| Crueldad 3 |

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Miradas asesinas

Isabelle

- Por favor, adelante - mi padre les indica por donde ir.

Subimos nuevamente a la sala de reuniones.

Varick y Alder hablaron algo en alemán que no logré entender ya que fué algo así como un susurro.

Mi padre me mira y resopla. Él detesta que no hablen nuestro idioma cuando estamos nosotros presentes. Puede que estén tramando algo. Eso es lo que el cree. En esta casa la única que sabe a la perfección el idioma alemán soy yo, por eso a veces hago de intérprete en algunas reuniones.

—Si van a ser nuestros socios, hablen nuestro idioma cuando estemos presentes. La transparencia es fundamental —su voz, grave y firme, dejó claro que no toleraría dobles discursos.

Varick se ríe despreocupado.

- Por supuesto, no hay problema. Pero no tiene por qué preocuparse, estábamos hablando... de otros asuntos - al terminar de decir eso, me mira y Alder sonríe con complicidad.

No entiendo sus intenciones, pero ya me está generando incomodidad. Estaré vigilante ante cualquier palabra o acción que surja.

- Muy bien.

Al entrar en la sala, mis hermanos son saludados y se sientan uno al lado del otro, frente a mí.

—Antes de hablar de negocios, quiero darles la bienvenida oficial. Si están aquí, es porque consideramos que tienen algo que ofrecer. Sabemos que buscan expandir sus operaciones y que ven en nosotros un aliado confiable para ello.

Alder asintió con respeto.
—Así es. Nuestra red en Alemania es sólida, pero necesitamos una base firme para expandirnos al Mediterráneo. Y nadie conoce mejor estas rutas que ustedes.

Varick intervino.
—Creemos que juntos podemos dominar el mercado, al menos en esta zona. Su experiencia y nuestra logística son la combinación perfecta.

Mi padre los observó en silencio unos segundos antes de asentir.
—La expansión es un juego peligroso, pero también una buena oportunidad. Pasemos a los detalles.

Stefano, siempre el más directo, tomó la palabra.
—Hablemos de las rutas del norte. Sabemos que han tenido problemas con los envíos. ¿Cómo piensan manejarlos?

Alder respondió con calma.
—Podemos ofrecer acceso seguro a puertos en Hamburgo y Róterdam. También reforzaremos la seguridad en tierra, pero queremos un 20% de participación en cada envío.

Antonio negó con la cabeza.
—Es demasiado. Nuestras rutas son nuestra fortaleza.

Varick se inclinó hacia adelante, sin perder la compostura.
—No es solo participación. Hablamos de seguridad garantizada, contactos en aduanas y respaldo financiero si las cosas se complican.

—Entonces, ¿ustedes se encargan de la logística completa? — inquiero.

—Exactamente —confirmó Varick—. Y además, pedimos acceso a su red en Nápoles para establecer una base operativa en el sur.

Antonio levantó una ceja.
—Nápoles no es terreno fácil.

Mi padre intervino, cortando cualquier objeción.

Cruel Ambición | 1 | (BORRADOR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora