Bee no podía hacer más que caminar limitadamente en por ese cuarto. El cual solo portaba una fuente de luz. Siendo un pobre bombillo que ilumina levemente el área en el que nuestra minina se encuentra atada. Trataba de usar sus patas traseras para empujar el collar en un intento de sacárselo. Solamente se estaba haciendo daño. Dejando marcas en su cuello que luego le dolían.
No se le ocurrió otra manera de huir. Sus garras no eran lo suficientemente filosas como para cortar la cadena. Además que sí escapa no sabría a donde ir. Su hermano ya no se hallaba con ella y lo seres que alguna vez vio como familia se volvieron agresivos. Suspiró rindiéndose. Su última opción era la muerte. Pero ella es demasiado cobarde como para hacerlo por su cuenta.
Por eso insistió en que Nap hiciera la parte complicada. Lamentablemente se rehusó por completo.
- ¿Te sientes mejor? - Y hablando del Rey de Roma.
El recién llegado se sentó en el suelo meneando su cola - ¿Debería estar bien? - Frunció el ceño.
- Con eso me basta. - Una barra de chocolate se deslizó hasta ella. La cual había sido empujada por el mayor con una de sus patas. Bee miró el dulce como si fuese algo extraño - Sé que a las mujeres les gustan estos detalles. - La minina le siseó al saber el contexto de su acción - Me odias, ¿Verdad? - La expresión de la chica lo decía todo, pero quería que ella misma lo admitiera.
- Odia es muy poco para describir lo que siento. -
- Pero sientes algo. - Comenzó a rodearla como lo haría un depredador a su presa - Da igual si es odio o terror. - Se acostó a un lado de ella - Lo que importa es que exista un sentimiento por mí. - Con una de sus patas la acercó a él y pasó su lengua por detrás de su cabeza. Bee se estremeció pero de asco. Entre gatos es una manera de demostrarse cariño. No quiere ningún afecto de él.
- Que lindo es verte así. - Rió profundamente - Tan vulnerable... Tan callada... Y obediente. - Acercó su boca a las orejas de la menor para que sus palabras retumbaran en sus tímpanos - Luces muy bien~ - Dio otra lamida más cerca del cuello de Bee quien comenzaba a ser presa de los nervios - ¿Sabes? Pensé en que debería hacer algunos cambios para ti. - Pasó una garra cerca de sus alas.
Bee saltó del agarre de Nap - ¡No! ¡Ahh! - Pero al hacer eso la cadena se tensó y la hizo caer.
- Calma, sólo estaba bromeando. - Sin muchos problemas la atrapó quedando encima de ella. La minina no sabía qué hacer. No podía moverse. El enorme cuerpo del contrario pisaba parte de la cadena y sus patas la mantenían inmóvil. Un eso escalofríos recorrió su ser. Desde la perversa mente de Nap. Su estado indefenso llamaba tanto su atención, entonces comenzó a lagrimear.
- Te lo pido... Ya no más... - Suplicó desesperada, Nap negó con la cabeza - ¡¿Por qué?! -
- Porque te amo. - Se levantó para sentarse - Ahora que te tengo, no te dejaré ir nunca. - Tosió en un intento de acomodar su voz - Mientras no hagas nada que me moleste como tratar de huir, tu cuerpo estará intacto. - Entrecerró la mirada conservando su sonrisa - Pero si lo haces tendré tomar decisiones drásticas. - Se alejó y se acomodó en el suelo - Linda platica, debe repetirse. -
Bee sollozó - Eres cruel... - Se limpió con sus patitas.
- También te amo... - El humo invadió la sala. Esta vez no se resistió y se dejó dormir por la estela.
Nap con su cola la apegó a él con cuidado, satisfecho cerró sus ojos y durmió como bebé.
En la hora de dormir se encontraba sentado sobre el techo de su casa mirando la pagada guardería. Estaba frustrado y demasiado. Recientemente tuvo un accidente en el que casi muere. Y su salvador no había sido un humano o alguno de sus amigos. Sino el mismísimo Prototipo 1006. Su nuevo ídolo. Quien le asignó una misión en la que no pensaba en fracasar por nada en el mundo.
Pero necesitaría la ayuda de ciertos experimentos si quería tener éxito:
Huggy Wuggy. Kissy Missy. Boxy Boo. Los Long Legs. Las maestras.No tendría que dar muchas vueltas con las últimas susodichas. Lo complicado seria convencer a los demás. Con ninguno se lleva bien y corría el riesgo de que pudieran sabotear sus planes. Aunque todos comparten una cosa en común. Odian a las personas de esa compañía. Aprovecharía ese interés para persuadirlos. Huggy y Kissy ejercen a la par. Si uno acepta el otro lo seguirá.
Boxy es muy terco y hostil, pero si lo soborna con comida le obedecerá en todo. Y con Mommy será más directo a la vez que avivará más las llamas de su odio hacia los empleados. Daddy sí sería un dolor de muelas. Siendo el más consciente de los anteriores mencionados no estaría dispuesto a participar y alertaría a todos sin dudar. Tenía que deshacerse de él cuanto antes.
"Quien diría que cometer un genocidio sería tan difícil" Susurró con el ceño fruncido.
Suspiró tratando de relajarse. La imagen de una minina amarilla cruzó por su mente. Últimamente a estado pensando demasiado en ella. Y lo hace sentir tan bien. No puede sacarla de su cabeza y mucho menos cuando llora. Era un fetiche extraño que había adoptado. Por alguna razón le encantaba verla débil y sumisa. Enterró sus garras y un leve sonrojo invadió su pelaje morado.
Se sentía tan raro, ¿Cómo era que se llamaba esa sensación? Bobby siempre se lo anda diciendo.
Ya lo recuerda. Estar enamorado. Y algún día los dos serían los soberanos de la oscuridad.
Por ahora tenía otros asuntos que atender antes de concentrarse en cosas del amor.