Capítulo XXV

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Naruto

Había sido interesante hablar con Bee, sin embargo, fue incómodo para mí en los momentos que hablaba sin cesar sobre su aldea e intentaba que yo le contara de la mía. Insinuaba demasiado sobre que debería volver a la aldea. Intenté evadir sus comentarios y sugerencias lo mejor que pude y finalmente hace apenas unas horas cuando el sol empezaba a esconderse logré alejarme de él. Por el contrario, no puedo decir que no disfrute de su compañía, fue bueno tener a una persona diferente a Kurama con la cual hablar.

-Naruto- el hermano de Kurama y bijuu de las ocho colas, que hasta hace poco me había enterado era la bestia con cola de Bee y llevaba por nombre Gyuki, interrumpió en la cabaña, distanciándome de mis pensamientos.

-¿Qué pasa?- pregunté, suavemente. No pude evitar el tono ligeramente molesto que se filtró por mi voz, había sido un día largo y ya no tenía mente para pensar en algo más que no fuera cambiarme y aventarme sobre la cama, no despertando hasta que el sol se encontrara en su punto más alto.

-Empaca, tienes media hora- ordenó.

-¿Cómo? – pregunte, confundido- Kurama me dijo que me quedara dentro de la isla y no saliera bajo ninguna circunstancia- el sueño quedó atrás y erguí la espalda, sentándome derecho sobre la cama.

-Las ordenes cambiaron, Kurama ordeno sacarte y llevarte de vuelta a Konoha- mi mente se nublo en pánico.

-Debes estar equivocado- aseguré- Kurama jamás llegaría a ordenar algo así. Él mismo fue el que me saco de ese infierno- mis palabras hicieron dudar a Gyuki, sin embargo, la duda se desvaneció en segundos.

-No lo estoy. Empaca, Naruto, entre más te demores, más nos exponemos- dudaba de sus órdenes, en el fondo estaba totalmente seguro de que Kurama no rompería su promesa y no me haría volver a Konoha, pero al mismo tiempo no tenía la opción de verificar si la supuesta amenaza era verdadera, así que me fui por la parte de mí, menos de una tercera parte, que me decía que la orden de Kurama era en realidad suya y que su hermano no lo llegaría a traicionar.

-Estaré listo en quince minutos- escuché la puerta cerrarse, y empecé a empacar con desgano. Mis ojos se humedecieron con el solo pensamiento de tener que volver, me tragué las lágrimas que sabía no podría retener por mucho tiempo.

Demasiado pronto, la puerta volvió a sonar. Limpie mis ojos con velocidad antes de girarme a la forma de Gyuki que se adentraba a la cabaña.

-¿Estás listo?- escuche su pregunta, pero mi mente estaba demasiado difusa como para formular respuestas o procesar sus palabras por completo, me limite a seguirlo lejos de lo que se había convertido en mi hogar en pocos meses.

...

Kurama

Si algo había seguido como un mantra, eso fue jamás mostrar el alcance de mi poder a una persona viva. Hasta el momento no había importado que tan desesperante fuera la situación, aunque me viera controlado por Madara para pelear contra el primero, no importo cuan furioso y colérico me encontré, aunque me vi con la oportunidad de conseguir mi libertad hace diecisiete años y después fui acorralado por el cuarto, ni siquiera ahí que mi poder se encontraba al setenta por ciento me atreví a exceder el quince que me puse como límite. Con los años esta se volvió la regla más importante y que me mantenía a la cabeza en niveles de poder, si mi nivel de poder se veía expuesto me encargaría de eliminar los ojos que lo vieron, la boca que lo contaría y la mano que lo escribiría.

En ninguna de mis batallas había sido receptor de heridas significativas, eso había mantenido mi ego alto y elevado mis exigencias a la hora de entrenar. Sin embargo, viendo el campo de batalla sobre el que me elevaba victorioso, ese constante cambio. Batallones cayeron ante mí, esa es una verdad. Me hirieron, otra verdad. Que me volví engreído y confié en un poder que desaparecí por soberbia, eso, eso era mentira.

Madara y el Cuarto me volvieron humilde, aprendí a recordar mis victorias, pero aún más mis derrotas. Me volví precavido, por las derrotas. Paciente, a través de castigos físicos autoimpuestos, y por supuesto hasta cierto punto controlador. Por eso sabía que esta disminución en mi poder se debía a Naruto, mi hermoso y adorado zorrito.

Siete meses me lleve planificando, experimentando y mezclando químicos. Ahora, finalmente vería los resultados que había esperado con ansías. Mi sonrisa creció al imaginarme la hermosa reacción que se llevaría mi pequeño zorrito al enterarse de la noticia. De que había logrado ir en contra de las leyes de la naturaleza sólo por él. Y el costo simplemente fue parte de mi chakra que se llegaría a recuperar en unos tres o cuatro años, fue una pérdida, pero no podría decir que no había valido la pena.

Fue así como me encontraron mis hermanos cuando llegaron, sobre una pequeña pila de cadáveres, sentado en la cima y con una sonrisa escalofriante, cosa que jamás admitiría en voz alta.

-¡Baja de ahí, maldito psicópata!- mire a Son Goku, poco impresionado por inexistente demostración de respeto.

Baje en un corto salto. Quedando a sólo unos pasos de mis queridos hermanos- Tenemos que conseguir los experimentos humanos de Orochimaru.

Matatabi se acerco con velocidad, pasando a Son Goku- ¡Pero que imbécil! Acaso no ves lo preocupados que estamos, idiota- se apresuró envolviéndome en sus brazos- No por ser el mayor tendrás que pelear todas nuestras batallas- la abrace de vuelta.

-Estoy aquí por una razón, Tabi.

Tabi bufó, hastiada- Como sea, Kurama- volvió su mirada a la herida- No logré curarla, lo hará, ¿cierto?- asentí, desacreditando el tema.

-Necesitamos la gente que Orochimaru ha atrapado- insistí- Aprovecharemos que él está fuera de su base. Es hora de que empecemos a darle forma a nuestra causa. 

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⏰ Última actualización: Oct 27 ⏰

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Unión forzada / Kyunaru_ KuranaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora