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Felix fingía estar triste, el día de hoy había muerto su tía-abuela y se estaba vistiendo para asistir al mismo. No lo tomen a mal, era una zorra, grosera y aparte no apoyaba la relación de ambos.
—¿Estas listo?
—Si, vamos.
Entraron al cuarto donde se encontraba el ataúd con la difunta adentro, todos sus familiares estaban ahí sentados en aquellas bancas incómodas cafés. Todos con pañuelos llenos de lágrimas y mocos.
—Nos toca ir a despedirla.-Felix le susurró mientras empezaba a caminar en dirección a la difunta.
—Oye, te ves muy guapo. ¿Y si lo hacemos frente a tu tía?
Felix le pellizcó mientras ambos se acercaban al ataúd.
Subieron dos escalones pequeños y se asomaron a ver a la difunta.
—Que bueno que te moriste.- Felix le susurró.
—Si, pinche vieja. Tome su regalito.- Le dejó un cigarro adentro del ataúd.
—¿Traes cigarros? Dijimos que no te traerías ninguno.
—Perdón pero no aguante.- Felix rodó los ojos.
—Hyunjin, ¡Hyunjin!- Susurró.
—¿Qué?
—¡Eres un idiota!- Chilló en voz baja.
El cigarro que Hyunjin aventó minutos atrás estaba prendido y el mismo estaba quemando la ropa de la difunta. Poco a poco se desintegraba pero por suerte la llama era pequeña.
—¡Vámonos de aquí!
Salieron corriendo mientras todo el mundo le veía raro.
