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Érase una vez hace mucho tiempo un reino armonioso alrededor del río Sol Naciente llamado Floral, en donde reinaban los Florecientes, bondadosos cuidadores del Valle y líderes de las cuatro tribus.

Existieron seres con dones excepcionales entre ellos, los Sabios, quienes profetizaron en sueños un futuro pavoroso del que surgió la codicia en los corazones de aquellos siete hombres desalmados. Y desde aquel momento, el mundo se sostuvo en las manos de los nuevos Reyes por el gran poder de su ambición, dejando consigo un dominio en el que se arrebató toda clase de libertad.

Como primera orden, separaron los Valles en dos: el Valle Alto, para los reyes y nobles; el Valle Bajo, para los vasallos y esclavos.

Con el fin de la lealtad absoluta, crearon con el tiempo Concordia, un descomunal barco que recorría los serpenteantes ríos de ambos Valles; como principal tarea, la caza de personas, estas con el único propósito de servir a la realeza.

Los Paladines del Destino, nobles caballeros que portaban Luz, dieron su vida durante años para resguardar el sol, alma de Lucellay, eterno monarca del cielo. Antes de desaparecer tras el asedio, cerraron las puertas del Templo para siempre.

La nación hundida en ruinas, sin esperanza y amor, terminó por atrapar a todos en la oscuridad.

Pero entonces, entre el cielo y el mar el sol brilló en el amanecer años más tarde, cuando las tan esperadas Palabras de los Sabios talladas en piedra finalmente se verían cumplidas.

La guerra continuaba con solo una creencia flotando en el viento.

El Descendiente del Sol aún vive y está con nosotros.

Pesadilla en la puesta de solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora