El general nos llevó a un lugar fuera del edificio donde estaban todas las celdas.
Mientras caminábamos no pude evitar distraerme por unos segundos solo para ver las cosas que había en el exterior.
Estaba fascinado por todo lo que veía.
Ser aislado y privado de tu libertad hacía que te desconectaras del mundo y te olvidarás de todo lo que hay en el.
El camino del edificio de celdas a la nueva zona restringida era largo, tomaba unos 20 minutos llegar a pie dependido tu velocidad.
Cuando por fin nos detuvimos, estábamos parados frente a un cuarto no muy distinto a todos los de la prisión. Gris, grande y frío.
El general puso un código en la puerta para luego pasando su tarjeta de identificación.Las grandes hojas de metal se abrieron con un chirrido horrible y sonidos de engranajes moviéndose en el interior. Todos los presos pasamos y al momento en que estuvimos dentro la puerta se cerró de golpe, solo dejándonos en un pasillo oscuro con una luz al final de este.
— Señorita Nahida, señorita Furina, los nuevos hombres están aquí y-
Lo interrumpieron
— General Alhaitam, diríjase a nosotras y a todo el equipo de manera apropiada de acuerdo a nuestra profesión.
— Mis disculpas, no volverá a suceder.
— He traído al nuevo grupo de reclusos conmigo. Si ocurre algo por favor no duden en llamarme, vendré lo más rápido posible con mis hombres. Con permiso .— dijo y se retiró
Ahora todos estábamos sentados en el suelo de mármol frío mirando a las dos mujeres leer documentos de cada persona de la sala, a juzgar por los sellos de los sobres se podría deducir que eran los antecedentes penales de cada uno.
Mientras Furina y Nahida leían, otro investigador nos iba llamando uno por uno a otra habitación.Paso un largo tiempo para que fuera mi turno.
— Wriothesley — dijo mi nombre buscándome en la multitud hasta que me puse de pie.
— Sígame
Me senté en una silla frente a una persona vestida igual que los demás del equipo. Bata blanca y lentes.
¿Por qué la mayoría usaba lentes? No es como si fuera algo que te piden al entrar a la carrera que tenga que ver cómo medicina, química o biología… ¿Si yo tuviera alguna profesión de esas también usaría lentes? ¿Me vería bien? Nunca he usado algo así en mi vida. Pero la mayoría se ven bien.
— Así que ¿Cómo fue su infancia? — la mujer que estaba frente a mi preguntó mientras anotaba todo en una hoja.
— No recuerdo mucho, solo se que yo tenía una familia grande y al ser uno de los hermanos mayores muchas responsabilidades recaían sobre mí. La mayoría de las veces tenía que hacer trabajos que requerían mucho esfuerzo físico y mental. — solté una risa — Aún no sé cómo es que no me rendí en ese momento, era un infierno.
— Okay… okay… — ella seguía anotando todo.
Luego de eso las preguntas siguieron por un largo tiempo.
— Eso es todo, puede retirarse.
Pasamos unas cuántas horas más en ese edificio hasta que todos habían sido llamados. Alhaitam nos escoltó de nuevo al otro edificio y cada guardia a nuestras celdas.
Los días siguieron transcurriendo con normalidad hasta que una mañana un sonido ensordecedor despertó a la mayoría haciendo que empezarán a abuchear y se molestarán.
— ¡QUITENLE EL MEGÁFONO A ESE IMBÉCIL!
— ¡DESPIDANLO!
— ¡BAJENLO DE RANGO!Gritaban todos apartamente molestos.
Otro sonido agudo volvió a llenar todo el lugar, seguido de una voz ¿Femenina? O ¿Masculina?
— Buenos días a todos
Otro sonido agudo
— ¡SAQUE A ESE BASTARDO DE AHÍ!Por un tiempo estuvo tranquilo hasta que volvió a sonar otro ruido, pero ahora no tan insoportable como el anterior.
— Atención reclusos de la prisión de la isla Seira, les habla el capitán Alhaitam
Absolutamente todos se callaron
— Hace un par de semanas atrás todos ustedes fueron solicitados por el equipo de investigación de Ciencias de Fontaine, y absolutamente a todos les hicieron una prueba y/o examen verbal. De las diez mil qué hay en las instalaciones de este edificio solo uno fue elegido después de tanto análisis. — suspiro — El recluso seleccionado fue el número 526608. Eso es todo. Gracias por su atención.
— ¿Qué?
Yo… ¿Seleccionado?
De todas las personas que ahí en este lugar… ¿yo fui el ganador?
¿Eso era algo bueno o algo malo? La verdad no estaba preparado ni con una pizca de esperanza para ganar, ni siquiera se cruzó por mi mente esa idea.
Los guardias abrieron la puerta, dijeron mi nombre junto con mi número y también dijeron que tenía que acompañarlos fuera, ahora a la oficina del jefe.
Estaba nervioso sin saber por qué.
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Hasta la muerte - wriollette
Romanceimagina que un día, después de vivir 10 años encerrado en una habitación en la prisión un milagro ocurre y ese milagro es empezar a convivir con una persona totalmente desconocida.