1.3 El Misterio que aguarda en las sombras

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Han pasado ya varios días desde que hablé con Haka para poder conseguir mis muebles y las cosas básicas para mi casa. Aunque, para ser "básicas", realmente tienen calidad y estilo, desde la silla de la sala de estar hasta las cosas para mi habitación, todo era bastante bonito dentro de lo normal. Después de que empiece a conseguir dinero, veré qué puedo comprar para decorar mejor mi hogar pero por lo pronto, esto servirá en buena medida. Y, a pesar de que mi primer encuentro con Haka no haya sido el mejor, me encontré con la sorpresa de que en realidad es un chico bastante agradable, aunque a veces habla en un idioma que no puedo comprender, ni si quiera por la entonación porque suelta palabras tan rápido que me deja mareada sin poder descifrar exactamente qué dijo. Aun así, Haka parece ser alguien bastante confiable y según me contó, él es realmente un exorcista que se encarga de los problemas de fantasmas en la ciudad, pero que por lo pronto, porque no hay cementerio ni nadie que haya muerto todavía, no ha trabajado en ese campo y por eso se encarga de la tienda.

―De hecho, es gracioso el cómo me pusieron a vender muebles y otras cosas. ―me había dicho, mientras metía una de las cajas de la mudanza con una de las sillas de la cocina, el mismo día que me encontré con él―. Yo me encontraba en un encargo, digamos más preciso, misión por la parte norte de Japón cuando de repente, un portal se abrió frente a mí y un par de manos con garras me jalaron inesperadamente en él.

―Espera, ¿enserio? ¿O es también algo ficticio como lo de que eres exorcista? ―le pregunté bromeando.

―¡Oye, soy exorcista! ―me rebatió―. Pero ya te dije que no tengo qué hacer en ese trabajo ahora. En fin, sí fue real. Estaba en medio de un grupo al que no le pude ver los rostros y solo una voz muy gruesa me habló, pidiéndome ser parte de la nueva Advent City, les pedí que me dejaran encargarme de la misión primero y aceptaba, y lo hicieron. Acabé lo que tenía que hacer, dejé una carta a mi clan diciendo que me iba y desde ese momento hasta ahora, estoy aquí.

―Entonces, ¿conociste a Advent? ―eso sí me había hecho una impresión―. ¿Al menos distinguiste sus alturas?

―La verdad no, todo estaba muy oscuro y como estaba tirado en el piso con apenas una luz que me cegaba la cara, todas las figuras parecían de la misma altura. Lo que sí puedo decirte es esto... ―se acercó a mí y casi igual que Roberu, susurrando, dijo―. Las de las garras también son parte de Advent, así que hay que tener cuidado.

Cuando dijo eso, creí que las miradas lejanas, a las que ya me había acostumbrado a que me siguieran, se pusieron furiosas casi tanto como un animal preparado para atacar a un intruso en su territorio. Y supongo que Haka también lo sintió porque se alejó rápidamente de mí para descargar el resto de cosas.

Luego de ese día, no he vuelto a interactuar mucho con otros habitantes que no fueran Moona. Roberu se pasa casi todo su tiempo encargándose de la expansión de la ciudad y Haka desaparece la otra mitad, con A-chan no me he vuelto a ver desde que la conocí en mí segundo día, por lo que la única persona alrededor era la dueña de la posada Lunar. Hoy me encontraba en ese lugar, ya no porque tuviera que quedarme, sino porque me agradaba la compañía de ella, además que descubrí que canta hermoso luego de que lo hiciera sin darse cuenta que estaba presente, aunque al principio se mostró tímida, ahora lo hace cada vez que nos encontramos en silencio y me parece muy agradable poder escucharla cuando no hay ningún ruido cerca de nosotras.

Justamente terminó de cantar una de sus canciones, cuando le comenté mi curiosa sensación de estar siendo vigilada.

―Oh, eso... ―dijo deteniéndose en lo que hacía, como si le preocupara―. La verdad, yo no me preocuparía. Supongo que es otra medida de seguridad de Advent. Yo también siento esas miradas de vez en cuando.

La Nueva Vida de FaunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora