|Crueldad 34|

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Plan de fuego

Ryker

Días después...

Dos días. Dos interminables días en los que el tiempo se ha convertido en un enemigo cruel. No he salido de este lugar ni un solo instante. Mis pies están anclados al suelo, pero mi mente viaja a cada rincón, buscando alguna señal, un rastro que me lleve a ella.

Le dije que no la dejaría mientras me miraba como si fuera su última esperanza... Isabelle tendría que estar aquí y le fallé.

Me desespero aún más cuando su imagen invade mi mente, y la necesidad de golpear mis nudillos contra una pared rocosa se intensifica. No puedo dejar de pensar en su intento de protegerme del disparo, y la culpa me aprieta el cuello, dificultando mi respiración, recordándome que, a partir de ese instante, le debo la vida. Por eso, haré cualquier cosa por esa mujer, hoy, mañana y todos los días de mi existencia, hasta que la muerte me reclame.

No puedo permitirme el lujo de parar; cada momento que pasa es un latigazo de dolor en mi pecho. La rabia burbujea en mis venas, un fuego que me grita que debo actuar, que debo encontrarla. Cada pista que sigo, cada hilo que uno parece acercarme y al mismo tiempo alejarme años luz de ella... de esos ojos llenos de dolor que vi la última vez y sus manos delicadas sujetando las mías para que no la dejara...

Mis manos, temblorosas por la presión que llevo encima, se cierran en puños.

La voy a encontrar, a ella y a los hijos de puta que le pusieron las manos encima... los buscaré por cielo, tierra y mar hasta tener sus cuerpos pudriéndose en el calabozo y les cueste tan siquiera pronunciar sus nombres.

Isabelle. La primera vez que la vi, pensé que era solo un rostro entre muchos. Pero a medida que la busco, me doy cuenta de que hay algo en su esencia que me desarma. Su fragilidad en este momento, me provoca un deseo feroz de protegerla, aunque no tengo derecho a sentirlo y eso lo empeora todo.

Este sentimiento no me corresponde pero odio el hecho que le corresponde a cualquier otro hombre y enloqueceré si eso llega a suceder; esto es una maldita guerra interna que terminará ganándome.

En realidad no sé que es lo que siento por Isabelle, me aterra cargar con la culpa por si le llegase a pasar algo y me cuesta imaginar que esto podría tratarse de amor.

Pero no, sé que esto no es amor; el amor, supongo, no se siente así. Esto es algo mucho más intenso, un fuego que arde en lo mas profundo de mi cuerpo. Es una obsesión. Una obsesión por tenerla a mi lado, por poseer cada rincón de su ser.

Es una necesidad desesperada de encontrarla, de que se quede conmigo, y no solo físicamente. Quiero sentir su piel contra la mía, perderme en su esencia, hacerla mía de una forma que no puedo dejar de ansiar. Que nadie, nunca, se atreva a volver a tocarla, ni siquiera pensarlo porque va arrepentirse y se lo dejaré muy en claro a quien se atreva. Cada segundo sin ella es un tormento, y esa urgencia de tenerla cerca se convierte en una llama que no puedo apagar.

Me despego de la silla bruscamente. No hay nada, no hay rastros de nada. Ninguna de las cámaras instaladas en la ciudad lograron captar un solo movimiento. El desgraciado que lo hizo sabía muy bien como y donde moverse.

Vuelvo a donde todo sucedió, recuerdo las caras de los rusos pero estos...estos estaban enmascarados y muy bien armados, un equipamiento de última tecnología. No estaban con los rusos, sin duda porque ambos bandos luchaban por quedarse con ella.

Tomo mi cabeza con ambas manos y todo de alguna manera encaja.

Por alguna razón, Isabelle era un objetivo en común entre los dos bandos...o pudo haber sido planeado...pero no, no fue así, se mataban entre ellos.

Cruel Ambición | 1 | (BORRADOR) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora