1.2 Conociendo a A-chan

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"La primera noche de Fauna en Advent City no fue en su nuevo hogar, pero la atención y servicio que recibió en la posada Lunar de Moona Hoshinoba fue mejor de lo que había esperado. Comida, atención al cuarto y una agradable charla por la mañana apaciguaron su malestar y enojo iniciales pero, de todas formas, tenía que..."

―Hola, ¿qué haces? ―era Moona, apareciendo de no sé dónde.

―E-eh, hola... ―traté de esconder mi libreta, esperando que no hiciera más preguntas―. No mucho, solo... solo anotando unas cosas. ¿Qué haces tú?

―Estaba por ir al ayuntamiento, tengo que hablar unas cosas con A-chan sobre los gastos de la posada ya que, gracias a ti, tuve mi primera clienta y estoy muy feliz por ello. ―aquello me interesó. Desde que la mencionó Roberu ayer, me he preguntado quién es esa tal A-chan de la que hablaba; aunque viendo un poco las cosas en retrospectiva, tal vez ya he interactuado con ella puesto que las conversaciones para acomodar todo lo necesario fueron a través de internet y desde el primer momento se me pidió referirme a la organización como Advent en vez de simplemente a un individuo, que ahora supongo fue A-chan todo este tiempo. Bueno, le tengo que reconocer su profesionalismo en todo esto, pero ¿por qué se dejaría conocer en persona?

―Eso suena interesante. ―digo cerrando la libreta y guardándola en el bolsillo de mi sudadera al igual que el esfero―. De hecho, ¿puedo acompañarte? Quiero conocerla también, si no te molesta.

―Para nada, y creo que es mejor. ―al estar cerca de una ventana que daba a la plaza central de la ciudad, y el ayuntamiento precisamente detrás de este, Moona se giró sobre sí misma y señaló al edificio―. A-chan pasa casi todo su tiempo allá, y por lo general es ella quien va personalmente a las casas a conocer a los nuevos residentes de la ciudad, pero creo que será una ayuda a su trabajo si vas tu misma a verla.

―Muy bien, entonces no perdamos más tiempo. Y gracias de nuevo por todo, Moona. ―dije haciendo una reverencia hacia ella―. Realmente no esperaba incomodarte en mi llegada y pagaré todo en cuanto tenga dinero.

―Ni lo menciones, querida. ―hizo un pequeño ademán con la mano―. Para eso construyeron este lugar y me eligieron para dirigirlo.

―Espera, ¿te eligieron? ¿No viniste por tu cuenta?

―Bueno, cincuenta y cincuenta. ―caminó hacia la puerta para abrirla y me dejó salir primero―. Lo cierto es que recibí una propuesta de trabajo directamente de la organización y como en ese momento necesitaba con urgencia cambiar de vida, no lo cuestioné mucho y acepté. Días más tarde, ya me había mudado aquí y quedé a cargo de la posada Lunar. ―cerró la puerta y con una sonrisa, empezó a caminar en dirección al ayuntamiento, como si quisiese evitar que le hiciera más preguntas―. En fin, no hay que demorarnos más. Vamos, Fauna.

La seguí sin hacer más conversación, tampoco quería que pensara que era algún tipo de investigadora o algo pero su actitud sí me pareció algo sospechosa. Aun así, más sospechoso me parece esa sensación de vigilancia que no ha desaparecido desde que fui con Roberu al lago y cada vez más pienso que sí hay algo observándome a la distancia, aunque no percibo algo amenazante, no me parece cómodo estar siendo seguida las veinticuatro horas. Y si aquello no se quiere revelar a sí mismo, entonces no me quedará otra que hacerlo salir.

Seguí a Moona por la plaza hasta llegar al ayuntamiento, el cual no era exactamente un lugar muy ostentoso en altura o decoración pero sí puedo decir que se extendía varios metros de lado a lado, pero lo más llamativo era el símbolo particular en el centro del techo del edificio, imperdible desde cualquier punto que se viera. Unas pequeñas escaleras dirigían a la puerta, la cual como si siguiera trabajando, Moona abrió por mí y me dejó pasar primero.

La Nueva Vida de FaunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora