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Las fiestas del Pilar, en resumen, fueron inolvidables.

El grupo hizo de todo durante las fiestas; bolos gratis, fiesta y lo más importante, la ofrenda del Pilar, día de especial importancia para Juanjo, puesto que fue invitado a cantar jotas por parte de su academia de canto.

Era la primera vez que Martin veía la ofrenda de flores y le pareció precioso, a pesar de la gran aglomeración que venía a dar flores a la Virgen. Es más, le fastidió el no haber sabido que no hacía falta vestirse de baturro, sino que podía ser de cualquier traje regional. Se acordó del kaiku que tenía en el armario de su casa en el Getxo y pensó que le hubiera gustado formar parte de aquella bonita tradición.

Después de ese día, más conciertos, algún que otro botellón (¡con Naiara!) y muchas risas, y tonteo, las fiestas concluyeron y se dieron de bruces con la realidad, había que volver a clase.

Así que tanto Martin como Juanjo se levantaron pronto para ir a Unizar. Seguían igual que antes, como si no hubiera pasado nada entre ellos, pero al menos ahora hablaban entre sí.

El vasco estuvo a punto de saltarse alguna clase, pero ya llevaba demasiadas salidas a tomar el café y sólo estaban en octubre, así que decidió ser responsable.

Hoy le tocaba ir a Derecho y a Relaciones Internacionales, la cual era bastante aburrida. A veces pensaba que si Álvaro no fuera cursos mayor que él se echarían unas risas y las clases serían más llevaderas. Al terminar, fue a la cafetería de matemáticas (por desgracia en interfacultades no hay nada, gracias unizarrio) y se tomó un café con Bea y Álvaro.

"No veas lo horrible que es derecho, encima con todos los cayetanos" dijo Martin, que había disociado las dos horas de clase, pero bueno, algo tenía que decir.

"La peor de toda la carrera sin duda" respondió Álvaro.

Y así rajaron de la carrera hasta que tuvieron que irse a la siguiente clase. Dicen que si sobrevives al primer año de carrera podrás con toda ella.

Después de su ultima clase, como de costumbre, Martin tenía teatro. Como ahora Juanjo se había apuntado y estaban de buenas, pensó que igual podían ir juntos, así que decidió mandarle un mensaje. En clases anteriores no le había dicho nada porque la respuesta podría haber sido un ladrido perfectamente, estaba contento de que ya no fuera así.

«Uahooo vamos o qué?»

Juanji: «qué?»

«A teatro tonto, qué mal llevas la resaca»

Juanji: «aahhh coñe, qué cabrón, resaca dice jajaja. espera cinco mins»

Pasados cinco minutos de reloj, ahí estaba Juanjo, con una sonrisa como Ana Guerra.

"¿Qué pasa tío?" le saludó Martín

"¿Y a ti bro?" respondió Juanjo entre risas. Habían cogido el hábito de actuar así el uno con el otro y eran conscientes de la vergüenza ajena que daba.

Después de estar un rato de charla ligera, fueron a esperar el bus, que tardó media hora en llegar.

Ante el retraso, Juanjo dedicó ese tiempo para explicarle a Martin como el tiempo pasa del revés para avanza Zaragoza:
"Entonces cuando quedan cuatro minutos quedan seis, cuando quedan cinco quedan diez y así sucesivamente. Excepto cuando te toca uno fantasma, que en ese caso por mucho que estés atento a que pase, no pasa nunca y te marca como que ya ha pasado. En mi opinión los peores porque te llenan de falsas esperanzas."

Se subieron al bus, que estaba a reventar de gente, y cuando habían pasado unos diez minutos de trayecto se dijo por megafonía que había un error y el bus debía ser evacuado. Nadie comprendía lo que pasaba, hasta que el conductor les dijo que se había roto un parabrisas y no podían continuar.

¡Que es broma, España! Juantin OT 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora