Yoongi
Sonreí cuando papi retrocedió hacia el pequeño camino de entrada frente a nuestra casita. Teníamos suficientes pertenencias tanto en esta casa como en el apartamento, por lo que nunca teníamos que preocuparnos por empacar nada; podíamos rebotar entre ellas como quisiéramos. Papi apagó el motor y salió de la camioneta. No podía aparcar en el garaje porque su barco ocupaba todo el espacio allí. Pero pensaba que estaba bien; me encantaba el barco de papi. No podía esperar hasta que el clima se calentara y pudiéramos llevarlo al agua nuevamente.
—Aquí vamos, chico. —Dijo papi mientras abría la puerta y me ayudaba a bajar de su gran camioneta.
—Gracias. —Me puse de puntillas para besar sus labios. —Y gracias por una noche tan maravillosa. —A pesar de que la cena comenzó como un desastre, papi cambió la situación y los cuatro terminamos pasándolo de maravilla. —Y por cuidarme.
Papi se rió entre dientes mientras tomaba mi mano y me conducía hacia la puerta principal.
—Por supuesto; ese es mi trabajo.
—Bueno, eres muy bueno en eso.
Rió de nuevo.
—Sólo porque me encanta. —Respondió con un guiño, y mi corazón se aceleró. Nunca superaría el hecho de que él amaba ser mi papi tanto como yo amaba ser su chico. Papi abrió la puerta principal y me condujo a nuestro dormitorio. Sin una palabra, abrió la cremallera de mi abrigo y lo colgó junto con el suyo en nuestro armario. Cuando se volvió para mirarme de nuevo, sus ojos estaban oscuros y llenos de lujuria.
—Debido a que hoy has sido un buen chico y has seguido las reglas de nuestro juego, te daré las recompensas que te has ganado.
Mi pulso se aceleró y me lamí los labios.
—Gracias, Señor.
—Antes de comenzar, quiero que te desnudes para mí. —Agarré el dobladillo de mi camisa para arrancarla, pero papi me detuvo con un toque en mi brazo. —Despacio.
Si papi quiere un espectáculo, le daré uno que nunca olvidará. Comencé por quitarme los zapatos y los calcetines porque simplemente no había una forma sexy de hacerlo. Una vez que estuve descalzo, encendí la calefacción. Pasé mis dedos por mi abdomen desnudo y agité el dobladillo de mi camisa. Papi no apartó los ojos de mis manos mientras lentamente subía la tela por mi pecho. Una vez que mis pezones estuvieron descubiertos, levanté mi camisa con una mano y lamí mi dedo índice con la otra. Rodeé cada disco hasta que alcanzaron su punto máximo y relucieron.
—Tan sexy, chico. —Dijo papi, aunque era más un gruñido que una palabra.
—Solo para ti.
Saqué la cabeza de mi camisa y me revolví el cabello antes de tirar la tela. Luego me aparté de él y desabroché el botón de mis jeans. Deslicé mis pulgares entre mi ropa interior y mi piel y empujé mis calzoncillos y jeans lentamente por mis caderas. Me incliné hacia adelante y moví la tela sobre la hinchazón de mi trasero y papi gimió cuando vio mi tapón enjoyado.
Me quité el resto de mi ropa y me di la vuelta para mirar a papi. Su manzana de Adán se balanceó mientras tragaba saliva, y pude distinguir la larga huella de su polla en sus jeans. Estaba tan excitado como yo.
—Muy buen trabajo, chico. —Elogió en un tono ronco. —Ahora, no te muevas.
—Sí, señor. —Me quedé inmóvil como estatua mientras lo veía salir de la habitación. Regresó un minuto después con una caja en las manos.
—Para tu primera recompensa, te voy a azotar hasta que tu trasero esté bonito y rosado con mis huellas.
—Gracias, Señor. —Me encantaba que papi me azotara. Usaba su fuerza para hacer que mi cuerpo cantara. A veces usaba las nalgadas como castigo; aun así las disfrutaba, pero no se me permitía correrme. Siempre trataba de ser su buen chico para poder soltarme por completo y disfrutar del placer de la mano de papi en mi piel.