Recobrando nuevamente la conciencia. Bee se levanta y lo primero que nota es que Nap se ha ido. Suspiró aliviada ante esto. Lo segunda de lo que se percata es del terrible deterioro de la casa. Encadenada a mitad de la sala es capaz de ver los muebles destrozados. Filosos zarpazos en las paredes y suelo. Restos de juguetes muertos donde sea que mire. Todo era un enorme cochinero.
¿Siempre ha sido un minino tan desastroso o su descenso empezó cuando se volvió un seguidor del 1006? El lugar era tan decrepito como él, ¿Cómo podía vivir en estas terribles condiciones? Aunque no lo veía mucho por aquí. En los días anteriores se presentaba por poco tiempo y se iba, ¿Se habría ido a venerar a su dios? ¿Qué tan demente de estar como para confiar en esa bestia?
Desde el principio el 1006 mostró ser mucho más salvaje que Huggy Wuggy o Boxy Boo. Ellos no tenían ningún sobre él. Incluso llegó a burlar a todos para escaparse de vez y rondar por las instalaciones de la compañía. Y en vez de deshacerse de esa cosa antes de que hiciera algo que no pudieran remediar. Lo mantuvieron encerrado a la vez que estudiaban su irracional actuar,
Y como dicen por allí: La curiosidad mató a los trabajadores de Playtime Company.
Cambiemos de escenario - Le di un techo, comida, seguridad, también la acicalo. - Enumeró alzando los dedos de su pata derecha - ¿Y qué recibo a cambio? Una actitud malagradecida, ¿Por qué las mueres deben ser tan complicadas? - Rodó la mirada con fastidio - De no ser por mí estaría en el estomagó de algún experimento ajeno a mis dominios, ¿Cuál es su maldito problema? - Se quejó.
- Bueno, no sé cuál sería el problema... Quizás pueda ser... ¡El hecho de que la fuerces a estar a tu lado! Maldito loco. - Como respuesta del parte del felino, obtiene un nuevo arañazo en la cara.
Nap resopló molesto - Es la última vez que te pido consejos de amor, hereje. - Se levantó con el plan de dejarlo solo - ¿Y qué vas a saber? Ni siquiera pudiste decirle a Crafty lo que sentías por ella, pero que triste. - Se rió de la desgracia del canino quien sólo lo miró cansado desde su celda. A paso rápido salió de la demacrada prisión para encaminarse hacia su humilde casa.
Siendo la única en pie entre el resto de hogares que alguna vez pertenecieron a sus amigos. Sin muchos problemas escaló el mullido soporte entrando por una ventana que daba con la sala. Sitio donde se hallaba su amada que no hacía más que estar acostada. Sonrió complacido con su miserable estado - Amor mío. - Su tono meloso estremeció a la minina - Hoy tengo planes nuevos para nosotros. Será como nuestra primera cita. - A pesar que lo ignorara, siguió con sus actos.
Yendo hasta el comienzo de la cadena, la despegó de la pared asegurándose de que no lo viera.
- No quiero ir a ningún lado contigo. - Comentó Bee viendo a la nada.
- Pero que linda, crees que tienes opción. - Volvió a reír socarrón.
Usando su boca la agarró del pescuezo causando un chillido de impresión en la minina. Brincó por la ventana antes mencionada y cayó de pie sin lastimarse. Al dejar a Bee en el piso. Contempló el destruido vecindario de los Smilling Critters. Sin duda alguna Nap había acabó con toda la belleza del vecindario - Como ahora eres mi esposa, debes adaptarte a las reglas de mi reino. -
- No le voy a rezar a un dios imaginario. - Espetó con brusquedad.
Nap tuvo un ligero tic en el ojo derecho - Como si tuvieras otra elección. - Jaló de la cadena con fuerza arrastrando a Bee por desquite - Si fueras cualquiera te arrancaría la cabeza. - Encaminó una garra a la yugular de la minina que tragó grueso - Pero los que se aman se perdonan. - Subió el dedo hasta su cabeza para darle unas palmaditas suaves - El santuario no queda muy lejos. -
De repente un destello de luz a las distancia captura su atención. Era una bola de estambre en los escombros de la casa que una vez perteneció a Bobby Bearhug. Sus instintos felinos se activaron sin querer y cambió su ruta sin querer llevándose a Bee consigo. Quien solamente lo seguía en contra de su voluntad. Nap con una pata hizo a un lado los cimientos revelando por completo el juguete escondido. Las pupilas de la minina amarilla se expandieron.
Y sin pensarlo le dio un zape a la bola haciéndola rebotar por las ruinas. Nap soltó la cadena y dio un hábil salto atrapando el estambre entre sus patas. Comenzó a juguetear mientras que Bee lo observaba con una expresión divertida. Pasando por alto que se hallaba libre del agarre de su carcelero. Desaprovechando la ocasión para poder escapar. Aquel juguete los dejó presos en un trance que los incitaba a corretear y morder su textura.
El hilo se desenrollaba dejando un rastro de colores alegres por todo el suelo hasta que chocó contra una gran barricada que se esmeraba por bloquear la entrada de la escuela - ¿Qué hace todo eso ahí? - Consultó Bee con intenciones de acercarse de no ser porque Nap la jaló de la cadena que retomó al darse cuenta que había estado perdiendo el tiempo - ¡Deja de hacer eso! ¡No soy una maldita mascota! - Lo miró repulsiva mostrando sus dientes.
- Pero que colmillos más adorables. - Dijo acercando un dedo a la pequeña boca de la minina abeja y lo retiró rápido antes de recibir un mordisco de su parte - No. No. No debes morder la mano que te da de comer, cariño. - Jaló de nuevo la cadena haciéndola que chocara con su colosal cuerpo - Las mascotas no muerden a sus dueños. - Bee se levantó - Tendré que enseñarte modales. - Entrecerró la mirada generado nerviosismo en la minina - Siéntate. -
Colocó un dedo sobre la cabeza de Bee sentándola forzosamente - Ahora rueda. - Presionó su lomo acostándola y la hizo rodar moviéndola él mismo - Dame la mano. - Tomó la patita de su contraria haciendo un saludo - Habla. - Ordenó.
- Eres un... - Nap le tapó la boca con un dedo.
- No. No querida. No ensucies tu boca con palabras obscenas. - Interrumpió, ella gruñó irritada - Ahora, ¿Quién es tu DUEÑO? - Esa voz raposa preocupó a la minina quien no respondió a su pregunta - Intentemos de nuevo... - La presión de sus garras sobre su lomo se volvió peligrosa - ¿Quién... - Subió hasta las alas ajenas - Es.. - Pasó de estas y cruzó por su cuello - Tu DUEÑO? - Bajó por su mejilla tomando su rostro bruscamente obligándola a verlo - ¡RESPONDE! -
Aunque que no quería contestar, suspiró con pesadez y abrió la boca - Tú... Tú lo eres... -
Nap la soltó mientras que una sonrisa satisfecha aparecía en su semblante - Exacto, debemos continuar. -
Próximamente: Penúltimo Capitulo...