Capítulo 2.

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The Marshall family

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The Marshall family.

Hay dos tribus en la isla. Los kooks —los aburridos—. Y los pogues —la gente guay—. Bien, pues las dos chicas del grupo de John B, Pope y JJ, vivían entre ambos mundos.

Economía kook. Vida pogue, aunque a los padres de Kiara no les hacía ninguna gracia los amigos de la misma, exceptuando a Calíope.

Calíope. Un nombre raro, pero hermoso a la vez, un poco como ella. Era muy friki aunque no lo parecía, ya que siempre llevaba ropa de última moda y de marca, además de muy bien arreglada, pero sabía cosas que el resto no. Sobre todo en el tema de cine. Pero a la vez, la castaña era hermosa. Cualquiera se podría perder en su mirada, su pelo, su manera de ser... Lo que sea.

Ella y JJ eran amigos desde los seis años. De hecho, eran mejores amigos. El rubio o estaba en casa de la castaña, o de John B. Pero, ¿en la suya? Apenas pasaba por ese infierno.

Después estaba John B, el cual fue abandonado por su madre a los 3 años, su padre estaba desaparecido hacía ya 9 meses y su tío... No tenía ni idea donde estaba.

Por último, Pope era el más inteligente del grupo y el que impedía que Ali, JJ o los dos hicieran estupideces, aunque nunca lo conseguía.

Eso eran los pogues. Y se amaban así.

—¿Has visto lo de Agatha? Esa perra nos va a quitar todo lo que tenemos. —el rubio se quejó mientras caminaba detrás de la castaña, llegando a la cocina de la misma, ya que estaban en la casa de ella—

—Lo sé. —suspiro— Haré lo que pueda para ayudaros. —afirmó mientras abría la nevera—Seguro que mi padre puede hacer algo.

—Oh, sí. El dios de la tecnología. —sonrió burlón, apoyándose en la encimera de la cocina—

La chica rodó los ojos mientras miraba si había algo para comer.

—Como mi padre te oiga decir eso, estás muerto.

—¿Qué no tengo que oír? —preguntó Hefesto Marshall—

Hefesto era un hombre que parecía serio, pero en realidad era muy juguetón teniendo espíritu pogue como toda la familia Marshall. Ese hombre era muy elegante e inteligente.

—Que es un genio, señor Marshall. —el rubio intentó disimular—

—Te he dicho que me llames Hefesto, niño. Me haces sentir como un viejo. Y eso no me lo creo. —hablaba mientras iba donde su hija y cogía una botella de zumo de naranja de ahí—

—Lo digo en serio. —se intentó defender mientras veía como la chica estaba indecisa— ¿Por qué no simplemente coges unas galletas?

Ella asintió estando de acuerdo, cerró la nevera y fue hacia los armarios. Miró al adolescente, aunque él ya estaba ahí para ayudarla a causa de la gran diferencia de altura.

Invisible String - JJ MaybankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora