La llegada de Duckesa

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De toda la parrilla, quien da los mejores regalos era Fernando.

Cuando Sergio anunció su embarazo, dos meses antes de que acabara la temporada, sin preguntar y sin consentimiento, el piloto de Aston Martin se declaró el futuro padrino del pequeño niño que crecía dentro de Sergio. Según él, era el mejor candidato. Era maduro y tenía experiencia en como cuidar niños a pesar de no tenerlos, Pato estaría seguro con él cuando Max o Sergio no estuvieran disponible, y, como su padrino, le daría todos los regalos que quisiera una vez que nazca.

Y cuando llegó un seis de mayo y el llanto del primogénito de la pareja Verstappen-Perez retumbó por todo el hospital, el primero en aparecer del gran grupo de amigos fue Fernando, con una sonrisa de emoción y varios regalos detrás de él.

Sergio casi se niega cuando el español le mostró la descomunal cantidas de cosas que le tenía para su bebé, desde ropa de marca hasta un maldito carro de baterías, que estaba seguro Sergio, que no usaría Pato hasta dentro de cinco años.

Conforme el pequeño Pato fue creciendo, los regalos de Fernando se volvieron extravagantes. Era dinero, según Sergio, tirado a lo pendejo, su niño aún era pequeño.

Pero todo llegó a un punto crítico cuando en la fiesta de cumpleaños número seis de Pato, Fernando llegó con un maldito sobre con boletos para Disneyland, de los más exclusivos y caros. Sergio casi da el grito de su vida, rechazó el regalo, innumerables veces, no podía aceptar tal cosa.

—Nando, no es necesario.

Tachen lo de malagradecido, pero no le gustaba que Fernando gastara su dinero en un niño que apenas y puede dormir solo sin mojar la cama.

—Te equivocas Chequito, todo para mí pequeño ahijado.

Y cuando Sergio cree que no podría ser peor, una sorpresa cae a la puerta de su casa en el septimo cumpleaños de Pato.

Era una caja, tenía una nota y un moño naranja encima. Al principio, Sergio creyó que se trataba de una broma, por un momento pensó en tirarla o patear la lejos, pero cuando quitó la tapa, lo que vio no era algo de lujo que usualmente Fernando regalaba a su hijo... No... Era un maldito pato bebé que piaba ruidosamente y tenía un pequeño trastes de agua volcado.

Agarró la nota pegada en el cartón y reconoció de inmediato la letra del padrino de Pato.

Espero les guste tener otro Patito en casa.

xoxo
—F.A.

Esto debía ser un chiste.

Sergio no sabía que hacer con el pequeño animalito, se veía frágil y cochino pero muy tierno ante sus ojos. Ni siquiera pudo decir nada encontrá cuando su Pato se acercó a él y vio al pequeño animalito. Ver la sonrisa de su hijo fue suficiente para convencer al corazón cálido de Checo.

—¿Cómo lo vas a llamar?

—No sé, papi—Pato no era conocido por poner los mejores nombres a las cosas, a uno de sus peluches, que era un pug todo feo y desgastado lo nombró Pugberto.

—¿Qué te parece Donald?—dijo Sergio. No era tan original y eso al parecer a su hijo no le gustó.

—No papi, no le puedes poner nombre de otro pato a este patito, ¿Qué tal si es niña? ¡Se va sentir triste por tener nombre de niño!

—¿Entonces cuál cariño?

Pato frunció el ceño e hizo un pequeño puchero, parece un viejo hombre que pensaba en la creación de la próxima teoría cuántica y no en un niño que pensaba en un simple nombre para pato.

Quería reírse.

—¡Ya sé!—Pato cargo delicadamente al animalito, tomándolo entre sus pequeñas manos y acariciando con sus deditos la pequeña cabeza amarilla—Se llamará Duckesa.

La llegada de Duckesa fue tan inesperada que Max casi se caga cuando escuchó el piar en su oído, después de que Pato corriera a su habitación para mostrarle a su papá Max su nueva mascota.

Duckesa | chestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora