03. Sweet Lies (+18)

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-Alejate de mi puta cara, no te quiero ver ahora mismo.

Los dos hombres se encontraban saliendo de un túnel localizado en un lugar bastante alejado de la ciudad y la civilización. Detrás de ellos venía un hombre rubio, una mujer pelirroja y un hombre de cabello corto que traía un corazón rapado en su cabeza.

Freddy se adelantó y dejó atrás al superintendente quién intentaba acercarse pero el otro seguía negándose a verle a la cara o si quiera querer escucharle.

-Déjame explicarte porque yo no tengo nada que ver en esta mierda -espetó con desesperación, a pesar de no demostrarlo en su expresión debido que aún se encontraban los demás miembros del CNI cerca y el propio nivel ocho podría estar observándoles a lo lejos.

Minutos antes habían estado reunidos con el CNI, más específicamente con el nivel ocho, quienes están incluso más arriba que Conway. El misterioso hombre enmascarado había venido a recordarles que todos y cada uno de ellos son solo unos peones que podrían desechar cuando ya no fuesen útiles para ellos. Pero aún peor, había vuelto para restregarles en la cara que ellos tienen control sobre sus familias y que con cualquier movimiento en falso, un cuchillo podría atravesar el corazón de sus familiares.

-No hay nada que explicar. Me ha quedado claro que eres una rata de mierda -escupió Freddy.

En la reunión, el comisario se había enterado que Conway le había estado ocultando todo este tiempo que tanto Gustabo, la directora de los EMS y hasta el mismísimo planchabragas de Isidoro eran miembros de la CIA. Freddy se sentía bastante traicionado porque al final Toro tenía razón, realmente se había convertido en el perro de Conway y un peón para los altos cargos. Pero más que nada, que Conway le haya estado mintiendo en la cara todo este tiempo le había dolido aún más, que la única persona que tenía a su lado traicione su confianza de tal manera después de haberse prometido que se ayudarían mutuamente a recuperar a sus hijos, dolía demasiado.

Freddy sacó una ganzúa de sus bolsillos y abrió la puerta de un auto viejo que parecía haber sido abandonado ahí hace algunos días. Se subió en éste y cortó los cables para encender el coche. Por el rabillo del ojo notó que el superintendente se acercaba nuevamente pero antes de que éste pronunciara una palabra cerró la puerta con fuerza haciéndola chirriar debido al golpe.

-Todo esto lo hice por tu hijo, por Gustabo, por Gonzalo, incluso su familia y por ti -dijo conway desesperado apoyándose levemente en la ventana-. ¡Sal y hablemos!

-Alejate de mi puta vista, no me hagas repetirlo.

El comisario arrancó el auto de golpe y salió de allí lo más pronto posible. Su cabeza no paraba de punzar debido a las fuertes emociones que estaba atravesando, se sentía demasiado herido, traicionado, preocupado, desesperado y tantas cosas más que solamente deseaba poder darse un cabezazo contra una pared. No se consideraba un hombre capaz de llorar pero quizá después de tantos años acumulando lágrimas ahora empezaba a sentir un nudo formarse en su garganta, ya no sabía que hacer.

-Gustabo, vete con los demás -ordenó al rubio que se encontraba a unos metros detrás suyo-, yo me encargo de Freddy.

Se subió con rapidez en uno de los coches que habían usado para llegar de incógnito al lugar de encuentro y arrancó de inmediato para seguir de cerca el coche de Freddy. Sacó su teléfono y buscó el número de Freddy y lo llamó pero fue rechazado después de un segundo. Siguió intentando pero las llamadas seguían siendo rechazadas.

Freddy dió una vuelta repentina metiéndose en una calle estrecha rodeada de árboles que sabía que siempre estaba sola ya que había sido diseñada para caminar pero no para entrar en coche. En su intento de querer despistar a Conway, no se dio cuenta que una fuerte lluvia había empezado a caer sobre la ciudad provocando que el camino de tierra se volviese inestable provocando que las llantas del viejo carro se atascaran en el barro.

ONESHOTS FREDWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora