Epílogo

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El tiempo, es difícil de especificar que es.
Podría ser una simple medida, o puede ser algo tan valioso que se vuelve imposible de medir.
Un año, un año es poco si vives cinco mil más
Pero, cuando has perdido lo que más quieres, un año es una eternidad.

Paso un año, después de de la batalla, y el azabache no regreso, paso el tiempo, y los años se convirtieron en décadas, no volvió, y las décadas de se volvieron siglos, pero no volvió.
Valkiria tuvo un pequeño, con algún asgardiano que robo su corazón, y ya estaba decidido, el sería el siguiente en asumir el mandato del reino, el cual había prosperado hasta ser, similar, a su antecesor, el reino dorado.

Y estaba sentado, cerca de aquel pequeño monumento, a un dios, que dio su vida, por su familia, por su pueblo, a uno, al que todos odiaron una vez, y al que todos le lloraron tiempo después.

Un niño, de cabellos rojizos corría por el campo, que daba directo al mar.

-¿Tío, extrañas a mi otro tío?

-si

-¿como era?

-era... Era valiente, y tenía un gran corazón, era el mejor hechicero, que alguna vez haya existido

-¿por que no hay retratos de él?

-no se, nunca hubo oportunidad de hacer uno

- ¿sería rey?

-rey de dos mundos, dos mundos que habrían sido afortunados de tenerlo como gobernante, pero que ninguno fue digno de tenerlo.

-¿fue al Valhalla?

-si, era su derecho

- ¿por que lloras?

-por que lo extraño, sus ojos verdes, un verde más hermoso que este prado, y su piel blanca, como la nieve que cae en invierno

-¿volverá?

-no, ahora es feliz, en los palacios de plata, en las bibliotecas que guardan el conocimiento del mundo

-¿seré rey?

-cuando estés listo, y merescaz ese título

-tengo que ir a mi clase de magia

-¿escuchas?

-¿escuchar que?

-un susurro, suave, y dulce

-no escucho

-me llama, pide que vaya

-¿a donde?

-con él - y el polvo dorado comenzó a subir a las nubes, perdiéndose en el cielo.







Las paredes blancas, el piso de mármol, quedaban atrás, mientras caminaba hacia el jardín, los árboles, de colores pastel anuncian su llegada al tan preciado lugar, una túnica, verde pastel, como los colores a su alrededor, tirada sobre la hierba, casi blanca, ocultando a su dueño, un árbol, como el de Iddun, pero este más monumental y hermoso.
Un libro, de literatura, descansaba abierto, sobre unas manos pálidas y tersas, el libro cayó a su regazo, tras escuchar su nombre, los ojos verdes, un verde que tantas noches había soñado, veían su mundo, uno que había quedado lejos, en el mundo de los vivos.

-¿estas muerto? - dijo aquella voz, que a sus oídos era música.

-estoy contigo- aquellos labios, que pensaba nunca volver a probar, ahora los degustaba, sin prisa, ahora el tiempo, suyo, y de nadie más, el tiempo no podría arrebatarselo nunca más.
Unas lágrimas, caían sobre la piel nívea, lágrimas conbinadas, de dos personas, de felicidad y tristeza, por dejar todo atrás, y ver lo que hay por delante.

-estoy contigo, y nunca más te abandonare

-te extrañe

-y yo a ti Loki

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Fin

RegresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora