Parte 2 - Emily Woodsen.

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Desde aquella noche, no volví a ver o saber algo de Emily Woodsen, sólo un poco de lo que logré leer en los diarios a unos días de cumplirse tres años. La chica, ahora de veinte años estaba comprometida con el hijo del Primer Ministro. Una sonrisa se dibujo en mi rostro, pues estaba feliz de verla feliz, aunque eso viera en las fotografías. Sin más, el día del tercer aniversario llego, no soy fanático de llevar flores o algo cuando voy al cementerio, sólo iba por una media hora sin decir nada. Me estaba preparando para irme junto con Mrs. Hudson, era una pequeña tradición que tomamos para pasar ese día, juntos. Después de aquella visita fuimos a comer en el local que estaba alado del departamento, no debía mentir, esta vez me sentía bien pues en años anteriores sentía la pesada carga en mis hombros de no haber podido hacer algo, las preguntas aún invadían mi mente así como el querer comprender el por qué no quería que hiciera algo.

Cuando entre al departamento, sin pensarlo me dirigí a la habitación de Sherlock. Lo que me encontré después fue algo que no esperaba pero ahí estaba Emily, sentada y usando aquella bata color azul. Alzó su brazo para entregarme lo que era su anillo de compromiso, la tome pero aún así me encontraba confundido.

La deje, sola por un momento, me senté en el escritorio y comencé a vagar en mi mente para poder escribir algo sobre este día. Por alguna extraña razón a la gente aún le importaba el tema de Sherlock Holmes, así que sólo pude explicar cómo había sido este día como el tercer año sin el Detective Asesor. Sin darme cuenta, escuche ruido en la cocina y ahí estaba Emily. Era una chica que, a pesar de tener veinte años, era una chica delgada de sólo 1.71 m de altura, usando la bata de Sherlock que apenas y le quedaba. Su cabello ondulado estaba suelto y estaba preparando té, la mire por un momento, callado, sólo observando; de vez en cuando hacía los mismos gestos que Sherlock, por alguna razón me agradaba verla o escucharla hablar pues me recordaba a mi amigo. La chica se acomodo el cabello y me dedico una sonrisa mientras servía el té, entregándome el mío, se sentó en el sofá bebiendo un poco. Por unos segundos sólo dejamos que el silencio invadiera el lugar como la última vez, tome el anillo que me había entregado y ella sólo soltó una ligera risa antes de hablar.

—Interesante, ¿no lo crees? –Dijo divertida sonriendo por encima de la taza-. Me lo pidió hace una semana y los medios se volvieron locos. No he podido salir sin que tenga a un reportero o un fotógrafo molestando –Suspiro poniéndose de pie-. ¿Qué opina Doctor?

Dijo en una voz divertida mientras tomaba el objeto devolviéndolo a su lugar, mirándolo por un momento para después abrazarse ella misma, sin quitar su sonrisa.

— ¿En serio quieres mi opinión? –Dije en un tono serio, enarcando una ceja, como era de costumbre y después sonreírle pues en serio estaba feliz por ella-. Desde que los conozco, hacen una linda pareja. Estoy feliz por ustedes y en especial por ti.

Lo que había dicho era verdad, pero creo que ella no pensaba lo mismo, me miro un poco confundida y fue un tanto incomodo.

— ¿No piensas lo mismo? –le cuestione algo dudoso-

—No es eso, John –musito antes de volver al sofá-. Es sólo que… no sabes mucho de mí, entonces ¿Por qué estar feliz? No me mal interpretes, después de él… tú te volviste un buen amigo y eso es extraño.

La mire por un momento y ella sólo se recostó en el sofá, mirando hacía el techo, juntando ambas manos, posándolas sobre su mentón, debía admitirlo de nueva cuenta, era un versión de Sherlock Holmes, única e idéntica que me hizo recordar mi primera noche en este lugar. Un recuerdo tras otro, pero me sentí como un padre al recordar la primera vez que conocí a Emily.

Se nos había encargado el caso de Irene Adler y fuimos hasta su domicilio en Londres para encontrar unas fotografías comprometedoras como Mycroft nos lo había informado. Para suerte de ambos, ella estaba ahí, al igual que las fotografías pero la situación se volvió aún más comprometedora cuando ella se encontraba desnuda. Si aún recuerdo aquel día, todo era confuso para mí y no sabía que pasaba por la mente de ambos, Sherlock e Irene. Es ahí donde llego la joven, en un principió pensé que ella era dicha joven en dichas fotografías pero todo eso cambió al ver la expresión de Sherlock. La chica comenzó a elogiar el trabajo de Holmes, al igual que el blog que él sostenía, así como mi trabajo como el “blogger” de los casos de Sherlock Holmes. Se presento como Emily Woodsen, asistente de la Srta. Adler desde hace ya algunos meses. No había mucha sorpresa en aquella presentación, la verdadera sorpresa fue esa noche. Me acompaño al departamento ofreciendo su ayuda por el ligero percance que Irene había causado suministrándole un tipo de droga a Sherlock, así que acepte y no hizo nada sólo que ver su estado cada veinte minutos. Me daba cuenta del tiempo, pues escuchaba sus pasos y la puerta abrirse y cerrarse al mismo tiempo que daba un suspiro, sólo que la última vez, casi a media noche, escuche a Sherlock gritar, como lo había hecho minutos antes pero mi nombre, esta vez gritaba “Eleanor”. Espere unos minutos para saber que ocurría y me dirigí a su habitación, abrí la puerta con extrema precaución y ella se encontraba recostada en la cama, mientras que Sherlock apoyaba su cabeza en su regazo. Fue como un mal sueño para mí, pues no comprendía nada.

La mañana siguiente comprendí un poco lo que había ocurrido. Apenas un día de haberla conocido y haber visto dicha escena y sólo una respuesta con un poco de lógica salió en mi mente, Sherlock y Emily ya se conocían. La chica entro al departamento unos minutos después de que Mycroft se fuera, sonrió un tanto triunfante y elogió el cambió que éste había tenido, se sentó a un lado de Sherlock y era imposible no ver cierto parecido. No debía sorprenderme tanto, pero, ojos azules, cabello negro y ondulado aunque Emily era un poco más divertida y extrovertida, su parecido con Holmes era un poco extraño, más cuando empezaron a hablar.

Cuando Sherlock dejó la habitación, ella sostenía un libro en sus manos y no pude evitar mirarla, su mirada cruzó la mía y sonrió un tanto divertida.

—Anda, pregúntalo ya, prometo que la curiosidad no matará al gato –enarco una ceja y seguía leyendo.

— Tú y Sherlock… ¿ya se conocían? –le dije un tanto serio pero queriendo hacer un poco de platica. Me miró y sonrío aún más, cerrando el libro y mirándome más que divertida.

—Pues, ¿quién no conoce a Sherlock Holmes? Todo gracias a su blog, y no mentí al decir que era fanática de ambos; en serio, creo que tú espacio es interesante y ningún detalle se te escapa: Sherlock y tú hacen un buen equipo. Ahora –respiro un poco- sólo puedo decir que estoy aquí para asegurarme de que Irene Adler no consiga lo que quiere… y eso aún no lo deduzco, así que Doctor, si me permite… creo que esta plática la dejaremos para después.

Dejo el libro sobre la mesa, me dedico una sonrisa de nuevo y un ligero beso en la mejilla antes de salir del departamento.

Por las siguientes semanas, la veía de vez en cuando, siempre con un chico a lado de ella. Llámenme distraído pero no podía sacar una mejor conclusión más que la absurda idea de que era su hermano. Por las tardes ella iba y tomaba un poco de té con Mrs. Hudson, sabía que ella no era una persona que entablaba una amistad en tan poco tiempo con personas que me costó un poco conocer. Comencé a notar su pequeño patrón, llegaba a las tres de la tarde y a las cinco treinta, había un auto afuera esperando por ella. En una ocasión Sherlock estaba observando mis reacciones y sólo se quedaba callado y una vez más me confundía lo que pudiera estar pasando. Mientras Sherlock y yo nos encargábamos del caso de Irene Adler hasta el final, pude comprender un poco él porque de la repentina aparición de Emily Woodsen a nuestras vidas. La muerte de Irene Adler me había reunido con Mycroft, para que fuera yo quien le informará a Sherlock de dicho evento diciéndole que estaba en un programa de protección en los Estados Unidos, una mentira cubriendo la realidad.

— ¿Por qué no se lo dices tú? –le pregunte un tanto curioso pues ya era mi labor ser el mensajero entre Mycroft y Sherlock.

—Por la misma razón que Emily lo hizo –sonrió sombrío por un momento-. ¿Quién es ella? Para mí, un dolor de cabeza constante… una chica con cara angelical, una doncella en peligro sin razón de estarlo. A simple vista es una niña demasiado hermosa y atenta, tranquila y coqueta pero es una parte de ella que me recuerda demasiado a mi hermano. Su pequeña obsesión con él…

— ¿Obsesión? –le cuestione interrumpiendo.

—Está detrás de él como un perro. Su pretexto es cuidarlo… Doctor Watson, ella no es de fiar y Sherlock confía más en ella que en ti –tomo un respiro para después ponerse de pie-. Dale ese mensaje por mi ¿quieres?

Last Words | Sherlock 【Terminada】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora