Capítulo 3

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No sabía el camino hacia mi salón, solo seguí a Lavanda. Me caía bien, era tranquila, agradable aunque un poco tímida. Mientras caminábamos pude ver otros salones, profesores en cada aula.

"Este es nuestro salón". Ella entró primero y corrió a saludar a una mujer que estaba sentada en un escritorio. A su lado pude ver a Amanda, la niña a la que la directora Tronchatoro giró de sus trenzas.

"Maestra Miel, buenos días", le dijo Lavanda a esa mujer. Era muy bonita, sus ojos brillaban, eran unos hermosos cafés claros. Sonrisa dulce, mirada comprensiva. Peinaba a Amanda con delicadeza, terminó por desarmar la última trenza y con una sonrisa le dijo a Amanda que ya había terminado. Se levantó y puso en agua unas flores que estaban en su escritorio. Los rayos del sol que entraban por la ventana solo la hacían resaltar más, era como una aura angelical a su alrededor. Muy atractiva, de la cual todos querían obtener un poco. Con tan solo una sonrisa era capaz de cambiar un mal día a uno bueno. Debió sentir mi mirada, porque me miró a los ojos. Mi mundo paró, mi corazón latió fuertemente. Esquivé su mirada, mirando al suelo.

"Tú debes ser Matilda, desde dirección me hablaron de ti". Sonrió, ¿nunca se cansaba de sonreír? "Si te sientes confundida, perdida o simplemente no entiendes algo, me hablas, yo estaré siempre para ti". Wow, qué recibimiento, era encantadora.

"Gracias, yo... creo que estaré bien".

"No hay problema, entiendo que ser nueva pueda ser algo difícil, no conocer a nadie, pero si necesitas algo puedes acudir a mí". Con una sonrisa mostrando sus perlados dientes, se alejó. Caminé a un lugar vacío al lado de Lavanda. Era una buena maestra, era muy bonita y parecía que en verdad le gustaba enseñar. También olía rico, a flores. Ese pensamiento me hizo sonreír.

"Antes de iniciar, repasemos un poco, entiendo que debido a las vacaciones algunos temas se les dificultarán, pero solo hay que recordar".

"¿Dos por uno?", preguntó la maestra Miel mientras caminaba por el pizarrón.

"Dos", gritaron al unísono varios niños.

"¿Dos por... tres?".

"¡Seis!", gritaron al unísono todos, solo me quedé en silencio, sabía la respuesta pero me parecía muy obvia para responderla.

"Muy bien, parece que han estado estudiando estas vacaciones", dijo con felicidad la maestra Miel. "Si siguen así, muy pronto serán capaces de hacer cualquier multiplicación que deseen, como 13×379", dijo provocando las risas de todos los niños, lo decía en broma pero yo sabía la respuesta, solo lo había hecho en mi mente y estaba el resultado.

"Es cuatro mil novecientos veintisiete". Murmuré, al instante la maestra me miró.

"¿Qué decías, Matilda?". No me mires, no me mires, me pone nerviosa, ahora todos me miraban, genial.

"Cuatro mil novecientos veintisiete, es el resultado, creo...". Si no es ese, habré quedado en ridículo, pero estoy casi segura de que es correcto. Mi corazón latía con rapidez, me sudaban las manos mientras la señorita Miel hacía los cálculos en una libreta, creo que no debería haber dicho nada. Después de un momento de silencio, levanté la mirada.

"Es correcto". Murmuró estupefacta. Sonreí orgullosa, a veces soy una cosa pero bárbara.

"Vaya... ¿Cómo hiciste eso?". Dijo Lavanda en voz baja mientras me miraba sorprendida. Solo levanté los hombros. La señorita Miel me sonrió, yo le correspondí al instante. Me gustaba haber provocado una sonrisa genuina en ella.

A partir de ese momento nos volvimos más unidas, siempre fui la primera en llegar y la última en irme. Intentaba siempre ser la mejor solo para que me notará. Me gustaba estar con ella todo el tiempo que fuera posible, era la única persona con la cual sentía que podía ser yo misma. Era como la figura materna que nunca tuve, y en lo profundo de mi ser anhelé tener.

Actualidad

Había llamado por teléfono a una amiga, bueno, la única que tenía en realidad. Era Annie, esa pelirroja era la única razón por la que soporté a mi familia todo este tiempo, ella siempre estuvo para mí luego de que abandonara con mi familia la ciudad de Crunchem, la conocí unos días después. Ella también era nueva en la preparatoria, tenía una gemela llamada Hallie pero no me llevaba muy bien con ella, aunque la quería. Me complementaba mejor con Annie, era más calmada.

"¿Necesitas que te lleve a algún lado, lindura?". Me preguntó una voz que reconocería en cualquier lugar.

"Te tardaste mucho, zanahoria". Dije con burla, ella solo rodó los ojos mientras me abría la puerta de su auto.

"¿Cómo estás? ¿Te hicieron algo? ¿Estás bien? ¿Ya desayunaste?". Se atropellaba con una pregunta tras otra mientras me tomaba de las mejillas para acercarme a su rostro, buscando algo en mi mirada.

"Estoy bien". Respondí como pude, me enojaría con ella pero resultaba tierno y lindo que alguien se preocupara de esa manera por mí. "¿Me sueltas?".

"Claro, ¡Cierto! ¡Feliz cumpleaños! Eres legal". Dijo antes de abrazarme con fuerza en un caluroso abrazo. Felizmente correspondí, era la primera persona que me felicitaba en lo que va del día.

"Pero no ignores mis preguntas, ¿cómo estás? Y no me mientas", dijo en voz demandante mientras terminábamos nuestro abrazo.

Mientras ella conducía hacia su casa, comencé a contarle todo lo sucedido desde que me desperté. Ella solo hacía muecas, exhalaba enojada y sin darse cuenta aceleraba de golpe, para después parar y así.

"En fin, eso es todo, oficialmente soy una adulta y no tengo dónde vivir".

"No digas eso, eres mi hermana, es obvio que te quedarás conmigo". Antes de poder negarme, continuó. "Al menos hasta que sepas con seguridad qué harás a partir de ahora". Paró el auto, comenzando a abrir la puerta para bajarse.

"¿A dónde vas?", pregunté con el ceño fruncido.

"A adentro, ya llegamos". Miré a mi alrededor y era verdad, estábamos en una hermosa hacienda. En la entrada, sentada en una hamaca, estaba Hallie. "Dame tus cosas, yo las entraré". Con una sonrisa le pasé mi maleta y, antes de darle mi bolso, alguien más lo tomó.

"Esto lo llevo yo, tal parece que tenemos una invitada, feliz cumpleaños Mats", dijo Hallie con una sonrisa y un sonrojo que no noté. En qué momento llegó tan rápido a mi lado.

"Gracias". La corregiría, pero eso ya lo he hecho tantas veces y nunca cambia, ya daba lo mismo. Hasta me había empezado a gustar el apodo. "Dame la maleta, yo la llevo". Annie, con un ceño fruncido, se la dio.

"¿Y cómo te trata la vida adulta?". Antes de que respondiera, me cortó. "Al parecer, no muy bien", dijo con una mueca.

"Qué tonta eres, Hallie". Dije antes de darle un leve empujón. Ella solo se reía. Luego de eso, cambió el tema y continuamos hablando de otras cosas hasta que llegamos a la sala de estar de su casa. ¿Dónde está Annie? Miré hacia atrás y venía más lento, nos miraba a mí y a una nerviosa Hallie fijamente, con la boca un poco abierta y un rostro sorprendido.

"¿Qué te pasa?". Esa pregunta pareció traerla de nuevo, porque al instante cambió su rostro y sonrió perversamente.

"Oh, nada, nada". Luego se acercó a Hallie y le dijo algo en el oído. La pobre se puso tan pálida. Luego de que Annie se alejara corriendo, cuando volvió en sí, me miró y después corrió detrás de su gemela, gritando algo que no entendí. Mmm raro.

"¿Matilda?".





















Si hay algún error me dicen plis. Es semana santa y apartir de hoy tengo 6 días sin clases eaaaa 🥳

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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