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La música de la fiesta llegaba amortiguada, un eco lejano que apenas podía registrar Louis. Su mente estaba demasiado ocupada lidiando con la tormenta que se desataba dentro de su cuerpo. Sus ojos estaban fijos en sus manos, que temblaban ligeramente, mientras el calor lo invadía con una intensidad abrumadora.

"Efectos secundarios, Louis. No debiste tomar esa pastilla. Ahora estás sudando como un condenado."

La voz en su cabeza repetía la advertencia una y otra vez, pero era inútil. El efecto de la droga no solo lo tenía sudando, sino que también intensificaba cada sensación, cada pensamiento, y el hombre frente a él no estaba ayudando en lo más mínimo.

Harry estaba sentado en el sofá con una postura relajada pero peligrosa, sus largas piernas estiradas y perfectamente marcadas por el pantalón sastrero que llevaba. La imagen era un recordatorio constante de lo que Louis trataba desesperadamente de ignorar.

—Iré al baño —dijo de repente, poniéndose de pie con brusquedad, como si moverse pudiera darle algo de alivio.

No llegó muy lejos. Una mano firme lo detuvo, sujetándolo por la muñeca con una facilidad que lo desarmó.

—Nada de eso —advirtió Harry, su voz grave y cargada de intención—. Sé perfectamente lo que vas a hacer ahí dentro. Quieres tocarte, gemir mi nombre y fingir que soy yo quien te está dando placer.

Mientras hablaba, se pasó la lengua por los labios de manera casi imperceptible, como si las imágenes que describía estuvieran tomando vida en su mente.

—Vuelve a tu lugar, Louis. —Su tono era firme, aunque no exento de burla—. O, si prefieres, puedes rendirte ahora y simplemente decir las palabras.

Louis apretó los dientes, tratando de mantener la compostura.

—Ni lo sueñes.

Con un movimiento brusco, se soltó del agarre y volvió a sentarse en el borde de la cama. El silencio volvió a llenar la habitación, solo interrumpido por la música lejana y las respiraciones pesadas de ambos. El tiempo parecía haberse detenido, aunque el calor en sus cuerpos seguía subiendo, cada vez más insoportable.

Harry desabotonó otro par de botones de su camisa, dejando a la vista parte de su pecho. Las mangas estaban arremangadas hasta los codos, y su cabello, antes desordenado, ahora estaba peinado hacia atrás, pegado por una fina capa de sudor. La cadena de oro que llevaba alrededor del cuello brillaba, adherida a su piel por la humedad.

vitamin d (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora