Capítulo XII

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Me apresuré a llegar hasta Kurama y me adentre en su jaula, había hablado con mi madre unas horas antes, había sido increíble el poder volverla a haber después de todo el tiempo en el que nos habiamos mantenidos distanciados. Además ella misma me enseñaría sus conocimientos sobre yrio ninjutsu, nada podría ser mejor.  Cuando tuve al alcance una de las patas de Kurama me abalance abrazandola con fuerza.

-Gracias, muchas gracias, Kurama. No tienes idea de cuanto significo lo que hiciste para mí- me aferré con más fuerza a su pata. 

-Veo que te emocionaste- respondió con diversión. Abrí mis ojos al instante sintiendo que la adrenalina que me había causado mi felicidad y me había motivado a acercarme a Kurama se disipaba. Intente alejarme con velocidad pero antes de que pudiera moverme lo sufiente una de las colas de Kurama me intercepto, empujandome de nuevo contra su pata. Esa misma cola me empezó a acariciar la cabeza con cariño- Esta bien. Soy tu lugar seguro- mire hacia arriba viendo una pequeña sonrisa en el hocico de Kurama- Quiero que me mustres cada lado tuyo, pequeño zorrito. También quiero que recuerdes que mi trabajo es encargarme de que nadie te haga daño, intentar que seas lo más feliz posible. Eres mío, mi posesión más preciada para cuidar.

Lo mire con curiosidad, pasando por alto su posesividad- ¿Qué pasaría si alguien logra hacerme daño?- al instante todo el ambiente se hizo más pesado.

-En ese caso quiero que vengas conmigo, y me expliques cada detalle de cómo te lástimo y yo me encargaré de hacerlo pasar por ese mismo dolor multiplicado por mil , me encargare de que la única salvación de esa persona sea la muerte.

.¿Y si te miento?

-No me importa, eres una persona noble, zorrito, sé que no le deseas el mal a nadie y aunque eso llegué a cambiar siempre te creeré, cada palabra que salga de tus labios para mí será la única verdad existente- proclamo.

El resto de la noche dormí sobre la pata de Kurama, habiendo dejado el miedo a él demasiado lejos como para que me importara.

...

-¡Naruto, espera!

Giré mi mirada, viendo sobre mi hombro. Mi sesión con Tsunade acababa de terminar apenas hace unos cuantos minutos. Estaba avanzando bastante rápido con ella, mi madre había tomado gran ventaja de mi enorme reserva de chakra y la había aprovechado al máximo. Al terminar me dijo que viniera a comprar un par de cosas a la aldea para despejarme por todas las horas seguidas de estudio. Hasta ahora apenas llevaba un poco de verduras en mis manos y en gran medida se debía a que iba aplicando pequeños genjutsu en los aldeanos para que me vendieran unas cuantas cosas. 

Vi a Shikamaru dirigirse hacia mí, desde que había pronunciado mi nombre me di cuenta que ya no podría continuar con las compras. Era inútil intentar engañar a los aldeanos cuando mi nombre ya había sido mencionado de por medio. Me alejé con velocidad del local en el que había estado negociando por unas manzanas caminando tranquilamente hacia un callejon, checando sobre mi hombre que Shikamaru aún me siguiera y no saliera de su vista.

Cuando llegue al rincón del callejon sentí a Shikamaru tomar mi hombro y girarme para encararlo.

-Naruto, que fastidio- bufó Shikamaru apoyado en sus rodillas intentando recuperar el aliento- He estado buscandote como loco, me entere de lo de tu misión en el país de las olas- el tema me hizo trastabillar, poniendome a la defensiva lo mire en espera de algún reproche- ¿Estas bien, rubio problematico? Había pasado poco tiempo de todo el incidente con tu equipo. Seguro que no fue fácil.

Dejé que una pequeña sonrisa se filtrara por mis labios al notar su preocupación por mí. Fue una alivio ver que no había perdido a tanta gente como yo creía.

Unión forzada / Kyunaru_ KuranaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora