—¡Ay cabron! ¡Max! ¿Qué te pasó en los brazos?—Daniel señala los brazos descubiertos de su amigo, viendolo como si se tratara de las consecuencias de violencia doméstica o una pelea por el amor de Sergio (es testigo de las peleas estúpidas en las que se ha metido)—¿Te golpean en casa o tu mismo te provocas eso?
El menor rueda los ojos—No seas estúpido Ricciardo, para empezar, Sergio nunca me golpearía, a lo mucho me daría una palmada en la espalda, y esto—mueve sus brazos para hacer enfasis—es obra de la maldita Duckesa de Pato.
No era la primera ni la última vez que Duckesa lo mordía, la maldita pata siempre buscaba formas de lastimarlo, incluso si él no hacía nada, más que estar parado en un lugar fijo, ella se acercaba y comenzaba a picar lo como muestra de su odio eterno.
Esa mañana, antes de llegar a las prácticas, Pato le dijo —ordenó— que alimentara a Duckesa porque su papá Checo le iba a dar un baño y Max sabe lo mucho que tardaba su hijo cuando se trataba de baño en tinas. Cómo el buen padre que era, preparó todo lo que necesitaba aquel maldito animal (hasta puede admitir que comía mejor que él), se acercó a la terraza en dónde tenía a Duckesa y se lo sirvió en el pequeño cuenco que Sergio le consiguió para el viaje.
Al principio, la pata no se movió, se le quedó viendo. Max insistió a Duckesa a acercarse meneando el cuenco con su mano, el sonrió victorioso cuando la pata se levantó y se acercó, hasta en ese momento, Duckesa no parecía enojada ni mucho menos dispuesta a nada que no fuera a comer y a curiosear.
Grave error.
Max bajó la guardia y lo primero que pico Duckesa fue la mano que tenía el cuenco para luego irse contra el brazo.
—¡Estúpida pata traidora!
La pata graznó, reclamándole a Max por algo que él no entendía.
Después de que la maldita pelea matutina acabó con Duckesa comiendo y con Max todo lastimado, Max regresó a la habitación pensando en formas de como cocinar a un pato.
Su hijo era afortunado de tener a un padre tan paciente porqué si hubieran sido Jos y él, Jos no hubiera dudado en hacer a Duckesa al horno.
Malditos traumas de la infancia.
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Duckesa | chestappen
Fiksi PenggemarLa vida de la familia Verstappen-Perez y su querida mascota. -Intento de comedia -Está historia está basada en mi experiencia teniendo patos jajaj