3. Etéreo

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 "Siempre fuera de este mundo"

2020

Me levante antes que la alarma de mi móvil sonara. Eso solo pasaba cuando no tenía pesadillas. A pesar de ello, me sentía agotada. Al principio me enfadaba el hecho de que descansara mejor cuando tenía mis visiones que cuando no tuviese ninguna y pudiese despertar sin sobresaltos a la mañana siguiente.

Con el paso del tiempo me acostumbre, el té matcha ayudaba en los días tranquilos, escasos, y la valeriana en los normales, casi siempre impregnados de visiones y premoniciones. Mi corazón a mil por hora, con el sudor enfriándose por todo mi cuerpo, la cama empapada...

Aunque lo más triste, con lo que más me costó vivir, fue mi nula capacidad para soñar, es decir,   ¿yo soñaba ?, por supuesto, ¿esos sueños eran míos?, nunca.

Cuando era pequeña pintaba todo lo que me imaginaba mientras dormía, eso me costó varías charlas con psicólogos infantiles. Todos llegaban a la conclusión de no poseer ninguna explicación lógica, con lo que mis padres se preocupaban cada vez más, controlando lo que veía en la tele, mis amigos, lo que leía...pero con solo 2 años yo no podía entender ni la mitad de las figuras y acciones que dibujaba, así que aun más se alteraban. Hasta que llego al rescate mi instructora, mi mejor amiga, mi abuela.

Gracias a mi abuela pude canalizar mi don y convivir con este. Le debía mucho y ahora que pronto cumpliría 29 años, había vuelto a mi hogar para celebrarlo con mi familia, pero sobre todo, con ella.

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Aún quedaban días para el parto, pero el 30 de octubre de 1995 vine al mundo. Me pusieron el nombre de mis abuelas, María Dolores, una premonición de que mi vida siempre estaría atada al pasado. Aunque nadie me llama así, jamás.

Mi abuela, que fue la primera en cogerme en brazos, a parte de mi madre, tuvo que contener un grito. Al tocar mi mano, piel con piel, notó que yo había entrado en su mente. Aquel lugar tan preciado para ella, tan secreto, ya no transmitía soledad. Sintió un gran alivio, algo egoísta, porque por fin encontró a una persona como ella, pero a su vez no puedo evitar derramar algunas lágrimas. Sabía lo que pasaría conmigo, el aprendizaje tan duro que me deparaba y desgraciadamente, la pérdida a la que me enfrentaría, como la que ella tuvo que afrontar...

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En un pequeño pueblo de Granada (Andalucía) nació María, mi abuela, un 30 de Octubre de 1932. Su madre, que como ella poseía un don, le enseñó como guiar su energía, advertir que habilidad poseía e instruirla a utilizarla de forma correcta.

Con solo 9 años, María se convirtió en una hipnotista capaz de controlar la mente de 45 personas a la vez, solamente porque un día se sintió perdida en un mercado. Su madre, a unos centímetros de ella, vio como todos los comerciantes y viandantes de los alrededores llevaban a su hija de vuelta a casa. María no sabía cómo conseguir encontrar a su madre, pero si recordaba como volver a su casa, y dentro de esa desesperación de desamparo consiguió que todo ese gentío imaginase y desease ir allí. Ella solo tuvo que seguirlos. Tras llegar, 45 personas se miraron unos a otros preguntándose que hacían allí.

Desde 1936 al 1939 España se vio sumida en la hambruna, la destrucción, la separación... provocada por la Guerra Civil.

María consiguió que en su pueblo hubiese minimas bajas por el conflicto, desviando las decisiones de ataque o la muerte de cualquiera, le daba igual el bando. Cuando se enteraba del planeamiento de alguna ejecución, se presentaba en cualquier puesto o cuartel. Con solo su mirada, un chasquido de dedos y una frase, desparecía cualquier intención de asesinato, ajusticiamiento, saca...por parte de todo un regimiento.

METANOIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora