Capítulo 2

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Hace 8 años atrás

"¡Matilda!, baja ya, jovencita. Espero que estés lista, porque en un minuto me voy y te quedarás aquí", habló fuertemente mi padre desde las escaleras. Era un hombre de temperamento algo fuerte y con poca paciencia.

"Ya estoy aquí, lista desde hace una hora", respondí mientras él entraba a la cocina. Yo estaba terminando mi desayuno, que consistía en hot cakes, fruta y un jugo.

"Mima, ¿mi desayuno?", pregunto.

"Aquí está, papi rico. ¡Maick! Baja ya mismo antes de que se enfríe tu desayuno". Ambos se sentaron en la mesada de piedra fina que estaba en la cocina y desayunaron mientras hablaban entre ellos, ignorando completamente mi presencia. Terminé, lavé lo ensuciado y fui por mis cosas. Si no me apuraba, enserio se irían sin mí.

"Maick, muchacho, vamos. Te pasaré a dejar a tu escuela. Estoy seguro de que todos querrán ser tus amigos", le hablo altaneramente a mi hermano mientras le daba golpecitos en la espalda. "Adiós, papi rico", respondió mamá con un beso fugaz.

Caminé detrás de ellos hacia el auto. Subí en la parte de atrás, me gustaba este lugar. Era bonito y teníamos vecinos agradables. Vi a algunos niños jugar en la acera, adultos yendo a trabajar, otros a estudiar. Estaba demasiado emocionada, hoy sería mi primer día de clases, mi primera vez en una escuela. Ya estábamos a mitad de año, pero daría mi mayor esfuerzo por ponerme al nivel de mis compañeros e incluso superarlos.

Tenía puesto un vestido floreado y zapatos negros. Me había encargado de limpiarlos muy bien hasta que brillaran. Peiné mi cabello para que quedara presentable. No era fanática de los peinados muy ostentosos, solo me colocaba una cinta y era más que suficiente.

No supe en qué momento Maick se había ido, quedando solo papá y yo en el auto. Estábamos en un camino de tierra rodeado de flores y árboles. Me imaginaba mi escuela como un gran edificio colorido y bonito, con muchas flores, niños y juegos. El auto se detuvo en un edificio grande. No era como lo imaginé, pero en la entrada había niños jugando. No estaba tan mal.

"Bájate ya, no tengo todo el día, niña. El autobús te llevará a casa". Me bajé rápidamente, estaba emocionada, quería entrar ya mismo a estudiar. Tenía tantas ganas de aprender. El auto se alejó levantando polvo a mi alrededor. Caminé a paso lento. Era un día muy soleado y niños de todas las edades estaban en la entrada. Me preguntaba por qué aún no habían ingresado. Tal vez era temprano aún.

De pronto, todos dejaron de jugar. Estaban en silencio. ¿Qué pasó?

Alguien comenzó a empujar a algunos estudiantes de su camino. Me apartó rápidamente del camino con una fusta de cuero. Al mirar a su portador, vi a una inmensa mujer, muy alta, robusta y con una sonrisa eufórica. Se acercó lentamente a una niña rubia con trenzas y lentes.

"Amanda Triphop", habló fuertemente mientras caminaba alrededor de la niña. "¿Eres africana, Amanda?" preguntó mientras miraba detenidamente a la niña y sus trenzas.

"No, señorita Tronchatoro", murmuró Amanda en voz titubeante. Podía sentir su miedo; esa mujer era verdaderamente imponente. Debía medir un metro con noventa, tal vez dos metros.

"No permito esos peinados en mi escuela, Amanda", dijo tocando con su fusta las trenzas. "¡Te las quitas mañana antes de entrar a clases!"

"Pe-pero mi mami dice que son bonitas", habló con voz frágil mientras tocaba sus trenzas, creyendo que de alguna manera si le decía eso no vería mal su peinado. Nunca me imaginé lo siguiente que sucedería. Era algo impensable.

"Pero... ¿dijiste pero? ¡Ahora mismo te daré un pero!", luego tomó las trenzas de Amanda con fuerza al punto de levantarla y comenzó a dar vueltas sujetando nada más que su cabello.

"Martillo", habló alguien a mi espalda.

"¿Qué?", pregunté sin entender a qué se refería.

"Seguramente", respondieron. Me giré y pude ver a dos niñas. Una debía tener entre 13 y 14 años. La otra niña parecía tener mi edad.

"¿Quiénes son ustedes y a qué se refieren con martillo?", pregunté.

"Soy Lavanda", contestó la niña que parecía tener mi edad. Tenía lentes, ojos cafés y piel morenita. Le sonreí y me presenté, dándole mi mano. "Matilda".

"Yo soy Hortensia, un placer conocerte, Matilda", se presentó la chica que parecía mayor. Tenía cabello rubio con mechones castaños, lacio y ojos cafés. También tomó mi mano. Me alegraba haber conocido a dos personas en mi primer día. Creo que no estaré sola en este lugar. "¡Miren!"

Miré hacia donde señalaban, y era Tronchatoro con Amanda. Terminó de girar y la soltó en el aire. Se escuchaban los gritos de Amanda.

"Eso es martillo, es un deporte, pero ella utiliza estudiantes y no un martillo como tal", impresionada miré a lo lejos a Amanda.

"Buen tiro", dijo un niño cercano a Tronchatoro. ¡Qué idiota!

"Caerá en la cerca".

"Morirá".

"No lo logrará".

"Está muy cerca".

Esos comentarios me tenían más alterada. Pobre niña. Ojalá logre pasar esa cerca puntiaguda.

Amanda voló sobre la cerca, pasando por un gran lugar lleno de flores de todos los colores. Finalmente, paró y cayó al suelo. Se levantó, se veía sana. Pude respirar por fin. Había contenido la respiración todo el tiempo. Tenía flores en sus manos. Sacudió sus pantalones sucios y levantó las manos en alto.

De pronto, todos los niños gritaron eufóricos en señal de victoria, felices de que Amanda estuviera bien. También me uní a ellos, aplaudiendo feliz. La felicidad duró poco, Tronchatoro comenzó a gritarnos, diciendo que nos calláramos y entráramos a las aulas, a menos que quisiéramos acabar en el "agujero". Todos, al escuchar esto, comenzaron a entrar rápidamente a la escuela.

"¿Qué es el agujero?"

"Es un lugar lleno de clavos, vidrios rotos, tuberías salidas y metales cortantes. Está en un rincón pequeño, tan pequeño que tienes que estar parado si no quieres cortarte con algo. Está en la oficina de Tronchatoro, en la dirección. Ella lo usa como castigo para todos los alumnos". Me sorprendió que esa mujer amenazante fuera la directora de esta escuela. ¿Cómo alguien que parecía odiar a los niños podía dirigir un lugar en el que precisamente abundan los niños? Carecía de lógica.

"¡Vamos, entren!" gritó Tronchatoro a unos pocos alumnos que aún no habían entrado.

"Será mejor que entremos", dijo Lavanda.

"Yo me tengo que ir, estoy en otro salón. Adiós, las veo luego", hortensia agito su mano como despedida antes de perderse en los pasillos.



















🪐.

𝙃𝙤𝙣𝙚𝙮✧。⁠*゚ (𝗠𝗮𝘁𝗶𝗹𝗱𝗮)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora