9 - Ardiente, caliente (Matías/Agustín - Poliamor)

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Matías acorraló a Agustín nada más entrar en la habitación con él y le devoró la boca. Había hecho eso mil veces con Enzo y nada le gustaba más, pero se sentía muy diferente hacer eso con otro alfa. Había una sensación de peligro latente al besarlo de aquella manera, había algo en obligar a su alfa interno a someterse ante él y hacerlo gemir que simplemente lo volvía loco.

Lo miró al separarse y sus sentimientos románticos por él lo invadieron. Nunca hubiera pensado que estaría caliente por otro alfa ni mucho menos que se enamoraría de él, pero tampoco había pensado jamás en tener una manada y un compañero y un hijo y sin embargo allí estaba.

Y quería más, más de Agustín Pardella.

–Ven, vamos a la cama, precioso –murmuró cariñosamente y el otro alfa se estremeció y asintió, dejando que le tomara la mano y lo dirigiese a la cama.

La habitación de Agustín olía a su aroma de vainilla y madera, que lentamente se mezclaba con el suyo a rosas y tierra húmeda. Si olfateaba podía sentir leves rastros de olor de su compañero y eso lo hacía sonreír.

Enzo y Agustín juntos eran deliciosos, otra cosa que no había visto venir. Había descubierto que le gustaba como el otro alfa complacía a su omega y también como se dejaba besar y tocar por él sin que su naturaleza alfa interfiriese. Contrariamente a lo que había pensado en un principio, Agustín siempre era mucho más sumiso cuando su omega estaba presente entre ambos en vez de al revés. 

Lo entendió más tarde: Agustín nunca lucharía por la dominación de Enzo con él, sabía que el omega era mucho más importante que eso y lo amaba profundamente. Una parte de él deseaba que lo amase tanto como amaba a Enzo, no había mentido cuando le dijo que cualquiera sería afortunado de gozar de su amor.

Él quería su amor y lo quería en su cama.

Agustín se sentó en la cama y lo miró, expectante. Le dio un beso más delicado y se sentó encima suyo, como cuando se habían besado la primera vez. Habían habido muchos más besos y muchos más orgasmos entre ellos desde aquél día, pero lo que iban a hacer era diferente.

Sentía la tensión en el cuerpo de Agustín, su naturaleza alfa reacia a ser dominada y pasó sus manos por su cara y hombros suavemente.

–No tenemos que hacer nada que no quieras, ¿lo sabés, verdad? –murmuró contra sus labios– Podemos detenernos cuando desees, podemos hacer otras cosas, amor.

Agustín asintió y Matías registró la calidez en sus ojos ante el apodo romántico y como su cuerpo perdía algo de tensión. Los brazos de Agustín rodearon su cintura, uniéndolos en un abrazo.

–Quiero probarlo, Mati. Hazlo funcionar para los dos –susurró.

Fue todo lo que necesitó para empezar a besarlo nuevamente, subiendo la intensidad por momentos. Eso lo habían hecho ya muchas veces, muchas de ellas bajo la atenta mirada de Enzo y de Fran, que nunca dejaba de sorprenderse cuando ambos alfas participaban entre sí.

Estaban solos en ese momento y sentía que la primera vez que lo hicieran debía ser así, más tarde podrían unirse Enzo y Fran, que estaban juntos en la habitación que él compartía con Enzo, probablemente haciendo algo similar a lo que hacían ellos.

Bajó por el cuello del otro alfa, sintiendo su pulso acelerado y como sus manos más grandes apretaban su cintura y lo tocaban por debajo de la camiseta.

Le empezó a quitar la ropa a Agustín y él lo permitió, quitándosela a él también. Lo observó, pasando sus manos por el cuerpo del alfa.

–Me gusta tenerte así –le dijo antes de besarlo de nuevo y empujarlo hacia atrás, quedado recostado en la cama y él encima suyo.

The scent [Matienzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora