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Cuando la noticia de que YG daba a la quiebra, casi escupe su café esa mañana. No podía creer que después de todo, la empresa que la había introducido a la industria. ¿Le sorprendía? La realidad es que desde la disolución de Blackpink, YG no había gozado del mismo éxito.

Así que no, no le sorprendía que YG hubiera vendido todas sus acciones y diera a la quiebra. Incluso su empresa y la de Lisa estaban cotizadas mejor en el mercado. Casi sonría de gusto por ello.

Se lo merecían. Después del trato y de lo poco agradecidos que fueron con ellas, no ocultaba el hecho de que esperaba que pagarán por todo lo que hicieron. El karma por fin les había llegado.

El karma y algo más..

Aquella tarde, mientras terminaba el papeleo y algunas llamadas pendientes, su representante entro al despacho con una media sonrisa en el rostro. Conocía muy bien a esa mujer como para saber que, aquella sonrisa significaba solo una cosa: Un jugoso trato.

Pero a la hora de escuchar la propuesta que le ofrecían, su piel se congeló y solo fue capaz de modular una sola frase:

—Ni lo sueñes.

Volvió a su casa creyendo que todo ello quedaría en la nada, pero no fue así. Del otro lado, continuaron insistiendo. El rumor se corrió hasta que fue filtrado a los medios y entonces, todo el mundo tenía los ojos puesto en ella.

— Bien.. Jennie, no quiero hacer esto tan formal.

Jennie frunció el ceño apenas oyó a Lisa pronunciar su nombre, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que escucho su voz pronunciandolo?

La piel se le erizó. Aún así, el armazón que la cubría no dejó que se filtrara rastro alguno de aquellas emociones.

— Yo preferiría que lo mantuvieramos así.— Respondió tajante.— Es más, si pudiéramos acabar con esto rápido, sería mucho mejor. Mis abogados y representante ya dijeron todo lo que necesitaba decir, no veo porqué deberíamos desviarnos. Después de todo, ya es un hecho ¿No?.— Inquirió con sarcasmo.

— Jennie..

La voz de Lisa, claramente afectada por sus palabras, la hizo bajar la mirada para jugar distraídamente con los botones de su traje.

— Señorita Kim.— Corrigió.— Vamos a terminar con esto.

Lisa la observaba incrédula, por alguna razón, creyó que una reunión personal haría cambiar de opinión a la mayor. Rosé y Jisoo le pidieron interceder con ella para que cambiara de opinión. Ahora, con YG fuera de la vista, podrían interpretar sus canciones con libertad. Ya no existía nada que las detuviera.

Excepto ellas misma.

Al comienzo, todo parecía prometedor. Entonces llegó la respuesta de Jennie y Lisa sintió como si hubiera recibido un golpe en la boca del estómago. No podía ser cierto.

Después de seis años Blackpink podía regresar para una gira de despedida, y Jennie se negaba a ella. Y no sólo eso, pedía las regalías por cada canción en la que hubiera participado y que las demás miembros cantaran.

— No lo puedo creer.— La voz estrangulada de Lisa le hizo revolver el estómago.— ¿De verdad será así, Jennie? ¿En serio quieres hacer esto?

— Soy una mujer de negocios.

Lisa la miró a los ojos casi incrédula, esa no podía ser la Jennie con la que entrenó y debutó hace años. Pero dolorosamente para ella, si era.

Jennie quiso ignorar el hecho de los ojos de Lisa se estrecharon con una humedad casi imperceptible en las esquinas, pero el bombeo incesante de su corazón parecía más un golpe crudo en su pecho. No podía dar brazo a torcer.

Esa no era la vida que ella quería. No necesitaba eso. Ya tenía suficiente dinero y fama, ¿Qué ganaba con esto? Un par de dólares más y luego qué.

Una línea recta se formó en su cara mientras acomodaba su cabello a un lado.

— Sólo dame el contrato y podrán comenzar su esperada gira.

Lisa guardó silencio un momento y tras una larga exhalación, se resignó a la persona que tenía en frente. Tomó de una carpeta un folio con papeles y de él sacó el contrato. Lo puso sobre su escritorio y lo acercó a ella.

Jennie sonrió vaciamente y en cuánto volvió los ojos a Lisa, entendió dos cosas.

La primera, nadie podía obligarla a hacer algo que ella no quisiera. No podía ni deberían hacerla sentir culpable por no querer realizar esos shows. Después de todo, era una mujer libre, todas lo eran.

La segunda, estaba aterradoramente segura de que, una vez que firmara no volvería a ver a Lisa nunca más. Lo sabía. Y mientras más miraba el contrato, más se cuestionaba.

— Espero no te importe, pero quiero leer todo.

Lisa la miró con indiferencia, por primera vez desde que entró a su oficina, y se encogió de hombros. Quizás esa no era exactamente la actitud que debería tener una CEO, pero le daba igual.

Estaba cansada de sentirse decepcionada por la mayor. Así que, cogió su móvil y, con la excusa de escribir un par de textos, se levantó de su silla dejando a Jennie sola. No quería verla, no podía verla. Solo iba a esperar que terminara pronto y se largara de su vida.

La coreana la vió ponerse de pie y sintió un vacío en su estómago mientras la tailandesa de alejaba. ¿Por qué siempre Lisa hacía eso con ella? ¿Por qué siempre la abandonaba?

No se dió cuenta de lo mucho que su ausencia le había dolido, hasta que nuevamente se sintió sola en una situación límite. Tragó lo salado de aquellas lágrimas que no dejaba salir y fingió leer el contrato con cuidado.

Ella ya sabía que había en esas páginas, no necesitaba siquiera verlo. Pero, eran sus últimos minutos con Lisa y no sabía por qué necesitaba que durara un poco más.

La vió de espaldas a ella, mirando por la ventana y recordó las veces que estuvieron a solas en su casa de Los Ángeles, y se quedaba en silencio mirando como la más alta se detenía junto a las puertas de cristal para disfrutar el sol, y ella no podía quitarle los ojos de encima. Como sucedía justo ahora.

¿Siempre había mirado así a Lisa, o es que los años la hicieron más susceptible a ello?

No tenía idea, pero en cuánto Lisa la atrapó mirándola, su corazón se detuvo y podría jurar, que a la pelinegra le había sucedido exactamente lo mismo.

Entonces, Lisa se atrevió a hablar y Jennie casi hubiera deseado que no lo hiciera.

— ¿Por qué me miras así?..

Jennie bajó la mirada otra vez a las hojas que estaban en sus manos e intentó sonar desinteresada.

— ¿Cómo?

La más alta dió unos pasos lentos hasta quedar más cerca del escritorio y sin sacarle los ojos de encima dijo:

— Como si aún fuera tu persona favorita.












Love G.

CEO | JenLisa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora