« V - asco »

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Miguel esta mañana había salido a paso furioso de su casa. Resulta que al salir de su habitación se encontró con la muy desagradable sorpresa de ver a su "querida" madre compartiendo un "encantador" y "romántico" momento con un seguramente don nadie, y lo era, pero su progenitora probablemente no creía lo mismo; en el sofá de la sala-comedor del lugar.

—Migui! Ya despertaste corazón? Porqué no nos preparas el almuerzo a los tres, cariño?— inició la charla de manera dulce aquella mujer que apenas alcanzaba los treinta. El tono en que la madre de Panafresco le llamó más aquel apodo que nunca utilizaba más que para su conveniencia le hizo tener unas terribles náuseas al instante. Era una maldita molestia.

A regañadientes, Panafresco saco el único sartén que quedaba limpio y se dispuso a cocinar unos huevos, los dos que quedaban. Se estaba acabando la despensa, otro día sin comer. Durante los dies años en que su mamá ha estado trayendo distintos tipos a casa, aprendió que lo mejor era seguirle la corriente, y lamentablemente no aprendió aquello de la mejor manera.

Pasados unos minutos, dejo el sartén con la comida al lado de la estufa, en una pequeña encimera. Se dirigió a su cuarto para cambiarse rápidamente a su uniforme y tomar su mochila, no aguantaba un segundo más estando en ese asqueroso lugar.

—Migui, no has almorza—

—No lo necesito mamá. Ya se me hace tarde— respondió interrumpiendo a su madre, de manera apresurada pero en un tono calmado. Un brazo fuerte lo detuvo, panafresco no se consideraba creyente a alguna religión, pero si que le rezó a todas las deidades posibles en centésimas de segundos si eso fuese siquiera posible.

—Hey, mocoso. Porque no te compras algo? Si apretara con un poco de fuerza tendrías el brazo roto, muñeco— seguido de esto, el gran hombre le dio un par de billetes, la suma total no era mucha, pero era algo.

—Oh! amor, pero estoy segura que no lo harás— respondió aquella mujer seguida de risas mientras abrazaba el otro brazo de aquel hombre. —Depende de que tan bien se comporte nuestro chico. No es así, Migui?— sonrió el hombre a la par que masajeó ligeramente la mano de panafresco que estaba sujetando aquel dinero que el mas grande le dio.

Asqueroso

Después de ese momento sumamente incómodo, el hombre retiró su mano de la del más joven, dejándolo salir finalmente. Saliendo de casa, Panafresco se dispuso a colocar el dinero en su cartera que antes se encontraba totalmente vacía a excepción de su credencial escolar, y mientras caminaba, levanto la mano que había sido previamente tocada por aquel hombre. La sensación seguía ahí, el recuerdo estaba más que fresco, y aquel apodo de su infancia saliendo de la boca de ese idiota sabía en absoluto amarga y con unas intenciones oscuras detrás.

Totalmente asqueroso

Panafresco se encontraba con Luis dentro de la cafetería de la escuela, esto debido a que a papulince se le había antojado algun aperitivo y panafresco para sorpresa de absolutamente nadie termino arrastrado por la fuerza por el contrario.

—Tú pedirás algo panita?— ofreció a Miguel papulince, habían pasado ya un poco más del mes desde el inicio de clases y a Luis le parecía muy curioso el hecho de no ver al más alto con siquiera un chocolate.

—Que, tu me lo comprarás?— respondió sarcástico panafresco, no creo que papulince,por más cercano que intentara mostrarse ante el, haría algo como comprarle algo, verdad?

—Si tu lo pides, por su poio que zy!— dijo papulince en respuesta con una sonrisa alegre. En la perspectiva de Luis, pensó que panafresco lo dijo con la tímida intención de que papulince le comprara algo, lo cual llenó de felicidad al rubio. No podía estar mas que equivocado ante esa ilusa idea, Miguel solo se estaba burlándose de él.

Feeling's Garden (Papufresco)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora