"Siempre obligada a ver la verdad, a pesar de cerrar los ojos"
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Mil y una veces me había contado mi abuela como María tuvo a su hija, mi antepasada. Cuando era muy joven no lo entendía, solo pensaba que, al final y al cabo, eran las típicas historias que cuentan los mayores a sus nietos, pero eran mucho más. Cuando crecí, y me vi envuelta en pesadillas, supe que ahí, en esas historias, siempre se encontraron las pistas, las respuestas a los por qué, cómo, cuándo...
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El sudor, las lágrimas, los gritos, los suspiros inundan la sala de una modesta casa en la campiña de Cáceres (Extremadura).
La partera solo le preguntaba si estaba empujando. María se encontraba a tres pasos de morir por agotamiento, pero aún tendría energía para llamar de una patada a esa mujer que no la dejaba concentrarse correctamente, no quería perder de vista la visión de su hermana.
Comenzó a maldecir todo, los congregados a su alrededor pensaban que era una situación típica en un parto largo, pero María conocía desde siempre el dolor, se había acostumbrado a este, pero nunca a la pérdida. Ella que había evitado millas de muertes, tuvo que soportar la impotencia de no poder salvar la vida de los pocos que le importaban. Estaba claro que su "don" era una maldición, por eso se hundió en la irá, algo que le había advertido su madre que no hiciese. Podía utilizar cualquier energía de su ser, pero esa no. Y es que el dolor y la irá eran algo muy diferente. El dolor era algo controlable, incluso pacífico, que te podía conciliar con el amor. Sin embargo, la irá era como un terremoto, los cuales no se pueden predecir, controlar, ni saber cuanto será su daño. La irá era un sentimiento demasiado fuerte, conectado con el psique y el ser del que la potenciase, y María estaba cruzando una línea, que ni siquiera ella sabía que poseía.
En un momento dado, se dio cuenta de que su hermana le decía algo, eso suponía ella, debido al movimiento de sus labios, pero no conseguía entenderla. Hasta que por fin pudo percibir algo, ella solo repetía incesantemente...
- Estoy bien, estoy bien, estoy bien...
María no comprendía nada, como iba a estar bien, estaba muerta.
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Tras 9 horas de parto y de cierta cantidad de sangre perdida, María pudo ver a su hija, nacida otro 30 de Octubre. Debido al trance en el que se había encontrado pensaba que no podría ni sostenerla, pero, todo lo contrario. Una vez cesado los trabajos de parto sintió una gran calma, una paz absoluta de su ser, y por un momento, pudo sentir como un escalofrío recorrió todo su cuerpo, advirtiéndole de lo que siempre presintió y que jamás le advirtió a su madre. Los dones no se reciben como premio, como algo gratuito, se pagaba por ellos.
Años más tarde, descubriría que el precio a pagar siempre sería dar a la muerte tu ser más querido.
2020
A pesar de que la alarma seguía sonando desde hace 15 minutos, no consiguió mover ni un solo músculo. No podía contar mucho sobre lo que soñaba, así que sus amigos siempre le decían que eso era parálisis del sueño. Ojalá.
Simplemente la pesadilla había sido tan fuerte que no sabía si seguía en ella o había despertado realmente.
Ayer había tenido mucho cuidado con no tocar a nadie. Al ser invierno las personas con las que me cruzaba en el tranvía, en la calle, en la cafetería...siempre iban bien tapadas. No rozaba la piel, el pelo o cualquier materia orgánica de ningún ser humano. Pero, a pesar de vivir con el don tantos años, siempre había algún día que me olvidaba de los malditos guantes. Mierda.
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METANOIA
Mister / ThrillerMe miraba al espejo, y lo sentía... A pesar de que podía verme, hubo un momento, un parpadeo, en el que no me reconocí. Un fragmento de segundo en el que confundida, no reconocí esos ojos, esas pecas, esa sonrisa burlona, a pesar de que siempre las...