Un gran baile se organizaria en la villa, celebrando que el dichoso día del amor y la amistad solo estaba cruzando la esquina. ¿Por qué no ir?.
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—¡Sonic, Amy ya nos está esperando!.—
—uhh... No me gusta la idea de ponerme.... Esto.....—dijó el azulado jalando la corbata azul marina que le colgaba del cuello, haciendo resaltar su traje del mismo color que su hermana lo había obligado a usar.
—bueno, agradece que no te obligó a usar pantalones.—habló el menor mientras se acomodaba las mangas de su camisa frente a un espejo cercano.
—¿Por qué tanta formalidad?.—cuestionó al otro.
—por que no es un evento cualquiera, Sonic.—le recordó.—listo.—sonrió frente a su reflejo notando que ya había terminado de alistarse por completo.—¿ya terminaste de arreglarte?.—
—si...—dijó con una pequeña sonrisa y se acercó al más bajo.—pero sabes algo.... Me gustaría más verte sin nada...—vió de pies a cabeza al menor, haciendo que un sonrojo intenso se apoderará de su rostro.
—por chaos, Sonic, no es momento de esos comentarios...—habia puesto una de sus manos envueltas en un puño en la comisura de sus labios.
—bueno, solo jugaba.—mintió, dejando escapar una pequeña sonrisita que lo delató.
El menor vió a su pareja a los ojos, admirandolo con la mirada igual que el otro. Poco a poco fueron acercando sus rostros al del contrario, hasta que.
—¡SONIC, TAILS!, ¿ESTAN LISTOS?.—apareció de la nada una femina de ojos color jade, gritando energéticamente desde el marco de la puerta que abrió de un golpe.
—¡SI!.—gritó el rubio, saltando de golpe, alejándose de su pareja para que no se descubriera su acción. No por qué los otros no supieran o algo por el estilo, solo fue por la pena de que los agarraran en un momento que el menor consideraba intimó.
—bueno, ¿Qué esperan?, ¡Vámonos!.—dijó emocionada.
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Llegaron a su destino, unos claramente más felices y emocionados que otros.
Al ingresar al gran salón de baile, se encontraron a varias personas, unas conocidas, y otras no tanto. Unos estaban en el buffet, otros bailaban, otros bebían, otros cuidaban a unos niños que correteaban por el lugar, supervisandolos para su seguridad. Unos cuantos pasaban por el escenario y se ponían a cantar.
Unos recuerdos vinieron a la mente del menor al ver esa máquina de karaoke, negó con la cabeza de manera rápida para alejar ese momento de humillación de su mente.
—¿Que hacemos primero?.—cuestionó la de pelo rosa.
—¿Irnos?.—habló irritada la tejón del equipo.—odio usar esto, es incómodo.—se refirió al vestido negro que usaba.
—oh, vamos Sticks... ¿Recién llegamos y ya te quieres ir?.—preguntó la femina fingiendo decepción.—¿Y si vamos por una bebida?.—
