Malestar

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Una vez más estaban reunidos en el lobby, estaban en una de las típicas actividades para reforzar la confianza y amistad departe de Charlie. Normalmente él se mantenía a margen de dichas dinámicas, pero en esta ocasión no fue capaz de escapar de la princesa.

Se mantenía sentado en el sofá, no estaba realmente poniendo atención al discurso de la rubia. Estaba cansado, desde hace un tiempo una repentina fatiga lo asechaba a cada minuto del día.

En esos momentos sentía como sus parpados pesaban más de lo normal, la somnolencia lo estaba alcanzando. Sin darse cuenta perdió la batalla y quedo profundamente dormido.

Al despertar se percató que había perdido la mitad de su día acostado en el sofá. Se levanto apresuradamente, a pesar de que sentía un apego a los residentes del hotel, no era propio de él bajar la guardia a esas alturas.

Estaba confundido, últimamente no se sentía él mismo, era como si su cuerpo se hubiera hecho muy perezoso. No solo se ha dormido involuntariamente si no que presentaba cambios de humor recurrentes. Él siempre fue alguien sereno que sabía guardar las apariencias, pero estos días se le dificultaba el ser paciente y mantener su sonrisa.

Para colmo el aumento de micciones se hizo común. El ir al baño frecuentemente era lo normal ahora.

Tan mal estaba que dejo de lado su estúpido plan de acercarse a Lucifer. No estaba de humor ni para aguantarse él mismo. Además, desde el "accidente" en su oficina evitaba el toparse con él.

Cada que lo veía a la cara los sucesos de ese día le invadían la mente. No podía evitarse ponerse nervioso, incluso en algunas ocasiones llego a tartamudear. Definitivamente esa era una señal, desde ese día se daba por vencido con el plan B.

Regresaría una vez más al plan original. Sabía que Lucifer era fuerte pero no invencible.

- ¿Qué pasa botones? Te vez cansado- Pregunto Lucifer a unos escasos centímetros detrás suyo, como si solo el pensar en él fuera suficiente para invocarlo.

-Nada- Respondió tajantemente. En estos momentos no contaba con el ingenio para mantener una conversación con él.

El ángel caído actuaba como si nada, como si nunca le hubiera hecho una mamada en su despacho o como si nunca se hubieran acostado juntos.

Hace veintiuno días atrás que tuvieron sexo y hace solo cinco días que le había hecho un oral. Que rápido borraba casete Lucifer.

-Parece todo lo contrario querido~ - Afirmo mientras hacía énfasis y arrastraba la última palabra

-Creo que no sabe leer el ambiente. Le aseguro que se equivoca majestad- Hablo desganado, pero siempre son su sonrisa fiel.

Se levanto del sillón, no pensaba quedarse cerca del rubio. Tenía en mente ir a su habitación y recostarse un rato más, ya había desperdiciado la mitad del día, ¿por qué no seguir con el resto?

Su caminata se detuvo al ver el bar, antes de ir a dormir podía tomar una copa, un buen bálsamo para amortiguar sus malestares.

Decidido recobro su rumbo, apenas iba a poner un pie en dicho lugar cuando fue detenido por un agarre en su hombro.

Odiaba ser tocado repentinamente, se notó al dar la vuelte y que uno de sus ojos tuviera las manecillas de un radio analógico antiguo.

-Podría quitar tus manos de mi hombro- Pregunto cortésmente a pesar del enojo

-Y hace unos minutos afirmabas no estar mal- Le recalco al percibir la molestia de su compañero – No creo que sea bueno tomar en estos momentos-

-Gracias por la preocupación que no solicite y no me interesa- Hablo sarcásticamente mientras retiraba la mano del rubio.

Objetivo: Destronar a LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora