| Crueldad 25 |

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Isabelle

Víctima

Darme una ducha rápida pero caliente fue como estar en el paraíso durante unos cortos minutos.
Soportar el frío cortando mi piel desde el mediodía hasta la noche fué una tortura, pero el agua muy caliente descongeló mis músculos y un poco mi mente.

Desearía que todo el vapor que se acumuló en el baño, se trasladara a mi mente impidiéndome ver con claridad.
Porque la maldita imagen de Ryker Dirksen no sale de mi cabeza y no entiendo por qué.
Es como si ya hubiera copado una parte de mi cerebro y siempre estará ahí presente como una marca de fuego. Trato de descifrar a ese hombre, es un real rompecabezas de piezas complejas.

Cierro el grifo y tomo una toalla saliendo de la ducha.

Los hombres de mi padre ya empezaron preparar todo para irnos de aquí mañana a primera hora.

Me puse ropa cómoda y abrigada para ir hacia los búnkers donde se encuentran todas las armas, explosivos y equipamentos. Debo guardarlas de forma clasificada y enviarlas al jet.

Nos dividimos en las tareas.
Antonio se encargará de preparar bien los cultivos de marihuana y ricino para llevarlos a la bodega del avión.
Matheo y Stefano, (que por más herida que tenga no quiso quedarse quieto) se encargan de la bóveda donde se encuentra todo el dinero y drogas. También los guardarán en bolsos para llevarlos al avión.

Salgo de mi habitación y me topo con muchísimos hombres yendo y vieniendo, vestidos de negro y con guantes en sus manos que toman los muebles, retratos de los antepasados y cortinas para trasladarlos en nuestros camiones.
Poco a poco todo lo que hay en la mansión, va desapareciendo.
Aún permanece el inmenso cuadro en blanco y negro de Amelia.
Una oleada de tristeza me atravieza...si tan solo esa buena mujer viera en lo que se convirtió todo esto...
Si hoy en día estuviera viva no sé que es lo que hubiera sido de ella...

Mi padre camina de un lado para otro en la sala de estar mientras habla por teléfono.

Iba a bajar por las escaleras pero por el rabillo del ojo veo a Clara que sale de la habitación de Stefano.
Pensé que ya se había ido...pero ¿qué hacía ahí? Además, el no está aquí, está en la bóveda.

Frunzo el ceño y me acerco a ella que evita mirarme mientras baja la mirada.

- Clara ¿qué haces aquí todavía? - intento hacer que me mire pero no lo consigo - ¿Qué sucede? - poso una mano en su hombro, ahora mas preocupada.

Traga saliva y niega con la cabeza.

¿Qué rayos...?

Si el infelíz de Stefano le hizo algo, juro que no solo tendrá una herida de bala en la pierna.

La conozco lo suficiente y cuando le ocurre algo nunca lo demuestra, se traga todos sus problemas y piensa que sola los puede solucionar. Eso me pone nerviosa, sabe que puede confiar en mi...soy la única persona en la que puede hacerlo.

- Clara, porfavor, mírame. - le pido casi suplicándole.

Finalmente sus ojos se encuentran con los míos. Están llenos de lágrimas que no puede controlar al levantar la cabeza y mirarme.

Niego lentamente y largo un resoplido, frustrada.

- ¿Te hizo algo?

Niega rápidamente y se limpia las lágrimas.

- Él...no me hizo nada, no te preocupes.

- No. Algo te está ocurriendo ¿por qué lloras entonces?

Mira hacia otro lado y toma una gran bocanada de aire un poco entrecortado por el llanto.

Cruel Ambición | 1 | (BORRADOR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora