Capítulo 1

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"¿Pero qué crees que estás haciendo?", gritó con exasperación y sorpresa. "¿Qué crees tú?", respondí entre risas mientras seguía metiendo rápidamente ropa en una maleta y un bolso. "Ya soy mayor de edad, ni tú ni nadie puede decidir por mí ahora. Soy lo suficientemente grande para tomar mis propias decisiones".

"Tortolito, ¿Matilda? ¿Hija, a dónde vas?", preguntó mi madre, agitada después de correr desde la cocina hasta mi habitación, alarmada por los gritos de mi padre.

"Me voy". Recogí unos libros, papeles importantes y una pequeña caja con mis ahorros. Claro, solo era efectivo, ya que había depositado el resto en el banco. Desde que descubrí que podía tener una cuenta, no dudé en poner mis ahorros allí, con la esperanza de que crecieran con el tiempo. Había esperado tanto tiempo para este momento, en el que finalmente sería libre. Apenas era por la mañana, debían ser las 9 o 10 am, pero al despertar vi el sol en mi ventana y corrí a preparar mis cosas. Hoy era mi cumpleaños número 18 y no quería quedarme ni un minuto más en este lugar al que llaman casa. Supongo que el ruido que hice alarmó a mis "padres".

"¿Y adónde vas? No tienes a dónde ir. ¿Qué te hace pensar que estarás mejor en otro lugar que con tu familia?", gritó con enojo Henry Wormwood. Canas ya perceptibles adornaban su rostro y leves arrugas se notaban bajo sus párpados. No era el mismo hombre que me había llevado en brazos al auto entre gritos aquella vez, solo quedaba una sombra de lo que fue. Con el paso de los años, su cuerpo se había deteriorado, pero seguía siendo la misma persona en acciones y personalidad. "Después de todo lo que te hemos dado, ¿así nos pagas? ¡Abandonándonos a nosotros, tus padres! ¡Malagradecida!".

"Estaré bien. Si te preocupa el dinero, no me llevo nada tuyo. Lo poco que tengo lo he conseguido con mi trabajo. No les debo nada, nunca los consideré mis padres. Jamás se interesaron en mí. Desde que tengo uso de razón, he hecho todo sola, he sido autosuficiente y gracias a eso estoy con vida. Si fuera por ustedes, nunca habría estado aquí. No crean que no me he dado cuenta, siempre han tenido un solo hijo y es Maick. Conmigo nunca hicieron ni la mitad de lo que hicieron con él". Antes de que me respondieran, tomé rápidamente mi maleta y mi bolso. Caminé rápidamente hacia la puerta de entrada y ellos no me siguieron. Pude ver a Maick en el pasillo, solo me miraba. Tomé el pomo en mi mano y, antes de abrir la puerta, mi padre me gritó. Fue la última vez que lo vi.

"Escúchame, jovencita. Si sales por esa puerta, ten en cuenta que nunca más podrás volver a esta casa. Ya no serás bienvenida aquí".

"No espero volver, adiós papá". Al salir por esa puerta, me sentí más ligera que nunca. Un peso enorme se había ido por fin de mis hombros. Sentía libertad, felicidad y un poco de ansiedad. Caminé sin rumbo por unas pocas calles hasta llegar a una plaza. Me senté en un banco y permanecí allí durante mucho tiempo. No podía creerlo aún.

Era libre.

Había soñado tantas veces con este momento, en cómo sería y cómo me sentiría. Pero era aún mejor de lo que imaginé. Oficialmente era libre. Observé a las personas pasar: parejas felices de la mano, perros jugando con niños, familias compartiendo un almuerzo, amigos disfrutando de un picnic. Todos tenían a alguien, tenían ese algo que nunca tuve, tenían amor.

Mis padres eran todo un tema, ellos nunca me amaron. Jamás les importé y eso no me molestó nunca, porque creía que de alguna manera ellos sí me querían, solo que no sabían expresarlo. Estaba bien ser autosuficiente, nunca me sentí mal por ello, tal vez a veces solo me incomodaba que otros niños tuvieran una vida "convencional". Un padre, una madre, hermanos, una mascota. Siempre había deseado tener una mascota, pero nunca se me permitió, creían que era lo suficientemente irresponsable como para causar la muerte del animal en un solo día. Era ridículo, pero a pesar de mis intentos, nunca tuve una. Pero a pesar de todo esto, nunca me molestó en realidad.

Hasta que nos mudamos a Crunchem. A los 10 años, ya era lo suficientemente grande para entender lo que eso significaba. El negocio de papá había sido descubierto.

Cuando llegamos, todo era nuevo. Nunca antes había ido a una escuela, había aprendido lo básico por mis propios medios. No me consideraba una persona especialmente inteligente, pero tampoco estúpida. De repente, llegó un día y mi padre anunció que al día siguiente comenzaría la escuela. Debido a mi edad, logró que me adelantaran unos años para que pudiera cursar el grado correspondiente a mi edad. Esperaba que estuviera a la altura.

Siempre mostré desinterés por los negocios fraudulentos de mi padre, pero lo seguía porque me gustaba estar al tanto de todo. Nunca me prestaba atención, ya que su enfoque estaba en Maick. Quería que él continuara con todo eso cuando se retirara.

Llegó el día, ese día en el que conocí a la única persona que realmente me quiso.





















Mckenna grace como Matilda

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𝙃𝙤𝙣𝙚𝙮✧。⁠*゚ (𝗠𝗮𝘁𝗶𝗹𝗱𝗮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora