba ahí, tan temprano en un 14 de febrero.

-Pues sí, cualquiera me sirve -dijo intentando sonar desinteresado.

Aunque era verdad que no sabía ni que buscaba. Llevaba unos días sintiéndose demasiado tranquilo tanto que le costaba acostumbrarse a esa sensación, y más que nada, se sentía demasiado tranquilo al lado del comisario que lo ha estado apoyando en todo. Hasta en hacerle la corbata cada mañana. Por lo que después de escuchar a Gordon los últimos días con muchos nervios intentando planear el evento perfecto para pedirle matrimonio a Gustabo, sin pensarlo demasiado había decidido regalarle algo a Freddy.

-¿Qué hará usted hoy, señor superintendente? -le preguntó la agradable muchacha intentando hacer conversación mientras caminaban hacia las jaulas de perros.

-Nada, la ciudad no descansa y yo tampoco -respondió a secas, desviando la mirada hacia todos los perros que emocionados saltaban o ladraban asustados.

-Pero es San Valentín, ¿No va a regalarle nada a su esposa?

Oh Julia, su dulce y amada Julia.

-Yo no tengo esposa, ella falleció hace mucho.

Conway se quedó ido mirando a la joven a la cara. Podría ser el cabello rojo, pero algo en aquella joven le empezaba a recordar demasiado a su difunta esposa, aquella a la que había prometido amar hasta el final de sus días y que ni la muerte los podría separar.

De pronto quería salir de ahí y buscar aquel árbol donde los recuerdos de su esposa yacían descansando. Se sentía sucio, ¿qué hacía buscando un regalo de San Valentín para alguien que no es la persona a la que juró amar?

-Lo siento mucho, señor superintendente.

La joven notó como aquellos ojos se volvían oscuros y vacíos, como si la vida del superintendente se hubiese esfumado en el aire en busca de querer reunirse con su difunta esposa. No pudo evitar sentir pena, tristeza pero tampoco podía olvidar la escondida emoción con la que el mayor había llegado al refugio preguntando por un perro.

Conway se sentía perdido, empezó a ver en la joven a Julia. Tan bella como el último día que la vio, con el cabello rojizo como las rosas que solía regalarle. Deseaba tanto poder explicarle que aún la seguía amando pero que también sentía algo muy profundo por el hombre de cabello negro que se divertía torturando a malandrines con él.

-Disculpe que me entrometa -pausó, esperando que el mayor la dejase continuar-, pero, ¿para quién es el perro que está buscando?

Sacudió su cabeza al escuchar a la joven y pronto Julia desapareció de enfrente suyo.

-Quizá esté abusando demasiado de confianza pero... -pausó sacando su teléfono y buscando algo entre sus fotos-, mi madre y yo perdimos a mi padre hace 15 años -extiende su mano con el teléfono hacia el mayor-, mi mamá lo ama demasiado y se rehusaba a amar a alguien más que no fuese él.

Conway miró a la chica bajar su mirada y buscar entre las fotos de su teléfono de nuevo.

-Hasta que, un día volví a casa para llevármela porque se encontraba muy mal mentalmente -suspiró con nostalgia-, haciendo sus maletas me encontré una caja llena de cartas de mi padre hacia ella, y había una en especial, en la que mi padre en sus últimos días había escrito una carta diciéndole a mi mamá:

ONESHOTS FREDWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora