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El invierno llegó, se encontraba en aquella etapa en la que la nieve era tan pesada como para llenar calles enteras de esta y no poder quitarla por días, la acera estaba repleta de aquel líquido solidificado que pintaba de blanco la ciudad en movimiento, especialmente aquel año la primer nevada fue solo un día antes de que la nieve se convirtiera en un material tan pesado que se podía caminar con facilidad sobre ella y sin mucho riesgo de hundirse en esta. Al ver esto, Satoru instantáneamente le escribió un mensaje a su prometida "Asómate a la ventana", tecleó rápidamente en su teléfono al notar como los pequeños copos comenzaban a caer sobre él mientras caminaba hacia su departamento, recordando la vez que ella mencionó que su época favorita del año era el invierno por la inminente llegada de la nieve; Al leer aquel mensaje, ella se levantó de su cama a paso veloz inconsciente de la que sucedía afuera, con sus pies descalzos sintió el frío inundarla así que rápidamente se colocó unas pantuflas intentando ganar un poco de calor y caminó para abrir una de las cortinas de la ventana de su habitación.
Notó como del cielo caían copo tras copo de nieve consecuente volviendo más fría la ciudad, abrió ligeramente su boca expectante a lo que sucedía afuera, una pizca de emoción la inundó tal cual dulce azúcar en un café dulcemente amargo recién hecho. Una llamada entró a su celular así que lo tomó entre sus dedos para contestar aún viendo hacia afuera.
—¿Si?— Preguntó sumida en la forma en la que los árboles y arbustos del jardín se escarchaban frente a ella.
—¿Estás viendo la nieve?— Amei sonrió al oír la voz de Satoru
—Si, no deja de caer, tal vez mañana el jardín amanecerá lleno de ella— Sonrió por inercia al pensar en la idea de que está posibilidad se cumpla, la euonia de esto le emocionaba.
—Entonces salgamos mañana, quiero ir a comprar ropa para el invierno.
—Claro Satoru, estoy libre todo el día, así que cuando tú quieras está bien— Aclaró mientras cerraba sus cortinas y volvía a recostarse en su cama arropandose para no contraer un resfriado a causa del frío efímero que habría durante la noche.
—¿Paso por tí en la tarde? ¿Quieres que llegue antes para decirle a tú mamá?
—Oh no, está bien, mi madre dijo que si salgo contigo solo avise, nunca me dejó salir así con otras personas así que creo que debes caerle muy bien.
—Tengo mi encanto, pero lo más probable es que sea porque soy tú prometido.
—Tienes razón, entonces ¿mañana en la tarde?— Preguntó una última vez para confirmar.
—Paso por tí a las cuatro.
Tal como prometió pasó por ella a las cuatro de la tarde en punto, cuando llegó ella ya estaba lista, comenzó a arreglarse unas horas antes para tener tiempo suficiente, se bañó, peinó, vistió y maquilló con sutileza para no verse exagerada, pero si lo suficientemente decente como para lucir bien para él, su madre siempre solía decir que debía intentar llamar la atención de su esposo desde el momento en que estuviera comprometida para que él no buscará una mujer mejor o, al menos, para que no tuviera el descaro de dejarla por otra sin importar si la engañaba o no, tenía que mantener su lugar y, ahora que estaba comprometida con el hechicero más fuerte, su madre decía que había más motivos para asegurarse de que no se fuera de su lado manteniendo su lugar como esposa trofeo.
