2 - Revelaciones

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Venecia, Italia. 

Era la presentación oficial de la película y las lágrimas caían por las mejillas de Enzo mientras acababa de arreglarse en la habitación del hotel. Era una noche muy, muy importante. Era la primera vez que iba a ser sincero desde que al prácticamente lo obligaron a usar supresores de olor para que todo el mundo lo identificase erróneamente como un alfa.

"Los omegas no van a ningún lado en esta profesión, chiquito" le había dicho su entonces representante, empujando las pastillas a la mano de Enzo. Tenía 15 años y acababa de presentarse, pero le tocaría engañar a todo el mundo a partir de ese día, incluso a sí mismo.

Sus sueños le habían costado caros durante demasiado tiempo.

Eso acababa hoy, decidió. Se secó la la cara y se fue dejando deliberadamente los supresores en el baño de la habitación antes de salir por la puerta. El mundo iba a conocer al auténtico Enzo Vogrincic.

Lágrimas de emoción se deslizaron de nuevo por su rostro al contemplar la enorme ovación del público. Para él no sólo se está presentando la película, se estaba presentando también a sí mismo tal y como era. Se estaba abriendo a su manada y sobretodo a ...

–Enzo, hueles a... oh.

Matías, su alfa, su compañero, fue el primero en oler su aroma y ese oh revelaba que se había dado cuenta de que eso que olía tan delicioso era en realidad él. Y de que no era un alfa en absoluto. Matías aprovechó el momento de emoción colectiva para acercarse más a su cuello y e inhalar disimuladamente, maravillado ante el aroma.

–Hueles a menta, y a manzanas, y a canela ...–susurró perdido en la esencia del más alto– Oh, Enzo. Oh. No lo sabía ...

A esas alturas Matías ya no era el único que se había percatado de que un nuevo olor dulce corría por la zona. Agustín lo miraba con una mezcla entre sorpresa y admiración, Kuku lo miraba de más lejos con orgullo. Lo sospechó hacía tiempo, pero la privacidad de Enzo era suya y solo él podía tomar la decisión de mostrarse públicamente.

Pero estaba tan orgulloso de él, deseoso de incluirlo en su manada. Y a juzgar por cómo lo olfateaba Matías, algo aún más grande estaba por suceder.

***

Al acabar la presentación el grupo se movió uniformemente hacia la salida, manteniendo a Enzo más o menos en el centro. Después de más de un año pasando las veinticuatro horas del día juntos, un nuevo sentimiento afloró en toda la manada a la vez: cuidar, proteger, mantener al omega cerca. Enzo vibraba cada vez que sentía algún toque fantasmal en su cintura o espalda, guiándolo suavemente. No era como si se pudiese perder, Matías no se separaba de él, su mano siempre firme en su cintura y su rostro todo lo cerca que podía estar de su cuello, oliendo a su compañero por primera vez, totalmente extasiado.

Dios, como había extrañado aquellos cuidados que nunca pudo recibir.

A regañadientes se separaron para ir en coches diferentes hasta el hotel, nadie quería perderse aquel aroma nuevo que les gritaba hogar, pertenencia, familia. Enzo no era el único omega de la manada, pero todos podían ver cómo y porqué claramente estaba destinado a ser el más importante, incluso si él mismo aún no lo comprendía del todo.

Pero no era lo único a lo que estaba destinado, ¿verdad?

Matías se adelantó ágilmente a resto del grupo y tomando la mano de Enzo, subió rápidamente a uno de los vehículos, junto con Blas.

El otro omega miraba a Enzo fascinado. Tomó su otra mano y dejando una suave caricia en esta, finalmente se atrevió a preguntar.

–Enzo... ¿Por qué no nos dijiste?

The scent [Matienzo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora